A veces el fútbol puede ser todo lo que hoy no es. Al menos en la hipocondríaca Argentina.
La desgracia personal del arquero de San Lorenzo, Sebastián Torrico, quien perdió esta semana a su pequeño hijo, mostró la cara sensible de un deporte cada día más alejado de la realidad.
Las innumerables muestras de apoyo y afecto que recibió el mendocino a través de banderas en las canchas, mensajes en las redes sociales y llamados personales, fueron la contracara de un ámbito que actualmente se resume en el manejo discrecional de pases millonarios de futbolistas y en el imperio de una mafia de barrabravas que actúan en connivencia con dirigentes, policías y referentes de la Justicia.
Pero el fútbol en este país no es ese que se sensibilizó con Torrico o con la familia de Diego Barisone, el jugador de Lanús que se mató el mes pasado en un accidente de tránsito en la autopista Ros
ario-Santa Fe.
El deporte más popular sufre una crisis profunda, casi terminal, donde los clubes que aún se mantienen en pie es porque dependen de ese “oxígeno” monetario que sólo pueden proveer empresarios comprometidos y el porcentaje que reciben por la transmisión televisiva.
Es un fútbol a medias, en el cual los visitantes ya no pueden apoyar a su equipo en otras canchas que no sean la propia. 
A este punto de inflexión se llegó por la violencia que cundía en los estadios, las muertes que dejaban los cruces de los barras, pero también porque los clubes dejaron de ser un espacio contenedor, sinónimo de disfrute y de convivencia amistosa.
Todo esto, enmarcado en una AFA dictatorial manejada durante 35 largos años por Julio Grondona. 
Una gestión oscura, llena de irregularidades y sospechada de corrupta, en la que ni gobiernos de facto ni democráticos pudieron menguar su poder real y simbólico.
Ahora, que soplan vientos de cambio en la entidad madre del fútbol argentino, el nombre de Marcelo Tinelli genera una expectativa cierta, pero también relativa. 
Es que muchos de los que fueron engranajes claves en el universo Grondona continúan manejando circuitos estratégicos de la AFA. 
¿Está en condiciones entonces el popular conductor y empresario de barajar y dar de nuevo para refundar este deporte maravilloso?
Hay tanto en juego que lo suyo hoy por hoy se vislumbra más cerca de la utopía que de la epopeya.

(Diario UNO, 27 de agosto de 2015)

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