Pasó el histórico debate presidencial y lo primera conclusión que se debería rescatar es que, más allá de los protagonistas, lo importante es que se dio un paso más hacia la madurez democrática de la Argentina.
Difícilmente en las próximas elecciones se prescinda de este mecanismo. Las experiencias del 4 de octubre y del domingo último fueron lo suficientemente exitosas como para confirmar que fueron   capítulos importantes en el proceso electoral.
Lo que seguirá siendo una incógnita es en cuánto puede un debate determinar un resultado. 
O cuántos votos de indecisos habrán definido Daniel Scioli y Mauricio Macri con sus respectivas propuestas, estilos y expertise política. 
Lo que a priori, en función del perfil moderado de ambos candidatos, se avizoraba como un ida y vuelta anodino y de excesiva prudencia, devino en un duelo picante que lo hizo más atractivo.
Tanto Macri como Scioli sabían que era una instancia donde no había medias tintas posibles. Por eso desde el vamos el tono fue firme, pero respetuoso. 
Para la mayoría de los medios y los periodistas que siguieron atentamente el debate, lo que se vio fue una contienda basada en las chicanas, la falta mutua de respuestas a preguntas incómodas y el poco lugar que se le dio a las propuestas.
El candidato del Frente Para la Victoria hizo foco la mayor parte del tiempo en dejar en claro que Macri es sinónimo de ajuste, desgobierno y vuelta al pasado. 
Por su parte, el líder de Cambiemos buscó ligar a Scioli a la crisis actual del kirchnerismo, lo acusó de ser la continuidad del modelo que encarna Cristina Fernández y de no ver que la Argentina reclama un cambio urgente.
Los dos sustentaron sus proyectos a futuro en lo que hicieron en sus respectivas gestiones al frente de la gobernación de Buenos Aires y de la capital porteña.   
La sensación final es que ninguno se salió de su libreto, con lo cual los que ya tienen decidido su voto por uno u otro a lo sumo lo ratificaron y aquellos que todavía no lo definen no fueron seducidos con la contundencia que requería la ocasión.
La pasión puesta en marcar los errores del contrincante les hizo perder de vista -quizás nada casualmente- el explicar cómo harán realidad esas ideas que suenan tan gratas al oído y resultan tan difíciles de aplicar. 
Las urnas, una vez más, tendrán la verdad. Ellas dirán con claridad lo que Scioli y Macri intentaron en una hora y cuarto sin demasiado éxito.

(Diario UNO, 17 de noviembre de 2015)
EI final de la pequeña Guadalupe Codes,  lamentablemente esperable por su complejo cuadro clínico, cerró ayer tras dos largos meses de agonía en el hospital Humberto Notti. 
Una agonía no sólo para la niña de 9 de años sino también para su familia, que no dejó ni por un instante de luchar por su recuperación y, sobre todo, en buscar justicia por lo que considera un caso de mala praxis en la atención que recibió en el Hospital Español.
En esa institución, a fines de agosto Guadalupe inició un tratamiento de quimioterapia para enfrentar la leucemia que padecía.
De acuerdo con la denuncia que llegó a la justicia, tras recibir en la médula un medicamento que debería habérsele suministrado por vía endovenosa, la niña quedó paralizada.
El hecho tomó estado público e inmediatamente se realizaron protestas y reclamos frente a la institución ubicada en Godoy Cruz.
 La denuncia de los padres de la niña tuvo un rápido eco judicial. Las profesionales del Español fueron imputadas de “lesiones culposas graves”. Se trata de Viviana Bacciedoni (médica del servicio de Hematología) y Andrea Piatti (médica residente).
 El pedido de justicia por Guadalupe llegó incluso a la Legislatura provincial, donde la comisión de Salud de Diputados tomó cartas en el asunto.
Un documento con casi 6.000 firmas solicitaba al ministerio de Salud que suspenda las matrículas de las facultativas que atendieron a la pequeña.
El deceso de Guadalupe, producto de un cuadro “irreversible, terminal e incurable”, no significa que esa natural reacción de sus padres y de quienes los apoyan en su reclamo quede en la nada. 
La familia expresó ayer, a través de su abogado, que intensificará la denuncia contra las dos médicas. Según palabras del letrado, ahora la causa debería quedar como “homicidio con dolo eventual”. 
Es lógico que, más allá de la condena social, sea la justicia la que finalmente determine la actuación de las profesionales del Español. 
Pero de lo que no hay dudas, como mensaje 
y enseñanza para la corporación médica, es la preocupante deshumanización en el vínculo con los pacientes. Un aspecto fundamental que se viene resaltando en los últimos años y del que nadie, al parecer, quiere hacerse cargo.  

(Diario UNO, 21 de noviembre de 2015)
De cara al balotaje, el solo hecho de disentir con la visión del oficialismo habilita a denostar a todo aquel que crea que un cambio es posible

Ya está. Juro que conté hasta cien. Apliqué ejercicios de respiración de un viejo libro de yoga, pero no alcanzó. Debo reconocer que me hartaron con la psicopateada del helicóptero, dando por sentado que este país es inviable sin un peronista que lo conduzca. 
Con artera mala leche, invocan el fantasma de De la Rúa para que tengamos pesadillas y nunca nos olvidemos lo que es el miedo. Porque de eso se trata, de manipular con el miedo. Si votás a aquél, te va a pasar lo que ya te pasó, pero mucho peor. El cuco siempre es el otro.     
Sabíamos que los argentinos somos todos directores técnicos y que con cualquiera de nosotros, la Selección hubiera sido campeona del mundo en Brasil por afano. Pero estaba ese chorlito de Sabella, que no sabe nada de fútbol. 
Lo que no sabíamos era que también podíamos leer el futuro. Ya no en la borra del café ni en las cartas. En el aire. Una ciencia nueva que no requiere de ninguna capacitación y mucho menos de argumentos. Basta con la especulación propia del post asado, con dos copas de vino y los Auténticos Decadentes sonando de fondo. 
Los que abonan a diario la existencia de la grieta -o como quieran llamarle a eso de tirarse piedras de una vereda a la otra- celebran que el destino del país se dirima el 22 de noviembre en un balotaje. De esa manera se puede profundizar aún más la lógica del amigo-enemigo. 
“Si gana Macri, nos vamos a vivir a México”, amenazan los integrantes de La Mancha de Rolando, banda que puede jactarse de ser amiga y haberlo invitado a cantar al procesado vicepresidente Amado Boudou. Una metáfora de lo que quedó de aquel espíritu contestatario del rock.

