Estamos atravesando una época marcada por la opinión más que por el pensamiento y la reflexión.
Para esto, el psicólogo y escritor Gabriel Rolón, tiene un simpático neologismo que lo define con precisión: el “paramisismo”. 
El giro surge de ese recurrente “para mí...” que muestra que, en especial los argentinos, solemos tener opinión para todo. O todo nos invita a fijar una posición que no siempre le importa al otro.
Esto vale tanto para un Boca-River, las elecciones en Tucumán o la nueva pareja de Jorge Rial. 
Ningún tema parece estar exento de nuestra opinión. Lo cual no está necesariamente mal, el problema es cuando esa reacción casi automática no está sustentada en argumentos sólidos. Es decir, cuando es algo más bien espasmódico, no producto del análisis.
Para Rolón, nuestro común modus operandi tiene una explicación. La historia del país ha estado signada por la alternancia de períodos democráticos y de dictaduras militares. “Especialmente la última de estas instaló de un modo fuerte la palabra represión. Fue un período en el que no se podía hablar libremente, ni se podía opinar”.
La recuperación de la democracia significó entonces la posibilidad de recuperar la palabra, la expresión en su más amplio sentido.
“Esta imposibilidad -considera el citado autor- ha sido crucial en el estado actual de nuestros medios, ya que elevó la opinión a un altísimo y tal vez exagerado nivel. Y a modo de formación reactiva generó la casi obligación de opinar sobre todo y sobre todos”.
La descripción de Rolón es precisa y fácilmente perceptible en cualquier espacio radial, televisivo o gráfico. 
El paramisismo copó todos los espacios, pero eso no significa necesariamente que esté mal. Si se ha resaltado la importancia de haber recuperado la libertad de expresión, no vamos a cercenarla gratuitamente desde el prejuicio. 
Sí podríamos plantear, sin que se confunda con una actitud censora, que sería más valioso empezar a capitalizar la llegada que tienen algunos medios para compartir algo más que ese “para mí” que rara vez aporta y hace crecer.
En lugar de ese subjetivo parecer, bien se podría  ofrecer un pensamiento, una reflexión, una mirada alternativa, que nos sitúe en un lugar distinto, tal vez mejor, que antes de haber lanzado al aire a las palabras como si fueran monedas de poco peso.  

(Diario UNO, 19 de setiembre de 2015)

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