El horizonte del segundo semestre se palpita cada vez más cerca. 
Para bien o para mal, eso se verá cuando llegue la hora del balance anual. 
Es que en esa porción del año se enfoca la atención y el interés de la mayoría de los argentinos. 
Y no casualmente. 
Ha sido el propio Mauricio Macri quien desde que la inflación se disparó más que de costumbre quiso poner paños fríos explicando que las medidas extremas que se tomaban en el presente tendrían un correlato positivo en un futuro cercano. Léase el segundo semestre.
Una forma de aliviar desde lo discursivo el 
tremendo impacto que causaron las subas de las tarifas, los despidos en reparticiones del Estado 
y el estancamiento que padece hoy la economía en casi todos sus rubros.
El anuncio del viernes, que apuntó a mostrar una suerte de relanzamiento de su gestión, hizo hincapié en el pago de juicios y subas para los jubilados y el blanqueo de capitales.   
Con estas medidas, el mandatario consideró que “la rueda se empezó a mover” en materia económica.
Montado en el entusiasmo que lo caracteriza, pronosticó una vez más que “la inflación va a bajar drásticamente” y auguró “un segundo semestre mejor”. 
Lo que sigue desorientando al ciudadano de a pie es la recurrencia en pedir “ayuda” a los que más tienen, más que en explicitar políticas concretas para reactivar al país en todos sus frentes.
El presidente insiste en que “nos dejaron una bomba al borde de estallar”. 
Aunque muchos argentinos concuerden con su diagnóstico (sino no hubiera tenido el respaldo que cosechó en las urnas), lo que se espera es que mientras parte de su equipo se encarga de “desactivarla” el resto ponga de una vez por todas en marcha el motor de la economía real.
El balance de este primer semestre no puede ni debe medirse solamente en el rojo de los números sino en el impacto social de las medidas o la falta de ellas.
Todo gobierno merece un lógico “changüí” que, por lo general, suele circunscribirse a los primeros 100 días de gestión. 
Pasado ese periodo de gracia, no es que haya que apuntar los cañones al mandamás del país, pero sí demandarle aquello que prometió con tanto énfasis en tiempos de campaña. 
Siempre, claro, con las herramientas que garantiza la democracia.

(Diario UNO, 29 de mayo de 2016)

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