Tribulaciones en el mundito 
Para quienes transitamos a diario por las redes sociales, es llamativo observar cómo en el microclima que propician Facebook y Twitter se ponga tanto el acento en desvirtuar al oponente en lugar de resaltar las virtudes propias.
Es tan poca la convicción con que avalan su voto por Daniel Scioli que ni siquiera lo nombran. Toman, en cambio, alguna declaración de Mauricio Macri que habilite la polémica o el rechazo, y  desde ahí sostienen que no hay que votarlo.
Le tienen tanto miedo a perder conchabos, prebendas y beneficios varios adquiridos por su público apoyo al oficialismo que no soportan que alguien se expresa por el cambio.
Las redes no son otra cosa que un mundito propio. Una suerte de “no lugar” o espacio paralelo donde la realidad real no tiene la menor importancia porque también allí se construye un nuevo relato.  
Y lo hacen con  las herramientas de los sofistas que siempre arriban a la conclusión que se proponen. 
Finalmente, el chiste sólo es festejado por los seguidores que se multiplican en FB y TW. 
Por eso de tanto en tanto se impone realizar una “purga” de contactos porque el nivel de agresión entre “amigos” se torna intolerable.
Ojo, no es que en esencia no sean maravillosos medios para opinar y debatir, aprender y compartir ideas. 
Es que a los fanáticos eso no les importa. A ellos valdría citarles a la propia Presidenta, a la cual veneran, cuando dice y repite que “no todos somos iguales”.

La teoría del caos
Puede que de tanto uso la palabra cambio esté un poco devaluada. Para colmo, quien pelea su futuro en la segunda vuelta la lleva impresa en su boleta.
Pero lo que realmente irrita de los que agitan el recuerdo del helicóptero, Cavallo, corralito y demás imágenes de una época durísima y, obviamente, criticable, es que no acepten la expresión contundente del 64% que le dijo no a la continuidad.
Por ende, todo aquel que no votó al candidato del oficialismo -entre ellos la izquierda con Del Caño a la cabeza-, ¿debe necesariamente abonar la teoría del caos, en la cual no es posible una Argentina gobernada por otra fuerza que no suscriba al ideario de Cristina?
 Por si hiciera falta a esta altura de la columna, quien esto escribe aclara que no pretende caer en la misma trampa que critica con cierta vehemencia. Todo lo contrario. 
No se trata de negar al otro e imponerle su visión. Lo único que pide es que se termine con eso de tener que justificar todo el tiempo por qué no ve lo mismo que ellos ven. 
Carlos Tevez se ganó hace tiempo y merecidamente el rótulo del “jugador del pueblo”. 
Una calificación que no se asigna a cualquiera y mucho menos si calza la camiseta de un club como Boca Juniors, que así como cuenta con una de las hinchadas más grandes también despierta el lógico rechazo de los simpatizantes de otros clubes.
Pero Carlitos es de esa clase de deportistas al que su camiseta no invita a la agresión y lo que termina primando es la admiración y el respeto.
Ese reconocimiento no es casual, lo ha i
do ganando con el paso de los años y no sólo en la Argentina. 
En cada club donde jugó, sea en Argentina, Inglaterra, Brasil o Italia, siempre sacó patente de ídolo. 
Los títulos que ganó en esas instituciones abonaron un afecto imperecedero que se mantiene hasta el día de hoy. 
Su conocido origen humilde (surgió del mítico Fuerte Apache) no ha hecho más que acentuar cada uno de sus logros. 
Y lejos de haberse mareado con los cantos de sirena de la fama y el éxito económico, Carlitos da muestras permanentes de que no olvidó sus raíces y de que los valores que rigen su vida tienen una base sólida en su entorno familiar.
Tan es así que, aún pudiendo negociar millonarios contratos en Europa, donde este año fue campeón con la Juventus en el Calcio y la Copa Italia y subcampeón de la Champions League, prefirió regresar al club de sus amores. A la par, la Selección también le abría una nueva puerta. 
Entre los euros y la gloria en casa, no lo dudó.
La apuesta le salió redonda. Se sumó a un Boca en ascenso y apenas volvió a ponerse la casaca de los xeneizes mostró no sólo calidad sino también pasta de conductor indiscutido. 
El flamante campeón del torneo de los 30 no fue el mismo desde que Tevez se echó el equipo al hombro. Para los rivales tampoco fue un detalle menor.
Al finalizar el partido consagratorio ante Tigre, al borde del llanto y con su habitual simpleza, Carlitos sintetizó lo que pasaba por su cabeza y su corazón: “Fui campeón en muchos lados, pero la sensación de serlo con Boca es inexplicable”. 
Esa contagiosa emoción que el domingo traspasó la pantalla ratificó por qué hoy más que nunca es “el jugador del pueblo”. 

