Hay que reconocerlo: los funcionarios de hoy, sean mendocinos, porteños o patagónicos, tienen respuestas para todo, menos para lo que se los señala públicamente.
Para salir del paso y evitar explicaciones que por su rol deberían dar sin preámbulo, lanzan frases del tipo “es una chicana de la oposición”, “esto es parte de la campaña sucia” o “se trata de un circo mediático”.
Tienen probado oficio en sacarse los problemas de encima. Rara vez se reconoce el error, la falta de visión política o, por qué no, de sensibilidad.
Esto vale tanto para un caso extremo, como el del adolescente qom que murió por un cuadro de desnutrición, tuberculosis y meningitis, como para las galletas donadas a la comuna de Alvear que, por no haberlas repartido a tiempo, se vencieron.
Dos noticias muy diferentes que disparan reacciones similares frente al tratamiento de los temas, ya sea por parte de los involucrados como de los medios que se hacen eco.
Mientras se apunta a los mensajeros (esos que arman el “circo mediático), el problema de fondo sigue ahí, a la espera de que no mueran más niños por desnutrición o que las donaciones lleguen a destino.
Los indolentes tienen una particular habilidad para desplazar el foco del asunto y quedar relativamente afuera del cuestionamiento.
Pero la realidad, siempre tan poderosa e innegociable, es la que finalmente habrá de desenmascararlos. 
Si bien no están en primera plana los responsables de la muerte del chico chaqueño ni los de la comida vencida, quienes los rodean saben qué responsabilidad les cabe.
Si están por encima de ellos jerárquicamente no pueden no tomar medidas. Si cumplen la función por la cual los ciudadanos, a través de alguna votación, les confirieron alguna representatividad, deben honrarla. O irse.
La frivolización que hoy tiñe a casi todo ha conseguido que la información circule por tantos circuitos y a tanta velocidad que en el camino va mutando.
Al final de recorrido, lo que llega a destino es una extraña mixtura de novedad, opinión, malicia y prejuicio que, en definitiva, termina favoreciendo a los funcionarios corruptos o, siendo benévolos, a los ineptos.
Hacerse cargo es una consigna que habrá que militar fervorosamente desde Ushuaia a La Quiaca. O viralizar, si prefieren.   

(Diario UNO, 11 de setiembre de 2015)

El archivo