Días difíciles, revueltos, para la Argentina. El escenario político y social supura una complejidad y turbulencia que impide, aún con buena voluntad, percibir el vaso medio lleno.
Para esto último, valdría acaso destacar la llegada del líder francés, Francois Hollande, y su compromiso de apoyar al país. O parte de los cambios en el Impuesto a las Ganancias. 
Pero lo que termina copando la parada en materia de protagonismo mediático son las reacciones, prácticamente en cadena, que se desprenden de la meneada negociación en paritarias
o las marchas en reclamo de la reincorporación de empleados que fueron despedidos de la administración pública.
A ese clima espeso en ascenso, aporta su cuota el agitado debate por el protocolo antipiquetes, donde desde uno y otro lado se plantea lo constitucional e inconstitucional aunque provenga de la misma Constitución. 
La realidad, vista,  analizada y distorsionada, según el cristal del ocasional analista.
Desde el oficialismo consideran que los casi tres meses de la gestión del presidente Mauricio Macri ameritarían ser menos categóricos en los juicios. 
Una nueva visión de país, con el consiguiente cambio de rumbo, no es tarea de corto plazo, argumentan los referentes de Cambiemos.
En materia de paciencia, el argentino puede dar lecciones al mundo. 
Lo que inquieta, y hasta irrita, es que se demore tanto en la queja cuasi tanguera de la herencia y cueste otro tanto poner primera.   
¿Era preciso denunciar los excesos administrativos, financieros, laborales, judiciales, de la anterior gestión? Claro. Pues bien, así se hizo y profusamente.
Resultaría difícil encontrar a alguien que no haya escuchado al intendente equis denunciando una y otra vez lo que encontró (o más bien no encontró) al asumir su cargo.
Pero el diagnóstico ya está más que claro. Urge que los gobernantes se enfoquen en poner en marcha un programa que sea lo mejor para todos. Para eso se los votó, dirá don Perogrullo.
Hacerlo puede tener sus lógicas resistencias, tal como se está reflejando en algunos sectores que no ven mejoras donde quien las propone sí.
El impacto sería menor, podría inferirse, de mediar una muñeca política más experimentada y sensible que no pierda en la primera pulseada. 

(Diario UNO, 26 de febrero de 2016)

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