(Diario UNO, 3 de noviembre de 2015)
Un cambio de época. Así sintetizó Mauricio Macri el ajustado triunfo del domingo frente a Daniel Scioli.
Con su llegada a la presidencia comienza un nuevo ciclo político en la Argentina, a la vez que decreta el final de un proceso de 12 años de gobiernos kirchneristas. 
Esto no significa necesariamente que esa línea del peronismo desaparezca. Si Cristina Fernández está dispuesta a seguir liderando esa fuerza, con 15 provincias comandadas por gobernadores del FPV, su rol como oposición puede ser fundamental.   
Lo expresado por las urnas reflejó que había una fuerte demanda de cambio por un lado, pero también que otra buena parte de los argentinos respaldaba una continuidad de lo hecho por el peronismo.
El 51,4% a favor de Macri sobre el 48,6% de Scioli debe poner en guardia al líder de Cambiemos. Es decir, no cuenta con un cheque en blanco para barajar y dar de nuevo, despreciando aquellos logros del gobierno saliente que tuvieron su respaldo en las urnas.
Más allá de las propuestas y objetivos de las dos fuerzas que llegaron al balotaje, lo que está fuera de discusión es que con 30 años de recuperada democracia no se puede retroceder.
La polémica que disparó ayer el editorial de La Nación, engañosamente titulada No más venganza,  le hace flaco favor al flamante presidente de la Argentina.
Lejos de cerrarle la puerta al odio y el revanchismo de antaño, postula -con argumentos deleznables- “terminar con las mentiras sobre los años ‘70 y las actuales violaciones de los derechos humanos”.
Desconocer la historia es grave, tanto como manipularla. Como cantaba hace años el Indio Solari, “violencia es mentir”.
Mauricio Macri tiene el mandato que le otorga la ciudadanía para llevar adelante políticas que mejoren su calidad de vida, pero también para ser el garante de los derechos esenciales de todos los argentinos.
Es inadmisible que el nuevo mandatario reciba en su primer día de electo tan torpe apriete en un tema harto sensible para un país que en base a la justicia y a la memoria aún sigue buscando cerrar las heridas. No negándolas u olvidándolas. Macri aseguró “la justicia tendrá plena independencia para que los jueces sigan trabajando en todos los juicios de lesa humanidad”.  
El editorialista de LN consiguió así el efecto contrario: el compromiso de que la justicia cumplirá su misión.

(Diario UNO, 24 de noviembre de 2015)
Como penosa contracara del optimismo que destila por estas horas el presidente electo, Mauricio Macri, en Mendoza como en otras tantas provincias, la mayoría de los municipios está en pie de guerra.
La falta de fondos frescos para pagar los sueldos del sector público demuestra por los menos dos cosas: una mala administración de los recursos y la falacia de que un Estado presente sólo es posible abarrotándolo de empleados, hagan o no falta.
Que comunas de peso como Guaymallén y Luján hoy estén con las arcas en rojo, pero además con sus jefes políticos bajo la lupa de la justicia, confirma que no supieron cumplir con su rol de conductores. 
La respuesta en las urnas a ambas gestiones fue más que contundente: en territorio de Luis Lobos, Cambiemos obtuvo el 62% contra 38 del FPV.
En tanto que en la comuna del lujanino, Macri se alzó con el 61% frente al 39% de Scioli.
Números que encierran más respuestas que cualquier discurso o justificación de los involucrados.
Lo cierto es no pasa un día en que el gobernador Francisco Pérez no reciba un reclamo de parte de los intendentes de bolsillos flacos. 
A los que se suman, con igual sed de dinero contante y sonante, los proveedores. 
El clamor va de abajo hacia arriba, por lo que al castigado Paco no le queda otra que seguir apuntando a la Nación en procura de ese vital auxilio financiero que evite que el incendio provincial se propague.
Este escenario lo visualizó rápidamente su sucesor, Alfredo Cornejo, cuando desde el vamos planteó la necesidad de una transición que permitiera ordenar los números para no arrancar un nuevo ciclo con las manos vacías.
El objetivo no pudo cumplirse, pese a que ambos acordaron un endeudamiento por $5.800 millones, luego de una ardua negociación en Diputados y un tratamiento exprés en el Senado.
En ese contexto se celebraba el encarrilamiento de las cuentas para que los caciques comunales contaran con los recursos necesarios para continuar con la gestión.
La consigna no dicha era patear la pelota hacia adelante. El problema es que hoy ya ni pelota queda y el partido igual hay que jugarlo. 
Mochilas como esta deberán cargar en sus espaldas las próximas gestiones. 

(Diario UNO, 25 de noviembre de 2015)
El enemigo de los thirties, de Juan Arabia. Buenos Aires Poetry.

En tiempos en que la poesía argentina parece haber caído en las plácidas aguas del coloquialismo, donde prima el juego de palabras, la ironía y los guiños generacionales, se agradece que de tanto en tanto alguien nos recuerde ese anacronismo conocido como lirismo. 
Juan Arabia, porteño del ’83, es un fino lector de los clásicos y algo de ese influjo campea sin esfuerzo en su obra. No por casualidad tradujo y editó Nuevos versos y canciones de Arthur Rimbaud, además de difundir a través de su revista-web-editorial Buenos Aires Poetry los eslabones perdidos de la Generación Beat y de otros tantos autores que (le) dejaron huella, como Blake, Verlaine y Dylan Thomas.
En El enemigo de los thirties, que vio la luz en la exquisita colección Pippa Passes, tal vez sin pretenderlo da una síntesis de su poética al “develarle al hombre que aquello de lo que escapa/ no se encuentra en el camino… / Develarle que una poesía crea,/que una ley destruye,/y que lo único que permanece en la quietud es su mirada”.
Precisamente, en la mirada está la clave de su lírica. Y en esa contemplación voraz del viajero (nunca confundir con el turista de GPS), afloran ecos de aquellos beats incansablemente nómades, pero también del Whitman que debía escribir para conjurar el universo que lo desbordaba y así invertir ese proceso. 
“Soy el que mira al cielo y a la tierra”, dice este Walt 2.0 para finalmente desvelar su credo: “Estoy hecho de palabras, soy el que canta./ Estoy hecho de materia, soy que inventa./ No siento temor por la verdad:/soy el que vive, soy el poeta”.
Consciente de la trampa del creador creado, en El hombre de las suelas de viento postula: “…puedo matar a Dios escribiendo ‘ha muerto’/ sobre una silla”, pero no ceja en su intento y en El océano avaro admite “quiero escribir como el aire es en el mundo”.
Los Thirties Poets, como ilustra en un pie de página, era una corriente poética con fuerte contenido social y político, integrado por las plumas de Auden, Spender y MacNeice, que buscaba que la poesía reencontrara el público masivo de antaño. 
A ellos, este afable enemigo, el poeta que lanza botellas al mar virtual, les responde “tu propósito es olvidar/ una multitud entera de belleza./ Pero tus versos rugen, como encadenados”. Y que otra cosa es, en realidad, la poesía si no aquel aullido de Allen Ginsberg que nos confirma que “el silencio nunca es el mismo”.

