Día extraño, agridulce. Por un lado, la emotiva celebración por los 30 años de democracia. Por el otro, violentos enfrentamientos, saqueos y muertos en Tucumán y Chaco. 
Dos caras de un mismo país. O más bien, dos países en uno. Dos visiones contrapuestas de una Argentina que, a pesar de las tres décadas de recuperado el imperio de la Constitución, no logra encauzar a sus habitantes en un mismo rumbo.
No se trata del color político, de quien gobierna o quien señala desde la oposición. El dilema de siempre es por qué con todo el potencial de recursos humanos y productivos que cuenta esta nación no puede despegar y jugar de una vez por todas en las ligas mayores.
Bastó el reclamo policial de los policías cordobeses para provocar un efecto en cadena del cual aún es difícil dilucidar cuál será el resultado final.  
El planteo de los uniformados, que ya se extendió por todo el territorio nacional  se ha desmadrado de tal manera que ya excede largamente el justo pedido de aumento salarial.
Mendoza no ha estado ajeno a este conflicto con la fuerza policial. Sin llegar al grado de violencia de otras plazas, la tensión y la paranoia  han llevado por estos días a que en determinados momentos muchos comercios cerrarán por temor a ser víctimas de saqueos.
Más allá del planteo de fondo, lo que va saliendo a superficie denota años de parches, de políticas inconclusas en materia de seguridad, y de falta de cintura política de quienes conducen y quienes están en la oposición.  
Y en cuanto a los uniformados, muchos de ellos siguen sin entender que se les ha confiado el poder de las armas y que deben velar por  todos, aunque su necesidad de ganar un sueldo digno sea un derecho compartido.
Ni la clase política ni la fuerza policial ha estado a la altura de una negociación que debería haber transcurrido por los canales que marca la ley y no por el camino del apriete, la amenaza o directamente la cuestionable decisión de dejar desprotegida a la sociedad acuartelándose.
Se llegue o no a un acuerdo, el daño ya está hecho. La confianza en quienes deben protegernos quedó muy resentida. Deberán trabajar mucho los distintos actores de este conflicto para renovar el pacto social. 

(Diario UNO, diciembre de 2013)
La constante prédica que Francisco viene sembrando desde el inicio de su papado  ha tenido más eco en el resto del mundo que en su propio país.
El pontífice brega constantemente por el entendimiento y la integración de los distintos sectores de la sociedad. Propone como consigna básica la tolerancia y el respeto por aquel que piensa distinto. 
Sin embargo, este agitado diciembre en la Argentina es todo lo opuesto a lo que nos insta el líder de la Iglesia católica. 
La intolerancia, el egoísmo, la búsqueda del beneficio sectorial antes que el general, el tomar como enemigo al propio vecino, son gestos de quienes no entendieron el claro mensaje de Francisco.
El reclamo policial que se multiplicó en los últimos días en la mayoría de las provincias parecía partir de una necesidad elemental, como lo es el de contar con un salario acorde a la incremento del costo de vida.
Sin embargo, el planteo se desmadró y pasó a un punto sin retorno, en el que hubo desde saqueos hasta víctimas fatales.
A este estado de las cosas, la presidenta Cristina Fernández lo consideró una extorsión, culpando a las fuerzas de seguridad de liberar zonas para el delito y responder a una planificación que excedía el conflicto policial.
Independientemente de cuánto de esa percepción sea comprobable y real, el poder político quedó como el Rey desnudo. 
El pataleo de los uniformados se salió de madre y nadie estuvo a la altura de una situación tan grave que aún no se termina de evaluar en profundidad.
En realidad, no se trata solamente del conflicto policial. Es la constante confirmación de que el proyecto de país que soñaron alguna vez nuestros próceres sigue sin cristalizarse.
A la luz de lo ocurrido en otros diciembres que marcaron la historia, el clima social de este mes trae dolorosas resonancias. Así lo refleja por estos días Juan Carr, el titular de la Red Solidaria, quien propone la simbólica campaña “por un diciembre en paz”. Consigna que Francisco haría propia sin dudarlo.
En su última edición, la influyente revista Time eligió al Papa como “personalidad del año”. Una decisión editorial que ante todo está premiando el eco universal de un mensaje tan simple de entender como complicado de llevar a cabo.  

