Una vez concluido este 2014 signado por la crisis económica y el vuelo rasante de los “buitres”, seguramente el balance educativo dará como resultado que fue un año “flaco”. Devaluado. 
Los días que se perdieron por los feriados largos, las amenazas del Zonda, jornadas docentes, paros generales, y hasta por falta de transporte en algunos zonas, menguaron significativamente la calidad y cantidad de la educación en la provincia.
Los 190 días de clases previstos por la Dirección General de Escuelas para este año no se van a poder cumplir, salvo que se buscara como opción cursar los sábados. 
¿Cree el lector que por ventura los padres avalarían esta alternativa para que sus hijos terminen de incorporar los contenidos como corresponde?
Los docentes se ven así obligados a apurar los tiempos y los contenidos en una absurda carrera contrarreloj.
Una acción contraproducente desde todo punto de vista, porque si en general se percibe en los chicos de hoy serios problemas de concentración, ¿cómo esperar que puedan asimilar rápidamente lo que en condiciones normales les llevaría unas cuantas clases?
Aunque los gremios docentes no adhirieron a la medida de fuerza del jueves pasado y las escuelas estuvieron abiertas, muchos padres igual optaron por no enviarlos.
Y no necesariamente porque no hubiera micros para llegar hasta los establecimientos. Por comodidad o desidia, prefirieron que los chicos se quedaran en casa.
Entre un Estado cada vez más laxo y permisivo a la hora de evaluar, y adultos que se desentienden o no se comprometen lo suficiente con la educación de sus chicos, el resultado no puede ser otro que una generación cada vez más pobre intelectualmente.
El escaso vocabulario que manejan y la escasísima cultura general que acreditan son apenas dos muestras elocuentes de un presente que mete miedo.
Todos, y en esto sí vale generalizar, somos responsables de la -mala- educación de esos chicos que mañana quizás sean nuestros políticos, docentes, médicos, abogados, deportistas, músicos, etcétera. 
No perdamos de vista que cualquier camino que elijan será producto de lo mucho o poco que hoy hacemos por ellos. Y, sobre todo, no nos quejemos después si no nos gusta el resultado.

(Diario UNO, agosto de 2014)

El archivo