(Diario UNO, suplemento Escenario, noviembre de 2015)
Argentinos por nada, de Ernesto Simón. Editorial  Wu Wei.

Desde San Juan, su aleph doméstico y universal, el periodista y escritor pone la lupa en los argentinos, esa suerte de categoría tan indefinible como fructífera a la hora de intentar narrarla.
El segundo trabajo de Ernesto Simón, Argentinos por nada, ratifica la senda iniciada con su primer libro, al que tituló 77 historias, donde luce cómodo en su rol de testigo y/o protagonista de situaciones cotidianas que, en el momento menos esperado, pueden dispararse hacia un estadio de locura, fantasía o mera ficción. 
Ya desde las primeras líneas nos advierte: “Esos muchachos eran argentinos por designio azaroso de la geografía. No tardé en comprender que terminarían mal”. Una precisa lectura de nuestro sino en el mundo, después de todo. 
De ahí en más, en el universo nacional y popular de Simón todo cabe: el exilio, Sui Generis, pizza, asado, Sarmiento, Menem, De la Rúa, la autoayuda, los Reyes Magos, el Flaco Spinetta, Los Beatles, Funes el memorioso y el rock & rock, y el blues, y un etcétera generoso como su imaginación.
Buena parte de esto ocurre en su Comala distópica, que no es otra que esa caja de sorpresas denominada Ñacuñán. Allí, las crónicas se suceden dando protagonismo a una serie de personajes entrañables, entre ellos Jack Freddy, Peter Patch y Juan Walfredo Pérez (alias Anarco Porro). 
Párrafo aparte amerita el relato Reparación histórica, donde cualquier similitud con la realidad sanjuanina y su histórico cacique no es mera casualidad ni fortuita alegoría.
Simón tiene a favor y en contra un afán irrefrenable por querer contar la vida, la historia, la noche y lo que dicta la calle. Una tarea tan titánica que de antemano presupone fracasar en el intento. 
Pero he aquí el punto: Simón ama a los fracasados y en más de una ocasión, en este o aquel cuento, terminará hábilmente camuflado con ellos bebiendo en algún bar de mala muerte.

(Diario UNO, suplemento Escenario, 3 de noviembre de 2015)
Sin eufemismos, la calle y los medios lo definieron como “dietazo”. 
Se trataba del segundo aumento del año que recibían los diputados y senadores de la provincia. 
Desde el punto de vista legal, el pago correspondía ya que los legisladores están atados al aumento salarial que obtengan en paritarias los trabajadores estatales.
De esta manera, recibieron en bruto unos $70 mil y de bolsillo unos $50 mil. Esto, claro, sin contar extras como el desarraigo, viáticos y retroactivos. Tampoco se incluía en esta envidiable suma el aguinaldo. 
La reacción surgió del contexto en que se concretó esta “súper dieta”. Hoy por hoy, las arcas provinciales están en su peor momento, con un rojo que preocupa tanto a la actual gestión de Paco Pérez pero, sobre todo, a su sucesor, el radical Alfredo Cornejo.
Es justamente en ese ámbito, la Legislatura, donde no prosperó la aprobación del Presupuesto 2015. Esto determinó que a esta altura del año no exista una pauta de gastos para encauzar los números de la provincia.
Salvo los representantes del FIT, que hicieron públicos sus bonos de sueldo y cuestionaron el suculento aumento (aunque lo recibieron sin chistar), el resto de los legisladores justificó de todas las maneras posibles el alza salarial. 
Que no fue algo oculto;  que correspondía por ley; que están enganchados al sueldo del gobernador y que bajarlo no soluciona los problemas de la provincia; que técnicamente depende de lo acordado en paritarias...
Con mayor o menor capacidad argumentativa, diputados y senadores no lograron convencer a quienes pusieron el grito en el cielo.
Sin contar que el contexto de crisis no es el adecuado para avalar tamaño aumento, el razonamiento generalizado es sencillo: si la productividad y calidad legislativa hubiera sido superlativa, nadie estaría cuestionando el dietazo.
Pero la realidad de la Casa de las Leyes muestra lo contrario. La producción en ambas cámaras ha sido irrelevante, producto de que la mayoría de los legisladores estuvo -y está- con la cabeza puesta en las numerosas campañas electorales que se desprenden de un año electoral fuera de lo común.
Si hubieran hecho mucho, lo cobrado quizá sería poco. Si hicieron poco, no hay dudas: lo cobrado es mucho.
Que el lector saque sus propias conclusiones. 

(Diario UNO, 2 de agosto de 2015)
Las dos caras de la realidad. No de cualquier realidad; de la mendocina, para ser precisos.
Mientras una maestra lavallina contaba en Noticiero Siete que todos los días debe hacer 81 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, siempre a dedo, para llegar a dar clases en pleno desierto, en la Legislatura aún resonaban los ecos de cómo dar marcha atrás con el “dietazo”.
La vinculación, para nada caprichosa, resume sin medias tintas la distorsión de lo que significa hacer política hoy en este país.
Esa maestra que a duras penas llega cada día para cumplir con su rol de educadora es apenas una parte de un panorama más complejo.
Los alumnos están igual o peor que ella. Por falta de pago, esta semana se quedaron sin transporte escolar y muchos no pudieron asistir a clases.
Ayer hubo un principio de solución, pero es apenas un parche hasta que se venza un nuevo contrato y una vez más deban penar para ir a la escuela.
Su derecho a la educación está en riesgo permanente. Con el agravante de que toman clases en lugares improvisados, a la espera de un edificio propio que les permita estudiar en mejores condiciones.
Están olvidados y demasiado lejos del radar político. 
Ellos no suman. No traccionan ni en las PASO ni en las generales. 
Por eso irrita escuchar a los legisladores justificar un aumento que si bien es legal está fuera de todo contexto. 
Que en forma tardía, y sólo como reacción frente al rechazo ciudadano, se jacten de que  van a donar parte de su salario, como si se tratase de un esfuerzo fenomenal, reafirma que siguen pensando más en defender su imagen pública que en cumplir una verdadera tarea social.
Entre los beneficiados por el plus non sancto, se mencionaron desde instituciones civiles y escolares hasta un fondo especial para discapacidad en la Osep.
A esta altura, ya resulta anecdótico lo que hagan con esa suba culposa. Lo que preocupa es que no fue así desde el vamos sino cuando el tema alcanzó una repercusión que no esperaban.
Vale recordar lo que decíamos en este mismo espacio el domingo: si su productividad no estuviera también en cuestionamiento, nadie estaría hablando de dietazo si no de merecimiento. 
Lamentablemente, no fue así. 