(Diario UNO, diciembre de 2013)
Tan sensible es el tema de la inseguridad que la menor chispa inicia un incendio cuyas proporciones es muy difícil de precisar.
Y no es sólo el caso de Mendoza. En casi todo el país la seguridad es motivo de debate y preocupación.
En Buenos Aires recientemente hubo cambios en la cúpula de esa área, la Nación trasladó gendarmes desde las provincias y hasta el candidado kirchnerista habló de bajar la edad de imputabilidad de los menores.
Desde sectores de la oposición adjudican este súbito interés en la materia a los malos resultados de las PASO. Pero si así fuera, cuál sería el problema si en realidad se hacen eco de un clamor popular, no de una chicana propia de una previa electoral.
Muchas encuestas sitúan a la inflación a la cabeza de las preocupaciones de los argentinos, sin embargo lo que a diario palpan en la calle los periodistas es un miedo creciente ante un delito  que no mengua. 
Por eso cuando ocurre un asesinato como el del médico Sebastián Prado la sensación de desprotección y temor es aún mayor. Sobre todo al darse en una acción tan común y cotidiana como salir a la calle y subirse a un auto con la familia. 
Rápidamente uno piensa que podría haber estado en su lugar, que esa bala podría haber recalado en el propio cuerpo o en el de un familiar. 
Al manifestar su preocupación, el ministro de Seguridad, Carlos Aranda, reconoce que la problemática de la inseguridad es multicausal. No se puede ni se debe abordarla desde un solo aspecto.  En ese sentido, la reunión de ayer entre el Gobernador y el procurador de la Corte es un paso importante que no debe quedar sólo en la mesa de trabajo que se prometieron. 
La marcha de ayer para pedir justicia y seguridad, motorizada a través de las redes sociales, tenía una consigna de esas que movilizan hasta a los más apáticos: “Hoy fue Sebastián, mañana podés ser vos”. 
Vislumbrar que nos puede tocar a cualquiera está despertando un sentimiento colectivo muy particular. Una señal que los tres poderes deben leer inteligentemente para no dejar pasar un minuto más sin trabajar en conjunto en busca de soluciones reales. 
Ya no alcanza con un voto castigo. Al delito no le importan los colores políticos.
De ser cierta esa frase que postula que “cada país tiene dos historias: la oficial y la verídica”, el rol de los historiadores adquiere  entonces una relevancia aún mayor.
Por estas horas, Mendoza es
por primera vez sede de un encuentro que reúne a unos 5.000 historiadores de todo el país.
La Facultad de Filosofía y Letras oficia de anfitriona de estas jornadas que se realizan cada dos años y cuyo objetivo central es generar un espacio de discusión.
El menú para el debate es amplísimo: historia antigua, medieval, moderna y contemporánea; la historia política, social, cultural y económica; y un tema esencial y ríspido: los distintos abordajes en torno de la enseñanza.
Con los años, esta auténtica cumbre de pensadores se ha convertido con justicia en el mayor ámbito de reunión de historiadores argentinos; a los que suman su rico aporte  pares provenientes del resto de América y de varios países europeos. 
En una temporada marcada por eventos culturales (Vendimia, Indio Solari, Feria del Libro) y deportivos (Los Pumas, fútbol de AFA, peleas por el título mundial), este masivo encuentro de investigadores y difusores de la historia muestra la importancia que adquirió Mendoza como destino para la realización de todo tipo de eventos.
La provincia cuenta con numerosas instituciones que garantizan la preservación de la memoria local, entre ellas la Junta de Estudios Históricos de Mendoza. 
Lo fundamental es que las nuevas generaciones son conscientes de que la historia ya no es un capítulo cerrado. Por eso se siguen creando espacios que nos recuerdan el ayer, como el Memorial Sanmartiniano, por con la mirada puesta en el hoy.
O el centro cultural Julio Le Parc que nos proyecta hacia el mañana con una agenda cargada de actividades. Numerosos jóvenes maduran en ese ámbito las más variadas creaciones en materia de música, plástica, teatro y literatura. Ellas hablarán por nosotros dentro de no muchos años. Dejarán una marca que unirá a las de sus predecesores.
La historia es eso que se construye minuto a minuto, por eso necesita de aquellos que acepten el desafío de contar la película completa, no sólo la oficial. La verídica.
Antología sustancial de poemas y canciones, de Vinicius de Moraes. Adriana Hidalgo editora. 399 pág.

