¿Por qué Microsoft , la empresa fundada por Bill Gates invirtió en junio pasado 26.200 millones de dólares en la compra de LinkedIn?
Muy simple: por el sustancioso y estratégico volumen de datos que atesora esa red social orientada a las empresas, los negocios y el empleo. 
En otras palabras, y simplificando, Gates compró datos, el preciado botín por el que hoy pujan todos los jugadores importantes en cualquier mercado.
Esto viene a cuento por la polémica decisión de la ANSES de facilitar una transferencia de datos personales de millones jubilados y trabajadores a la Secretaría de Comunicación Pública de la Nación.
Esa migración de información persigue, según se aclaró desde el gobierno, “mejorar la comunicación con los ciudadanos” (sic).
¿Por qué debería creer el dueño real de los datos que no será un blanco fácil para que el gobierno le baje línea o su  versión del relato macrista?
Desde el oficialismo niegan esa posibilidad de utilización con fines políticos y argumentan que casos como el cobro de juicios contra el Estado o la devolución del IVA se pueden hacer llegar en detalle a través de esta vía opcional. 
Para la oposición, este controvertido acceso a la información personal tiene un claro objetivo propagandístico a muy bajo costo. Lo corrobora el hecho de que así pueden obviar la comunicación a la sociedad por medio de la tradicional pauta oficial en los medios masivos.
Un argumento de mayor peso es que la información no le pertenece a la ANSES sino al beneficiario, por lo ningún organismo público debería hacer uso de esos datos salvo que sea el involucrado quien lo apruebe.
No es de extrañar que haya tanto ruido con esta medida, la cual ya recibió un amparo en su contra, porque la política comunicacional de la gestión Macri viene dando tumbos desde el vamos. 
Al no haber una línea clara para hacer llegar el mensaje del Gobierno a la mayor cantidad de argentinos el resultado no puede ser otro que la confusión, el rechazo o, peor, la desinformación.

(Diario UNO, 28 de julio de 2016)

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