(Diario UNO, 5 de agosto de 2015)
Un clásico consejo que suelen recibir los candidatos de parte de sus asesores de campaña es que “no explique”. 
Lo que es lo mismo que instarlo a que hable del sexo de los ángeles o del clima antes que dar detalles de cómo enfrentar la inseguridad o de qué manera mejorar la calidad educativa.
De esta manera se entiende por qué tanta resistencia a mostrar y defender planes de gobierno, proyectos sólidos para enfrentar los principales desafíos de gestión, ideas que estimulen la participación. 
Lo que hubo previo a las PASO fueron meros esbozos de lo que habría que esperar en caso de que accedan a los puestos ejecutivos. No más.
Se puede generalizar sin temor a que tal o cual candidato se ofenda porque todos, nobleza obliga, opinaron sobre cualquier tema (dólar, empleo, seguridad, educación, salud, etcétera) pero lo hicieron como lo haría un habitué de café bien informado. 
No se profundizó en el análisis, como si tuvieran temor de que el competidor capitalizara una idea valiosa y la vaya a poner en práctica en caso de ganar la contienda.
Como será que existe tan escasa práctica del debate entre candidatos, que la noticia de que el 4 de octubre se daría la primera discusión en público de cara a las elecciones generales repercutió fuertemente en los medios y redes sociales. 
Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa  fueron invitados por la plataforma Argentina Debate para debatir durante dos horas en el ámbito de la Facultad de Derecho de la UBA. 
Con los periodistas Luis Novaresio, Rodolfo Barili y Marcelo Bonelli como moderadores, los tres presidenciables con mayores chances deberían -según los organizadores- poner a consideración del electorado sus programas de gobierno. 
El ex gobernador José Octavio Bordón, miembro de la entidad que propicia la iniciativa, propuso que “además de las propuestas, la gente sepa acerca de la calidad y la capacidad de organización de los equipos que tienen los candidatos”.
Por lo general, los políticos les rehuyen a estas iniciativas porque se sienten -y están- demasiado expuestos. Saben que dar un paso en falso “en vivo y en directo” tendrá sus costos. 
Quien esté dispuesto a gobernar un país requiere, además de carisma y respaldo, de valentía para defender un proyecto y, sobre todo, para hacerlo realidad.

(Diario UNO, 12 de agosto de 2015)
Hasta no hace mucho tiempo las formas contaban. Existían códigos elementales en el trato cotidiano que regían las relaciones humanas y el sentido común.
Hablamos del respeto más elemental, no de cierto formalismo demodé.
Para no hablar de lo que no sabemos, hablemos del país en el que vivimos. 
Esa prescindencia de las formas ya es demasiado evidente como para no preocuparnos e invitar a la reflexión. 
Naturalizarlo todo es lo mismo que desentendernos. Y eso, sepámoslo, tiene un costo. Alto.
Hoy, cualquiera se siente habilitado a sobrepasar o vulnerar el derecho ajeno, como si nada hubiéramos aprendido de los oscuros años de la dictadura militar.
Cualquiera puede cortar una calle para hacerse oír, aunque lo que reclame sea una ridiculez (hinchas de Independiente cortaron el jueves el ingreso a la ciudad porque rechazan que el clásico con Gimnasia se juegue a las 14 y no a las 21).
Leyó bien: el nudo de Costanera y Vicente Zapata, bloqueado por un grupúsculo de no más de 50 personas.
Cualquiera considera que es válido peticionar el pago de una deuda pateando la puerta del despacho del gobernador, como ocurrió el miércoles con jubilados de las fuerzas de seguridad.
Cualquiera puede pegotear en los comercios del centro, en un puente o un árbol, el afiche de un candidato.
Cualquiera puede pintar un graffiti absurdo (no digamos un dibujo artístico, tampoco un mural de esos que embellecen una pared anodina) para dejar un ridículo mensaje en clave que sólo habrán de entender otros desalmados como él. 
Cualquiera cree que está bien cobrar -de prepo- por el estacionamiento (fuera del horario donde legalmente hay cuidacoches municipales)y exigir cifras absurdas, bajo la amenaza de que no habrá garantías de cómo se encontrará el auto a la vuelta.
Cualquier alumno puede usar su celular de última generación para grabar subrepticiamente a un docente en una situación confusa y luego viralizarlo (escracharlo) sin el contexto adecuado, para fomentar una interpretación errónea.
En definitiva, los impunes se multiplican bajo la creencia de que los derechos son para uno y las obligaciones para los demás. 
Con esta mediocre lógica de pensamiento, nuestra sociedad se va pauperizando a pasos agigantados. Lo penoso es que nos acostumbremos y ya nos dé lo mismo. 