Si hay un escritor al que puede catalogarse de popular sin exagerar es Vinicius de Moraes. Además de la producción poética que volcó en sus distintos libros, el poeta brasileño alcanzó esa dimensión por haber sido autor de piezas clásicas de la música de su país, como Insensatez, La felicidad o la emblemática Garota de Ipanema, entre otras tantas compuestas junto a músicos de la talla de Tom Jobin, Toquinho, Baden Powell y Chico Buarque.
Sin embargo, al menos en Argentina sus libros prácticamente no se encontraban. Para saldar esa deuda, en el año del centenario del nacimiento de Marcos Vinicius da Cruz de Melo Moraes, el argentino Cristian De Nápoli le dio forma a esta Antología sustancial que como gran virtud presenta no sólo una selección de todos sus libros, sino que también suma sus principales letras de canciones y otros textos que no habían sido traducidos al español.
El impecable trabajo de De Napoli se completa con una biografía cronológica, un listado de sus publicaciones y una singular entrevista realizada en 1967 por un grupo de los amigos del escritor.  
Esta edición bilingüe permite apreciar las sutilezas de la traducción, en la que el antólogo recupera el “espíritu” del poema sin ceder al férreo equivalente del idioma original. De principio a fin, Vinicius se reconoce como “un poeta: un bicho triste/ esclavo de la belleza”.
Además de lo esencial, es decir acompañar desde la lectura la evolución de su poética desde su primer libro, O camino para a distância, con apenas 20 años, hasta El debe y el haber, obra en la que trabajaba cuando lo sorprendió la muerte a los 68 años, esta antología nos revela un Vinicius siempre cultor de un humanismo marcado por esa saudade (nostalgia, añoranza) que no es otra cosa que la conciencia de que la vida pasa y nos lleva puestos.
Poeta, dramaturgo, crítico de cine, diplomático y hasta cantante, si algo marcó a fuego la vida de Vinicius fue la pasión expresada a través de la palabra y la atracción por la mujer (¡9 veces se casó!). Antología sustancial recupera buena parte de su producción del vate, a la vez que acerca a las nuevas generaciones la obra de un trovador tan simple como profundo.


Rubén Valle
Cuando la expresión “lo dije a título personal” viene de boca de un funcionario público, algo empieza a hacer un poco de ruido. 
No porque no se puedan tener visiones que vayan a contrapelo del gobierno al que pertenecen, sino porque cuando se emite una opinión a través de los medios o de las redes sociales no se puede ser tan ingenuo de creer que los receptores no van a ligar esos dichos con el cargo que ocupan. 
Un tema en apariencia menor como el de la ex reina vendimial Flor Destéfanis preguntándose quién pudo haber votado al candidato de la izquierda, Nicolás Del
Caño  (a la sazón elegido como quinto diputado por Mendoza), adquirió otra entidad porque quien inquiría hoy es nada menos que la responsable del estratégico Centro de Congresos y Exposiciones.   
Tras su supuesta inocente pregunta a través de Twitter, la bella funcionaria intentó poner paños fríos: “Sólo pregunté por los fundamentos de su decisión, lo que seguro me servirá para la autocrítica personal y de mi partido”. A esa altura la polémica se había viralizado de una manera notable. 
Pero este caso no es ni el primero ni el último. Todo el tiempo asistimos a cruces similares que, nobleza obliga, terminan llenando espacio en cuanto medio acepte hacerse eco del tole tole.
Sin bucear demasiado, ahí están los recientes ejemplos de Alfredo Casero o Víctor Heredia, quienes se expresaron en distintos temas por medio de las redes y generaron un revuelo tal que al final terminaron opinando desde actores hasta políticos. 
Más allá de las posiciones que cada uno esgrima en estos por momentos alocados duelos verbales, lo que hay que celebrar producto de los 30 años de democracia es que se pueda opinar libremente. Después, que esto se produzca en un contexto de intolerancia y, por qué no, de mala fe de algunos, ya es otro tema. 
El nivel de exposición que posibilitan las redes sociales es un arma de doble filo. En apariencia democratiza la libre circulación de las ideas, pero por otro lado deja expuestos a quienes opinan a que sean bastardeados o, en el mejor de los casos, a que le alimenten su ego.
EI dato fue confirmado desde el Hospital Central. En esa guardia crece diariamente la cantidad de atenciones a jóvenes que llegan intoxicados por el consumo eventual o habitual de drogas.
El tema en debate ya no es si hay que despenalizar la marihuana o no, se trata de reconocer que las drogas duras también son parte de la realidad de los mendocinos. 
Y un paso más en el consumo, como si ya se hubieran superado etapas previas de "sondeo", es la brutal experimentación, lo que lleva a muchos chicos a mezclar el alcohol con todo tipo de sustancias.
Para  los médicos de guardia, una imagen frecuente es ver llegar a amigos del consumidor asustados por el estado de quien se pasó de la raya. 
Algunos presentan trastornos cardiovasculales, arritmias cardíacas, alucinaciones, vómitos. 
Pero el problema no termina allí. Recién empieza. Una vez tratados por los médicos del Central, muchos toman consciencia de que necesitan un tratamiento para abordar su problema de adicción.
El caso del rugbier de 21 años que murió  por una sobredosis en Maipú disparó un debate necesario. 
La droga está absolutamente instalada en Mendoza y aunque se hayan incrementado los operativos y controles, nunca se termina de llegar al fondo y dar con los verdaderos estrategas del comercio.
Cuando esto se intenta, ocurre lo que pasó en Santa Fe, donde mafiosos dispararon contra la vivienda del gobernador y donde las cifras de homicidios en manos de la mafia ya superan los 180 crímenes en lo que va del año.
Es de tal gravedad la actualidad de esta problemática social que hasta la reciente Conferencia Espiscopal se expidió al respecto. En sus conclusiones, los obispos advirtieron con dureza de que hay una "situación de desborde y de difícil retorno".
Sobre todo, el cónclave hizo un fuerte llamado a la dirigencia política y social argentina para que tome medidas urgentes y así dar pelea a este flagelo.
Aunque sean puntas extremas de un mismo lazo, la muerte de un joven y el avance del narcotráfico son un llamado de atención para enfrentar este alerta rojo con decisión y valentía.

