Vivimos tiempos poco épicos, marcados por los reclamos más que por el hacer. Donde todos demandamos al otro, pero rara vez aportamos a lo que se supone debería ser una causa común: contribuir a hacer un mejor país todos los días.
Esto, que puede pecar de un cierto lirismo no lo es tanto si, en sintonía con los festejos sanmartinianos, recordamos con cuanto esfuerzo se sentaron las bases de una Argentina que, bien o mal, disfrutamos y padecemos casi en iguales proporciones.
Conmueve reconstruir la escena del empeñoso tropero Pedro Sosa prometiéndole a San Martín ir a Buenos Aires en busca de las provisiones para el Ejército de los Andes en la mitad de días en que habitualmente se hacía ese viaje.
La causa del Libertador no admitía medias tintas. Había un objetivo y en pos de lograrlo la yunta tiraba para el mismo lado.
Visto desde la perspectiva de hoy, con los egoísmos y las
miserias que marcan territorio a cada momento, da para pensar seriamente por qué nos cuesta tanto como sociedad cruzar las “pequeñas” cordilleras que nos imponen las cíclicas crisis.
La conmemoración de un nuevo aniversario de la muerte de José de San Martín
no debe quedar en la mera efeméride.
Por lo que significó esta provincia en su gesta emancipadora, los mendocinos tenemos un legado insoslayable y es el de que ninguna meta se consigue sin unidad y trabajo constante.
Comparado con la visión de quienes esbozaron el país, la política actual y sus protagonistas pecan de un cortoplacismo exasperante, además de carecer de ideas significativas que representen el desafío de superar nuevos cruces de los Andes.
La gesta sanmartiniana fue un punto de partida, no de llegada, para la gestación de una patria grande. Una patria latinoamericana. El presente de varios países de la región delata con preocupación que allí también las miserias y la falta de grandeza dejaron a mitad de camino la idea original.
Conocer la historia, la propia y la del vecino, es vital para reconsiderar las pasos que da o deja
de dar un país. Haber visto recientemente a unas 4.000 personas llenando el estadio Polimeni, en Las Heras, para escuchar al historiador Felipe Pigna hablar de San Martín y Belgrano, es una pequeña pero muy valiosa señal. No cabe duda, la educación sigue siendo la principal arma de cambio.
(Diario UNO, 17 de agosto de 2016)