(Diario UNO, 9 de agosto de 2015)
Aclarémoslo de entrada: Rondó para Beverly no es un libro. En lo formal, tal vez lo sea. Tiene tapas, solapa, páginas y contratapa. Lo más preciso sería decir que se trata de un emotivo réquiem para una madre y una esposa. La madre de Yves y la esposa del pintor y escritor John Berger.
Quienes hayan disfrutado de otros libros del gran John, un eterno candidato al Nobel, encontrarán sus marcas de estilo: reflexión, sensibilidad y un exquisito manejo de la lengua. 
Su formación como artista plástico le dio ese pulso impresionista para contar ante todo el mundo interior de sus personajes dejando en segundo plano lo que sucede de la piel para afuera. 
Rondó para Beverly reúne textos breves, sentidos, evocativos de esa mujer que con su partida ha dejado un espacio vacío demasiado evidente. Es una pieza de Beethoven la que, a un mes de su muerte, la trae de regreso y detona en padre e hijo la necesidad de plasmar en dibujos y escritos algunas de esas tantas sensaciones que se reinstalan en la casa.
Y lo hacen evocándola desde mínimos detalles: su forma de fumar, sus cejas arqueadas, su pelo (“te lo cepillabas como si avanzaras contra el viento”), su escritorio atiborrado, sus plantas y sus manos, su ropa que ahora busca un destino, sus lentes sin su rostro.
Todo esto intervenido por los trazos de Yves y John que intentan –desde el arte y el amor– que su presencia sustituya a su ausencia. 
En el blanco de las páginas, como en esos silencios que en la música dicen tanto, los Berger dejan flotando una cuantas preguntas para la añorada Beverly. 
“¿Dónde estás mamá? Alguien dijo que los muertos no están en ninguna parte, que ese es su lugar. Pero, ¿qué significa eso?”, interroga el hijo. Y el propio Yves se contesta: “No sabemos lo que es”.
Rondó para Beverly se lee en 10 minutos, pero se relee por un largo tiempo. Lo que dura saborear esas frambuesas cosechadas en la huerta de la mujer inolvidable. 

(Suplemento Escenario, Diario UNO, 9 de agosto de 2015)
La liviandad, la violencia exacerbada y la impunidad que caracteriza a buena parte de lo que circula por las redes sociales suele ser prácticamente una incitación a la justicia por mano propia.
Nadie tiene reparos en pedir la cabeza del otro, insultarle a la familia o adjudicarle un delito aunque no le conste, carezca de pruebas o ni siquiera sea lo suficientemente verosímil.
Ante la publicación de la noticia de un médico acusado de abuso sexual a un niño de su entorno familiar, hecho sin dudas aberrante, en los comentarios de nuestra edición digital se cuestionó que no figuraba el nombre del denunciado.
No hacer público su nombre es para proteger al chico, no al adulto. La sola mención del apellido puede permitir identificar a la víctima.
Sin embargo, el medio de comunicación que respeta la normativa que rige en este tipo de hechos, es vituperado por el comentarista de turno que pide sangre con la facilidad con otro llama a un taxi.
En el plano político, cuando no se coincide con los dichos de la Presidenta o el político equis, las calificaciones hacia su persona son irreproducibles.
Se dirá, a manera de disculpa o justificación, que los comentarios de los lenguaraces se publican en los muros personales de Facebook o Twitter. 
Pero también es cierto que la dinámica que tienen estas redes   muestran que basta una chispa para detonar un incendio a escala global.
La viralización de palabras e imágenes es un proceso tan simple y del que muy pocos son conscientes del daño que puede llegar a producir.
Como todo fenómeno relativamente nuevo, no hay demasiada jurisprudencia en la materia, pero sí casos testigo que, paradójicamente, no circulan ni se difunden lo necesario para informar y formar en la materia.
La posibilidad de usar nombres de fantasía, seudónimos u otras alternativas, facilita aún más la acechante impunidad.
De esa manera, puede pedirse perpetua para el jugador que se perdió un gol increíble o caer en la violencia de género de la forma más burda con supuestos chistes o videos machistas.
No hay mejor filtro para estos desmadres que la reacción crítica de los demás. 
Si se festejan los exabruptos y el ataque per sé, no esperemos que estos maravillosos canales dejen de ser esas cloacas virtuales que son la mayor parte del tiempo gracias a ciertos personajes.

(Diario UNO, 10 de junio de 2015)
Quién iba a decirlo, a vuelta de página, terminó siendo Jaime Suárez el que dio en la tecla.
Cuando el año pasado pergeñamos la sección Da la nota, como parte del rediseño de Diario UNO estrenado en noviembre de 2014, la idea era que él ilustrara cada domingo la figura de la política, el deporte, la cultura o el mundo del espectáculo, que esa semana hubiera dado que hablar. 
Era, según creíamos entonces, un complemento estético del texto. Error. Al cabo de unos pocos fines de semana, quedó claro que no se trataba de una mera caricatura sino de una interpretación del personaje en cuestión.
Hoy, esa página sería impensable sin su arte. Es más, el día que nos reunimos para analizar quién ha dado la nota, pensamos más en cómo se verá él o la elegida al pasar por el tamiz de Jaime que en las razones de por qué fue noticia. 
En cierta forma, siempre queremos darle materia prima para que se luzca y el resultado, que está a la vista en esta exposición, confirma nuestro modesto olfato. 
Jaime ha logrado, mérito suyo sin duda, que lo primero que se busque en el suple DOS sea su caricatura de Da la nota.
Qué mayor premio para alguien que a través del arte consigue abordar la realidad desde un lugar amable sin por ello renunciar a una mirada crítica. 
La celebración de los 22 años de Diario UNO es una buena excusa para reunir arbitrariamente 22 trabajos de los tantos que llevan la firma J.S. y compartir sus creaciones más allá de las páginas.
Antonio Casas era, hasta hace unos días, un docente sólo conocido por  la comunidad escolar del colegio Nicolás Avellaneda, de Palmira.
Pero bastó un hecho de violencia, lamentablemente ya no infrecuente en cualquier establecimiento de la provincia, para que su nombre alcanzará una trascendencia que nunca hubiera deseado.
Es que Antonio, director de esa casa de estudios, fue violentamente agredido por un alumno de 14 años. Y no sólo por el adolescente. También la familia del chico se sumó al ataque, golpeándolo de tal manera que debió ser trasladado de urgencia al hospital Perrupato.
Lo que comenzó con una discusión entre estudiantes del nivel secundario, que luego fueron separados y enviados a sus hogares, concluyó con una reacción desmesurada hacia el sorprendido Casas.
“Nunca pensé que un alumno podía pegarme con tanta saña y rencor”, confesó aún dolido el directivo, quien lógicamente tuvo que tomarse unos días de licencia.
En solidaridad con el docente agredido, los profesores modificaron sus contenidos en los últimos días para reflexionar en cada curso acerca de lo ocurrido.
El viernes incluso no hubo clases para realizar una jornada donde se analizó esta y otras tantas situaciones de violencia, además de rever los protocolos de convivencia escolar.
En función de cómo ocurrieron los hechos, debería priorizarse concretar una reunión obligatoria con los padres. 
Muchas de estas conductas reprochables, entre ellas la falta de respeto hacia los docentes, tienen -por acción u omisión- el aval de los mayores.
Si en casa no se marcan los conceptos básicos para la vida en sociedad, no se puede esperar que sólo la educación formal sea la que cubra todo el espectro de la formación.
Llamativamente, lo que suele ocurrir es que los padres que por meses no se acercaron a hablar con maestros y profesores para saber cómo andan sus hijos, son los mismos que después ante una nota, un reto o un apercibimiento al chico, reaccionan al mejor estilo barrabravas.
El discurso políticamente correcto, y cada vez más endeble, de que en nombre de la contención hay que seguir permitiendo estos actos de violencia sólo engendra más violencia. 
E impotencia. Mucha impotencia. 