77 historias, de Ernesto Simón. Ed. Milena Caserola. 2013

Mientras el mercado sigue poniendo sus fichas, es decir su maquinaria de marketing y su poder de fuego, en no dejar que la novela baje del trono, el crecimiento de la narrativa breve es imparable. Aquí, allá y en todas partes. En ese lote cada vez más laxo ocupa un lugar expectante 77 historias, reciente libro del escritor y periodista sanjuanino Ernesto Simón. Lo suyo, como buena parte de los micronarradores, es la libertad temática y formal a la hora de contar. Porque esa es la clave de este formato: relatar una historia con la impronta del “había una vez”. 
Simón puede ir al pasado, saltar al mañana o quedarse un rato en el presente como el profesor loco de Volver al futuro. Puede contar en primera persona, en tercera o en segunda. Historias de fútbol, rock o derechos humanos. Historias para la empatía o la  contemplación. Hablar de los locos, los solos, los perdedores. Y sí, también del amor y de la muerte, esas epifanías clásicas que son la vida misma. En 77 historias cabe todo eso y más también. Hasta el suicidio de Van Gogh como negro colorín colorado. 

Rubén Valle
Todos dicen conocerlo. Y si no lo conocen, al menos han oído hablar de él. Lo cierto es que le tienen miedo. Todos.Tiene 14 años, le dicen El Tonga y anda armado hasta los dientes. Se le adjudican unos cuantos asaltos y hasta lo vinculan con un homicidio. 
Por ahora, su principal radio de acción es Guaymallén y aunque la policía lo tiene en la mira y ya lo ha detenido un par de veces, el adolescente se jacta de la impunidad que le garantiza su corta edad.
No es casualidad que muchas bandas delictivas recurran a chicos para usarlos en determinados golpes; saben que no son imputables y que, a lo sumo, después de unas horas serán liberados. En la mayoría de los casos, son sus propios padres los que van a buscarlos como si los retiraran de la escuela.
Como otros pibes de su generación, El Tonga no está ajeno a la tentación de exhibirse en las redes sociales. En su perfil de Facebook, este adolescente gusta alardear posando con armas de grueso calibre, de esas que meten miedo de solo verlas.
En lo que no difiere de antecesores famosos de la “talla” de El Morocha, el Caconi y El Perro Videla, entre otros, es en la autoconciencia de la creación de su mito. En su ámbito ilegal, un código básico indica que mientras más robos -e incluso muertes- cargue en su haber, más respetado será entre sus pares del hampa.
Dado que claramente el chico no tiene contención familiar, desde el Ministerio de Seguridad pretenden que se tome una medida tutelar para que un juez de Familia decida los pasos a seguir que garanticen que el menor esté protegido y no reincida. 
Esto significa que se disponga que pase a manos de otros familiares o bien de una institución sanitaria del Estado para monitorear su desarrollo emocional y físico y, en caso de que correspondiese, someterlo a un tratamiento psicológico.
Motivado por el fragor de la previa electoral, el debate para bajar la imputabilidad de los menores a los 14 años irrumpió en escena. Esto  no hizo más que confirmar que en nada cambia correr uno o dos años el corte legal si no se trabaja desde la base apuntando a la inclusión. No sólo la del chico sino la de toda su familia, a través de las posibilidades que otorga contar con trabajo, estudio y alimentación.
Para llegar hasta ellos hay que atravesar casi tantas puertas como el Agente 86 cuando ingresaba a las oficinas de Control. Una vez adentro, ya en el cara a cara, todos extienden la mano para el saludo de bienvenida. En la otra, la mayoría tiene su carpetita, su puñado de papeles, sus poemas o sus cuentos. Sus alas. Aquí, las metáforas son tan importantes como el pan o el agua. O las visitas.

Sus caras, sus manos, sus miradas, son tatuajes más reales que aquellos otros que portan en los brazos o el cuello. Reflejan vidas durísimas, las mismas que intentan decantar en sus escritos ante la mirada paternal y compañera del profe Lucio Albirosa.
Están aquí pagando su deuda con la sociedad, algo que en la charla entre este poeta invitado y ellos, los anfitriones del taller literario, irá apareciendo en forma de testimonio informal, o de relato al hueso, o de versos sanguíneos. Directa o indirectamente lo que escriben es parte de un espejo que los desnuda más que la peor requisa.
La poesía aquí es parte de la catarsis pero también es esa ventana por la cual cada día pueden ver el mundo que hoy tienen vedado. Y más también.
En sus palabras ponen el cuerpo como antes lo pusieron en la noche más brava, en un cuerpo a cuerpo, o en el fuego cruzado.
Han descubierto, nunca es tarde para eso, que la poesía es una forma de autoconocimiento como pocas, una vía de expresión donde pueden gritar lo que en otro ámbito deben callar a la fuerza.
“Literatura en alas” es ni más ni menos que la posibilidad de volar. Gracias por ayudarme a ver cuán cierto es lo que dice la canción: “La vida es una cárcel con las puertas abiertas”.


