Nacida en Nueva Jersey en 1893, autora de cuentos y poemas y guionista de
Hollywood en la posguerra, se instaló de muy joven en la ciudad de los
rascacielos para convertirse en su principal cronista. Tan cáustica como
inteligente, aseguraba que lo primero que hacía al levantarse era lavarse los
dientes y afilarse la lengua.
Por lo general, sus relatos –especialmente los de Colgando de un hilo- hacen zoom en historias mínimas de hombres y mujeres, marcados por los desencuentros emocionales, el alcohol o las locuras propias de cada género.
Sutil observadora, Parker no mezquina humor negro, acidez y hasta cierta conmiseración con los protagonistas de sus historias; como si al final quisiera decirnos que todos tenemos nuestros puntos flacos y casi las mismas defensas frente a los imponderables del corazón.
El título Colgando de un hilo opera como una metáfora de la incomunicación en tiempos en que un smartphone hubiera hecho estragos. En aquellos agitados años 20, de ley seca, jazz y mafias hiperactivas, el teléfono era para Parker, mejor dicho para su criaturas, ese puente por lo general roto entre una mujer a la que le iba la vida en un simple llamado y un hombre demasiado perdido en sí mismo.
Si bien esta colección de cuentos, publicados en famosas revistas como The New Yorker, Vanity Fair y Vogue, entre otras, no representa lo mejor de la autora, sí sirven como amable introducción al universo de esta dama que murió como vivió: en un hotel de Nueva York, acompañada por su perro y con una copa de whisky escocés en su mano. Y sí, con su lengua más afilada que nunca.
Por lo general, sus relatos –especialmente los de Colgando de un hilo- hacen zoom en historias mínimas de hombres y mujeres, marcados por los desencuentros emocionales, el alcohol o las locuras propias de cada género.
Sutil observadora, Parker no mezquina humor negro, acidez y hasta cierta conmiseración con los protagonistas de sus historias; como si al final quisiera decirnos que todos tenemos nuestros puntos flacos y casi las mismas defensas frente a los imponderables del corazón.
El título Colgando de un hilo opera como una metáfora de la incomunicación en tiempos en que un smartphone hubiera hecho estragos. En aquellos agitados años 20, de ley seca, jazz y mafias hiperactivas, el teléfono era para Parker, mejor dicho para su criaturas, ese puente por lo general roto entre una mujer a la que le iba la vida en un simple llamado y un hombre demasiado perdido en sí mismo.
Si bien esta colección de cuentos, publicados en famosas revistas como The New Yorker, Vanity Fair y Vogue, entre otras, no representa lo mejor de la autora, sí sirven como amable introducción al universo de esta dama que murió como vivió: en un hotel de Nueva York, acompañada por su perro y con una copa de whisky escocés en su mano. Y sí, con su lengua más afilada que nunca.
(Diario UNO, suplemento Escenario, 2016)