(Diario UNO, 21 de junio de 2015)
Cada aniversario de Diario UNO es necesariamente una mirada hacia atrás, para repasar y revisar tanto lo bueno como lo no tan bueno que hicimos en el recorrido, pero también –y he aquí lo que más nos entusiasma– para dirigir la vista hacia lo que vendrá. 
Es allí donde siempre existirá una nueva oportunidad para superarnos, a la vez que ese mañana puede representar una estimulante metáfora de lo que esperamos para la provincia.
Para este cumpleaños número 22, elegimos compartir con nuestros lectores 22 notas en las que los protagonistas son los jóvenes que trabajan para la Mendoza no ya del futuro si no del presente.
Un calificado espejo en el que bien podrían mirarse muchos de los candidatos que este año de numerosas citas con las urnas tendrán que ocupar lugares de conducción estratégicos.
Apostar por las nuevas generaciones, sin despreciar el valor de la experiencia y de los hacedores con oficio, es la principal garantía para que Mendoza dé ese salto cualitativo que todavía no logra concretar en toda su dimensión.  
En cada una de las historias y experiencias que compartimos en esta publicación hay una semilla real, concreta, esperanzadora, para visualizar una sociedad que ya se anima a sintonizar con la evolución de otros puntos del planeta.
Estos jóvenes nos enseñan, aún sin proponérselo, cómo esta provincia puede abrirse al mundo, dejando atrás el estigma de los montañeses que gustan aislarse de los demás.
En estos mendocinos de corta edad y largo futuro simbolizamos el espíritu de UNO: un diario joven que no deja de crecer y aprender en el día a día. 

(Diario UNO, 27 de junio de 2015)
La única forma de evitar que la discusión acerca del pase a planta de los contratados se repita año tras año es que de una vez por todas se transparente el ingreso al Estado.
El fenomenal crecimiento que viene experimentando la plantilla de empleados es directamente adjudicable a cada gestión, sea esta peronista o radical. 
Ninguno achicó, por lo tanto en mayor o menor medida ambas fuerzas políticas fueron responsables de engordar el staff del Ejecutivo provincial.
Y no estamos hablando de puestos claves 
en la salud, la educación o la justicia, si no en áreas u organismos considerados más permeables a la incorporación de militantes o 
personal no imprescindible.
En junio de 2011, el entonces gobernador Celso Jaque firmaba el decreto 1.112, que reglamentaba el régimen de concurso para ingresos o ascensos en el Estado. 
De acuerdo con esa normativa, se afirmaba que una vez publicada en el Boletín Oficial, “nadie más podrá entrar a la Administración Central o ascender en el cargo si no rinde el concurso...”.
Sin embargo, pese a la letra fría, la situación no varió y el Estado siguió engrosando su osamenta.
Uno de los puntos de convergencia en los debates protagonizados por los dos principales candidatos a gobernador, Adolfo Bermejo (FPV) y Alfredo Cornejo (UCR), ha sido el necesario ordenamiento del Estado en materia de personal.
Para el peronista, no se trata de echar empleados si no de hacerlos trabajar más y mejor. Para el radical, hay que garantizarle el puesto a aquellos que trabajan y prescindir de los ñoquis.
Ayer, el oficialismo impuso su mayoría en la Cámara de Senadores y consiguió la homologación de los acuerdos paritarios.
De esta manera se ratificó la incorporación de 1.000 contratados, pese a los planteos puntuales del radicalismo para condicionar a aquellos casos vinculados a cargos políticos.
Sellado lo acordado en su momento en paritarias, la discusión queda nuevamente habilitada para lo que vendrá.
Sincerar que el problema de fondo no es la cantidad si no el para qué, es clave para definir qué modelo de Estado queremos para la provincia. 