Rubén Valle. agosto de 2013
A mitad de camino entre la de Guillermo Moreno y la de Oskar Schindler, la lista que integra la Libreta de los Muertos es el singular registro que lleva desde hace largos años el iconoclasta Fernando Vallejo. El escritor colombiano alimenta casi a diario un inventario de la gente que conoció y ya murió. Según su propia estadística, al momento de la publicación de su último libro, el reciente Peroratas, son unos 750.
Para decidir quién entra o queda fuera del racconto necrológico, el autor de La virgen de los sicarios considera que el muerto debe haber estado aunque sea un instante al alcance de sus ojos.
Sus finados pueden incluir desde Sartre, a quien vio de cerca en un café de Roma, hasta su amada/odiada Colombia, país en el que nació y del que abomina (por algo hace más de 40 años que reside en México).
Vallejo, quien dice estar en la edad de los entierros, está convencido de que los muertos quieren seguir manejándonos desde el más allá, recomienda la cremación porque “con tanto vivo ya no hay donde enterrar a tanto muerto” y se pregunta cuántos muertos tendríamos el resto de los mortales si quisiéramos empezar a llenar ahorita mismo esa funesta libreta. “¡Pobrecitos! La que les espera. Una vía dolorosa cargando muertos”, apunta con sorna.   
Al cineasta abandónico y defensor de animales pobres y ausentes, no le preocupa su muerte, lo que le aterra es el olvido. Si pensaron que la respuesta es Google o Wikipedia, el desbocado Vallejo les dirá que no, que esos no son otra cosa que “el basurero del olvido”. Serán, piensa uno, los libros los que una vez más se encarguen de poner al autor en la misma heladera que Walt Disney.


(En suplemento Escenario, Diario UNO, 31 de agosto de 2013)
Entre creer o reventar, todavía la mayoría seguimos optando por creer. Ahora bien, la cuestión es en qué, en quién.
Es frecuente escuchar que vivimos en una época marcada por un crisis de fe. En esto bastante colaboran las instituciones religiosas que atraviesan sus propias crisis. 
Conducidas por falibles humanos, enormes esfuerzos les cuesta sostener su propio dogma. Los líderes que se han salido del redil no han quedado en el anonimato porque la amplia oferta de medios y redes sociales impiden que ciertos desatinos no trasciendan.
El descrédito de esos conductores que ya no dan el ejemplo es tan grande que los distintos cultos ven cómo sus fieles empiezan a migrar en busca de otros espacios más confiables que los contengan. 
La irrupción de un personaje como el papa Francisco, con llegada a escala planetaria, ha servido para revertir -al menos en el catolicismo- una vertiginosa caída de imagen y de feligreses.
La respuesta positiva conseguida tras la designación del pontífice argentino se vio claramente plasmada en la Jornada Mundial de la Juventud, realizada recientemente en Brasil. Allí se vivenció un clima de armonía como hacía mucho que no se veía.
Con un mensaje simple y mano firme para tomar decisiones largamente postergadas en el seno de lo más rancio de la cúpula esclesiástica, Francisco logró una reacción concreta: la reactivación de un sueño colectivo basado en la fe.
Reflejar este tipo de vaivenes en un rubro por demás sensible en las personas es uno de los objetivos que se trazaron los investigadores del Conicet para darle forma al singular Atlas de las creencias religiosas en la Argentina.    
Allí se revela, por ejemplo, que en Cuyo la creencia en Dios es más alta que en el resto del país. O que también por estos lares se cree más en los ángeles que en las vírgenes. O que se reza más en la casa que en una iglesia.
Se adore a un dios determinado o a un santo pagano, lo que prima en los encuestados para este trabajo es la necesidad imperiosa de creer. ¿En qué o en quién?, es la pregunta que puede llevar la vida entera responder.

