Conmoción. Tal vez sea la palabra más precisa para definir el impacto que produjo la noticia de la detención de José López, el ex número 2 de Julio De Vido en el ministerio de Planificación.
Haber sido atrapado con “las manos en la masa”, intentando esconder U$S8.982.000 en un convento de Coronel Rodríguez, supera todo lo conocido a nivel local en materia de corrupción.
La caída del actual parlamentario del Mercosur marca sin dudas un quiebre significativo.
Por primera vez en años, ante un hecho tan evidente como obsceno, la grieta pareció cerrarse en el común acuerdo de que esto ya era demasiado.
Una cosa era poner la lupa sobre el enriquecimiento sospechoso de algunos y otra muy distinta toparse, de casualidad, un personaje como López, queriendo ocultar el dinero al mejor estilo de los narcos de Breaking Bad. 
Para analistas políticos y sectores críticos de los gobiernos K, lo de López es la prueba más irrefutable de que hubo grandes negociados desde el Estado y que si bien Lázaro Báez es su emergente más poderoso, aún quedan unos cuantos López que no han sido sorprendidos in fraganti pala en mano y rodeados de valijas.
 Con dolor y hasta vergüenza, más propia que ajena, respetados referentes kirchneristas que no comulgan con el modus operandi de Báez, López y compañía, lamentaban ayer que una fuerza que intenta reorganizarse para recuperar terreno político se viera empañada por el insólito suceso del convento. 
Pero también es cierto que hasta que no saltaron a la luz pública estos personajes, ninguno de ellos los denunció como parte de una purga  que renueve el oxígeno interno del peronismo.
La justicia en la Argentina tiene hoy un doble desafío: hacer cumplir la ley, sin que importen los nombres de peso a juzgar, y  con investigaciones justas y prolijas no dejar dudas de que a jueces y fiscales nos los mueve el revanchismo político ni la persecución “a la carta”.
López le confesó a una monja que había robado “para ayudar”. A quienes suelen justificar el tristemente célebre axioma de “roban pero hacen”, ¿no les cabría una porción de mea culpa?
“Hacer y no robar”, alguna vez debería dejar de ser una quimera en este país.

(Diario UNO, 16 de junio de 2016)

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