(Diario UNO, 10 de junio de 2015)
El culto a la personalidad está dejando en un peligroso segundo plano a las palabras y, sobre todo, a los hechos.
En tiempos donde lo que no se mediatiza pareciera no existir, por lejos resulta más importante el personaje que la persona.
La noticia es el quién y no el qué. Entonces, todo queda reducido a un blanco o negro que elimina el punto medio. La posibilidad de los matices.
Hace unos días, Luis Novaresio (América, La Red) hacía un mea culpa y reconocía que se estaba tornando una mala costumbre que el periodista sea el centro y no el intermediario de una noticia.
Con énfasis, el comunicador reclamaba: “Creo que tenemos que dejar el ego un poco de lado y permitir que el protagonismo lo vuelva a tener la información”.
La autocrítica, realmente infrecuente en los medios, salió de boca de tal vez uno de los más respetuosos colegas que se ven y escuchan en la actualidad.
La brecha que tanto ha marcado a quienes se posicionan a favor o en contra del gobierno de Cristina Fernández, se instaló como concepto hasta en los temas más intrascendentes. 
Así, cualquier discusión deviene en un furioso Boca-River, ya sea para evaluar si un Martín Fierro fue merecido; un árbitro cobró mal un penal; o si la actriz tal iba mal vestida a un evento súper vip.
El problema no es la discusión ni el debate. Lo es que las ideas -en caso de haberlas- quedan invalidadas por la descalificación personal. 
El “qué hablás vos si trabajás en...” deja en evidencia que no se evalúa lo que se dice si no quién lo dice.  
De esa forma, cualquier expresión que provenga de alguien que ya fue tachado de K o anti K, no tendrá ninguna posibilidad de ser debidamente considerada.
Esa permanente antinomia desgasta, frustra y produce un distanciamiento social que a la larga daña más de lo que se cree.
Recomponernos de ese divorcio es una tarea colectiva que en mucho involucrará a quien maneje los destinos de la Argentina post Cristina.
Ese dañino personalismo no es sólo patrimonio de los periodistas. También en la política, el deporte y la cultura, entre otros tantos rubros, refulgen más los nombres y su impronta que lo que en realidad producen o generan en lo suyo.
Todos precisan (precisamos) ese baño de humildad del que hablaba la Presidenta y del que, paradójicamente, ella se excluyó. 

(Diario UNO, 15 de junio de 2015)
Justamente en y con el diario del lunes, podría decirse que no fue sorpresa. El contundente triunfo de Alfredo Cornejo confirmó que las PASO son lo más parecido a una encuesta fidedigna, de esas que no pagan los candidatos y están fuera de toda sospecha. 
Por pereza o convicción, una vez que el votante eligió, difícilmente cambie su voto en las generales. De esto puede dar fe el frente Cambia Mendoza. De aquellos 4 puntos que lo separaban del FPV en las primarias, la diferencia se amplió a X. 
Cornejo confirmó las bondades de la alternancia al recuperar para el radicalismo el manejo de la provincia, tras 8 años en manos del PJ, y se convirtió en el 9º mandatario desde la vuelta de la democracia en 1983.
En la campaña, el actual cacique de Godoy Cruz dio pistas de lo que pretende para Mendoza. Una de sus prioridades, además de la seguridad, será poner en caja el Estado. Una jugada no exenta de riesgo, dado que los gremios del sector público no resignarán las conquistas alcanzadas. Una cosa es querer marcar la cancha desde la oposición y otra muy distinta jugar el partido, armar el equipo y, sobre todo, acertarle al arco.
Antes de recibir la banda tendrá otro desafío: convivir pacíficamente con Paco Pérez los casi 6 meses que le quedan de gestión al peronista, quien aspira a un lugar en el Parlasur. 
Siendo ambos de pocas pulgas, no será una transición sin chispazos. 
Sin embargo, hoy darán la primera señal  de concordia. Se verán las caras a solas para empezar a desandar el camino hacia el 10 de diciembre. Es que las soluciones a los temas 
urgentes no pueden esperar la foto del recambio. Pérez y Cornejo están compelidos a pasar del diagnóstico a la acción. O en criollo: de las palabras a los hechos. 

(Diario UNO, 22 de junio de 2015)
El día de furia que tuvo una docente de la UNCuyo no es otra cosa que el estallido simbólico de tantos de sus pares que aún apelan al freno de mano para no provocar lo que provocó esta profesora con su sincericidio.
Sin buscar justificarla, pero sí tratando de entender por qué llegó a tal catarata de epítetos, exabruptos y recriminaciones, lo ocurrido con esta mujer que no pudo más amerita la reflexión.
El sólo hecho de que lo ocurrido haya trascendido porque un alumno, es decir uno de los que estaba siendo cuestionado por la falta de atención e interés en clase, haya filmado con su celular los dichos de la profesora, confirma en cierta forma que el reclamo de fondo de la mujer no era para nada infundado.
Tras viralizarse a través de Facebook y de los medios digitales, se instaló el bienvenido debate. 
Buena parte de los opinadores ad hoc respaldaron el cuestionamiento realizado a estos adolescentes del último año del colegio secundario, aunque muchos de ellos advirtieron –y con razón- que no era ni la forma ni el lenguaje apropiados para un formador. 
En tren de justificar a la docente desbocada, muchos sinceraron una situación que se repite en la mayoría de los colegios: los chicos no prestan atención, se duermen en clases, no se despegan del celular, no se comprometen con el trabajo en equipo y así podríamos seguir unas cuantas páginas.
Nada de esto, por supuesto, justifica un vocabulario vulgar y agresivo, mechado de insultos y amenazas a los estudiantes. 
Es ahí donde lo razonable del reto y el poner las cosas negro sobre blanco colocan a la docente en el banquillo de los acusados en lugar de quienes genuinamente merecerían ocuparlo: esos alumnos que son un elocuente canto a la desidia.
Como una letanía, que sí les debe haber llegado a unos cuantos del curso interpelado por la profe furiosa, quedó flotando en ese curso del DAD una preocupante advertencia y es que están a apenas seis meses de ingresar a la Universidad.
La UNCuyo abrió una investigación para saber con precisión cómo ocurrió lo que se conoció por las redes sociales, pero reconozcámoslo: cuando se habla del bajísimo nivel de quienes acceden a los estudios superiores, ¿a alguien le sorprende que tengan tantos problemas de comprensión y adaptación?
La docente del estallido no hizo más que blanquear lo que sienten muchísimos docentes que trabajan con pasión, pese a los magros sueldos, los padres que miran para otro lado (o golpean, como el caso del director de Palmira) y los alumnos que creen que la vida pasa por Whatsapp, Facebook o Twitter.

(Diario UNO, 26 de junio de 2015)

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