(Diario UNO , 29 de agosto de 2013)

De los libros al CD, la obra del poeta Jorge Boccanera hace un alto en el camino para Jadeo del viaje. El autor se toma un respiro para una charla con Escenario

Por Rubén Valle

Fascinado por la fauna humana que orbitaba en torno del puerto de Bahía Blanca y por esas raras avis que desembarcaban en la peluquería de su abuelo, el pibe que amaba las historietas y luego a las mujeres nunca echó raíces. Todo lo contrario. Su nomadismo lo llevó a hacer camino al andar y a traducir ese periplo sin fecha de vencimiento en una sólida obra poética, narrativa y periodística con escalas en Costa Rica, Panamá y México.
Buena parte de ese destino de trovador ancló –momentáneamente, valdría aclarar– en el CD intitulado Jadeo del viaje, editado por la mexicana Ediciones Pentagrama, en su colección La Palabra. 
Apelemos al portugués José Saramago para que dé pistas de ese devenir sonoro: “No hay espacios libres en la poesía de Boccanera. Cada palabra extiende la mano hacia la siguiente, la agarra con firmeza, de modo que la intensidad del sentido se ve duplicada y luego se multiplica en un crescendo continuo”.
En un alto de su marcha irrenunciable, el autor de obras como Bestias en un hotel de paso, Los espantapájaros suicidas, Polvo para morder y Sordomuda, habla con Escenario acerca del viaje como “un diálogo que nunca termina”. 
–¿Cuál fue el disparador de este proyecto?
–La iniciativa partió de Modesto López, director del sello musical Pentagrama en México; un tipo incansable que no deja de poner a funcionar proyectos. Nos conocíamos del exilio en tierra azteca tras el golpe militar del 76, él estaba armando la colección XCRCXY de textos en la voz de sus autores –incluyó entre otros, al ecuatoriano Antonio Preciado, el salvadoreño Roque Dalton y a nuestro Juan Gelman– y propuso que me sumara. Se hizo una primera edición en 1999 y en 2000 salió con otra portada una nueva edición.
El título sintetiza claramente tu destino errático…
–El nombre Jadeo del viaje tiene que ver con ese tránsito por diversos países de América Latina que comencé justamente cuando salí de Argentina con los militares en el poder. Un viaje que es diálogo y que aún no termina. De junio a fines de ese ‘76 recorrí Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala, antes de recalar en México. Fue el inicio de ese “jadeo”, vale decir una respiración que quedó, creo, en el fondo de lo que escribo. Eso mismo han dicho algunos críticos y la idea no me parece mal. Lo que sí podría sonar extraño es que una de mis antologías aparecida en Colombia se llama Tambor de jadeo, y esta reiteración de la palabra “jadeo” podría llevar a pensar en un problema bronquial, ¿no? 
–¿Por qué México, donde se editó el CD, apuesta más a los poetas?
–Es un tema largo que excede esta entrevista, con muchos aspectos a observar. Hay que analizar qué espacios ha tenido y tiene la poesía en la sociedad argentina. También habría que ver el lugar que ocupa la cultura en general. Y dentro de lo cultural, los aspectos más aventurados y venturosos de búsqueda creativa. El arte rompe moldes y quienes administran estos espacios son muy estructurados, cuando no dependientes del mundillo mediático o los encumbramientos efímeros impulsados por  las grandes editoriales. En el resto de Latinoamérica el poeta ha funcionado incluso como espacio emblemático: Darío representando a Nicaragua, Martí a Cuba, Neruda a Chile, López Velarde a México… pero como dije, el tema es lungo y daría para rato. 
–¿Cómo fue el proceso de selección de textos para el CD, teniendo que sondear una obra tan extensa como la tuya?
–Debo confesar que mis antologías no son muy “pensadas”. En general, salen de una especie de matriz de una de mis compilaciones, Marimba, que se viene reeditando en diversos países desde 1989 y que en cada edición agrega letras de canciones y poemas inéditos. Claro que hay algunos pocos textos que se perfilan por delante de otros debido a la preferencia de algunos lectores. Pero trato de que estas y otras compilaciones –entre ellas Zona de Tolerancia, Antología personal, Sombra de dos lugares y Servicios de insomnio– den un amplio panorama de lo que escribo, aun de mis textos escritos en la adolescencia. 
–¿Qué opinás de los discos de otros poetas?¿Sos de escucharlos?
–Me gusta escuchar en su voz a los poetas. Tengo grabaciones de muchos, aportan un fraseo, una respiración personal e intransferible. Recuerdo que el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón se refirió, escuchando recitar a Neruda, a esa voz entre gangosa y monótona que sin embargo iba capturando a su auditorio, decía, como si fuera una boa constrictora. 
–Amigo de grandes músicos, sorprende que la mayoría de los poemas no “dialoguen” con una música de fondo…
–Podría ser, habría que ver qué tipo de música. Me ha pasado que en algún recital me pusieron una especie de acompañamiento, unos acordes de fondo que no iban en la misma dirección que el texto que estaba leyendo. Cuando esa música de fondo no tiene el mismo clima, distrae. De todos modos, alertado sobre ese aspecto, podría pensarse algo así para un próximo CD. 
Incluiste a Raúl Carnota y Alejandro del Prado cantando tus textos. ¿Fue idea tuya o una propuesta de los editores?
–Fue una idea conjunta con Modesto López, el productor. Y en lo personal, la música de ambos amigos me representa. 
–¿Habrá una segunda parte donde entren Palma Real y tus poemas más recientes?
–Ojalá. Depende del interés que haya en ese sentido por parte de compañías que editan este tipo de trabajo. Y si sale algo, por supuesto va a incluir poemas de Palma Real como también textos nuevos de un libro que vengo escribiendo y corrigiendo hace años y que tiene el nombre provisorio de Monólogo del necio. Volviendo a Palma Real, me gustaría un DVD que uniera la voz del poema con música y con imágenes de la selva 
centroamericana.

