Un lugar común aplicado a veces con lógica irrefutable y en otras ocasiones repetido por mera pereza intelectual sostiene que toda crisis siempre es una oportunidad.
Pese a lo manido de la frase, no deja de ser cierto. Nuestro país tiene un profuso historial al respecto como para que cualquiera de sus habitantes pueda dictar cátedra sobre la materia.
Los argentinos hemos desarrollado un olfato especial para detectar en el aire hacia dónde rumbea la economía vernácula.
Esto no quiere decir que acertemos, pero el delicado sensor del bolsillo suele hacer sonar la chicharra un poco antes de que el agua llegue al cuello.
En este 2016 marcado por un nuevo signo político al frente del gobierno nacional, las cargas aún no terminan de acomodarse. Lo que supone que el ciudadano común tampoco logre poner en caja sus cuentas y, por ende, proyectarse en un futuro no muy lejano.
Toda crisis enseña, qué duda cabe. Lo que abruma es que retorne una y otra vez como esos amores no correspondidos.
En tiempos en que el trabajo mengua significativamente y los despidos se multiplican, no es de extrañar que ese “oficio” de capear la dura realidad con creatividad vuelva a ser moneda corriente.
Más que nunca, los ejemplos están a la vista porque es en la calle donde quienes buscan oportunidades laborales muestran con elocuencia los más variados recursos para llevar el pan a sus casas. 
Los oficios que parecían sostenerse en unos pocos herederos de la sabiduría práctica resurgen por la lógica del mercado: es más barato arreglar un electrodoméstico que comprar uno nuevo. 
Con el consumo en plena retracción, las cosas ya no se desechan tan fácilmente. Tampoco se compra más que lo esencial para el día a día en pos de estirar cada peso.   
Ahora bien, que nos sobre experiencia para la sobrevivencia no quiere decir que haya que aceptar el status quo ni que sea la resignación la que marque el humor social.
Ante un diagnóstico tan contundente como el que nos devuelve el presente, vale preguntarse si no va siendo hora de que la cabeza mayor del país convoque a todos los sectores políticos, económicos y sociales de la Argentina para consensuar de una política de Estado que tenga como único fin librarnos de las crisis cíclicas. 
La utopía, por qué no, también puede ser una oportunidad. 

(Diario UNO, 15 de mayo de 2016)

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