Si al menos un 10% de lo que provoca el fútbol en la mayoría de los argentinos pudiera “inyectarse” para reactivar el patriotismo perdido, otro sería el clima que campearía en el año del Bicentenario de la independencia argentina.
Actos, festejos y celebraciones de toda laya, no faltan por estos días. Pero no es ese el punto. 
La sensación es que se está cumpliendo con un guión que determina lo que se debe hacer para ciertas fechas patrias, sin avanzar más allá; es decir, en la real comprensión de la efeméride.
Por lo tanto, no hay escuela que no aporte su clásico acto, en lo posible en una fecha que no complique demasiado la dinámica de alumnos y docentes.
A su vez, los gobiernos suman una importante cuota de acciones a la agenda oficial y de esa manera queda registrado que nadie pasó por alto 
una celebración potenciada por tamaña cifra redonda. 
Nobleza obliga, tampoco faltan jornadas de reflexión, disertaciones y exposiciones de reputados profesionales.
Lo que hasta ahora falta, en todo caso, es el calor popular.
Seguramente se pondrá como antecedente el bicentenario del primer gobierno patrio, allá por el 2010, cuando hubo un impresionante despliegue de artistas que sin duda contribuyeron a amplificar la convocatoria.
En esa oportunidad, hubo una fortísima inversión para darle al festejo patriótico un despliegue fuera de lo común.
Leído desde la trinchera política, para muchos fue un gasto desproporcionado y con afán de potenciar aún más la figura de Cristina Fernández.
Cinco años después, el gobierno nacional busca diferenciarse de la celebración organizada por el kirchnerismo. La consigna del macrismo, según remarcan sus voceros, es concretar “un festejo austero, sin show y deskirchnerizado”. 
Para potenciar la sintonía federal, el acto central en la cuna de la Independencia (Tucumán) estará encabezado por el Presidente y los gobernadores.
Está claro que no hay receta para inocular otro tipo de patriotismo. En cambio el de cuño futbolero ayer tuvo otro de sus días de agitación con la renuncia del técnico de la Selección Argentina. 
Entre el Tata Martino y Francisco Narciso de Laprida, ya sabemos quién tiene mayor nivel de conocimiento en la opinión pública. Así estamos.

(Diario UNO, 6 de julio de 2016)

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