(En suplemento Escenario, 10 de agosto de 2013)
Por Rubén Valle

Frase hecha pero no por eso menos cierta aquella que sostiene que “hay que saber escuchar el mensaje de las urnas”.
Las a priori minimizadas PASO arrojaron resultados de una contundencia tal que ninguno de sus protagonistas debería dejar de analizarlas en profundidad.
Se sabía que estas primarias jugarían un rol clave de cara a las legislativas de octubre, pero algunos resultados fueron tan marcados que la cuenta regresiva a octubre promete ser de una intensidad fuera de lo común.
Aunque en el discurso del domingo por la noche la Presidenta no se mostrara preocupada ni con intenciones de un mea culpa público, el voto castigo al kirchnerismo en todo el país impacta fuertemente en su gestión.
El triunfo de Sergio Massa sobre Martín Insaurralde y el de su ex vice Julio Cobos en Mendoza, fueron dos de los golpes más duros que recibió el Frente para la Victoria. 
Pero no los únicos. En Córdoba se impuso el candidato de De la Sota. En Santa Fe no sólo perdió ante Binner sino también con el humorista y referente del PRO, Miguel Del Sel. Y en un reducto ultra K como Santa Cruz cayó estrepitosamente ante el radicalismo.
Sería ocioso hacer un recorrido más amplio de esos y otros números que resonaron con fuerza  en el universo de Cristina Fernández.
Al menos en la provincia, el PJ a través de las voces de Alejandro Abraham y Omar Félix se animó a admitir no sólo la derrota sino también que hubo errores. A pesar de los resultados, en el ambiente del bunker del FPV flotaba una certeza: para octubre habrá que salir sí o sí a caminar mucho más la provincia. 
A escuchar más, a sondear por qué el que supo votarlos alguna vez hoy los castiga apoyando, entre otros, a figuras emergentes como Nicolás Del Caño, el ignoto referente de la izquierda local que se transformó en la gran sorpresa de la reciente elección.  
Todo indica que la mística que caracteriza al peronismo activará una vez más ese orgullo herido para intentar revertir las cifras en octubre.
Lo que no debe perder de vista es que Julio Cobos picó en punta y ya tiene entre ceja y ceja el 2015. 

(Diario UNO, 13 de agosto de 2013)
Por Rubén Valle

“La elección es en octubre”, había relativizado hace unos días Francisco Pérez. De esta forma el gobernador empezaba a abrir el paraguas ante unas primarias que venían de nalgas para el Frente para la Victoria.    
Por más que se sabía de antemano que estas PASO no despertarían pasiones, eran estratégicas para mostrar la radiografía de lo que se (nos) viene. En ellas habríamos de encontrar las pistas del futuro mapa político. 
La victoria del radical Julio Cobos no sorprendió ni a propios ni a extraños. Hasta la encuesta menos “tuneada” lo daba primero, lejos del peronista Alejandro Abraham.  La incógnita era cuán amplia sería la brecha entre uno y otro.  
Al cascoteado ex vicepresidente este triunfo lo posiciona muy fuerte para octubre, en un capítulo clave para su aspiración mayor: la presidencia en el 2015. Al cacique de Guaymallén, en cambio, lo obliga a trabajar desde hoy mismo para revertir este resultado y, tal vez lo más difícil, disipar la sensación generalizada de que el proceso kirchnerista está llegando a su fin.
De ahí que todas las luces apuntaran hacia Buenos Aires, donde la puja entre Sergio Massa, a la cabeza del Frente Renovador, y Martín Insaurralde, el candidato de Cristina, era la foto clave para visualizar la Argentina post K. 
Allá ganó Massa, aquí Cobos. El  escenario para el Frente para la Victoria no es el mejor, pero el peronismo sabe lamerse a tiempo las heridas para volver a dar batalla. 
Raras estas PASO. Y si no que lo diga el referente de la Izquierda Nicolás Del Caño, ese “tapado” que se les coló a veteranos como Iglesias, Montbrun o Cassia. 
Raras pero tranquilas. El clima relajado camino al cuarto oscuro sintetizó lo que representaban para muchos: un trámite más. Que la consigna se limitara a votar a los candidatos a diputados nacionales  y no hubiera que recurrir a la tijerita para armar el rompecabezas de las listas sábana fue todo un alivio. 
Octubre, también en estos menesteres, será otra cosa.
(Diario UNO, 12 de agosto de 2013)

Por Rubén Valle


Lo esencial, mal que le pese a Saint-Exupéry, a veces puede ser visible a los ojos. Sobre todo, si tiene como escenario la infancia. Ahí es donde pone la lupa el autor gallego Manuel Rivas para hacer de Las voces bajas un fresco de la vida cotidiana, con raíces en los años ’60 y ’70.
La materia prima es la biografía propia. Esa gente corriente de La Coruña que bajo el amplísimo rótulo de familia sitúa el foco en un padre albañil que busca agua en su casa como otros oro en la montaña, una madre que habla sola para leer la vida, una hermana mayor y anarquista, y un elenco (in)estable de vecinos, amigos, emigrantes, muertos, animales y raras avis que completan un álbum singular que se revela tan maravilloso como conmovedor.
He aquí un ajuste con la memoria en el cual, pericia o estrategia del narrador, lo “verdad histórica” se une a la imaginación en un maridaje donde no importa cuánto hay de una como de la otra sino cuán verosímil es ese cuento que nos cuentan. Para el cual el autor parece “extraer las palabras de las grutas de las encías”.
Como en el resto de la obra de Rivas, autor de imperdibles como El lápiz del carpintero o ¿Qué me quieres, amor?, el tono poético marca cada frase. En Las voces bajas es inevitable no subrayar párrafos enteros: “Aprendí que también el lenguaje tenía estaciones. Días en que las palabras germinaban, días de solaz en las bocas, días en que se rumiaban…”. O: “Recolectaba palabras y las llevaba todas para casa. Se ve por la separación de los dientes, en las primeras fotografías, que lleva la boca llena de palabras. Debía de ser una cosa de familia. Mi madre también era verbíbora”.
Surgido en principio como una serie titulada Storyboard y publicada en un suplemento cultural, este trabajo fue fermentando como novela gracias a los cabos que el autor fue atando mediante fotos recuperadas, testimonios caseros y, especialmente, a esas voces bajas que todo el tiempo nos recuerdan que somos efímeros como “esos silencios que acostumbran a escribir en Braille en algún túnel del cuerpo”.
Rivas concluye que la vida, su vida, “tenía voluntad de cuento”. Un cuento donde hasta El principito se hubiera asombrado de un albañil que padecía el vértigo pero trepaba andamios. Desde allá arriba, desde igual altura, su hijo años después reconstruye una foto arrugada antes de que la roan los parásitos del olvido. El otrora paraíso inquieto de las pinturas de Chagall.

(En suplemento Escenario, Diario UNO, 27 de julio de 2013)


 

Si la intolerancia es moneda corriente en este país, ¿por qué habría de ser diferente en una campaña electoral?
A los agravios de grueso calibre que suelen lanzarse los candidatos, se le suman por estos días -y no es un invento adjudicable a las PASO- los escraches en las sedes partidarias.
Ante sí, los electores tienen un menú nada apetecible: una llamativa pobreza de ideas y propuestas en las distintas fuerzas políticas que se enfrentarán en las elecciones de agosto y de octubre, y un estilo comunicacional que más convencer, expulsa.
Quienes tienen a su cargo la organización de una campaña revelan, en general, la misma lejanía del ciudadano común que padecen los propios gobernantes.
Por eso cuando se difunden las cifras del Indec estas generan más indignación que descontento. Este es un ejemplo que debería servir para no perder de vista, cuando se plantea un mensaje al electorado, de que con 30 años de democracia ya se conocen todos los clichés de campaña. 
Tan artificial se perciben,  por caso, esos saludos callejeros pretendidamente espontáneos que a partir de un simple spot el observador infiere que no hay ahí alguien en quien confiar. Si a esto se agregan jingles poco ingeniosos y hasta de mal gusto, el combo termina siendo indigerible. 
Esas tres décadas de recuperación democrática ameritarían un replanteo de fondo en cuanto al discurso político y a las formas de que éste se derrame efectivamente en los distintos estratos de la sociedad.
La “campaña sucia” a la que hacen referencia los afectados por el ataque del rival, o por anónimos que juegan a favor de, sólo sirve para  que durante unos días los afectados se victimicen y aprovechen el agravio para aportar nuevos agravios. 
En conclusión, en ese fuego cruzado que una vez pasadas las elecciones quedará en el olvido, los únicos que resultan verdaderamente dañados son quienes con su voto deben elegir a sus representantes. 
Dar vuelta la taba pasa por proponer una “campaña limpia”. Esa que privilegie un proyecto de país basado en la ética, no en los discursos. En los hechos, no en las promesas. 

(Diario UNO, 1 de agosto de 2013)

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