EIlas, las abuelas, los buscaron durante años. Cuando esos nietos nacidos en cautiverio se hicieron grandes fueron ellos los que empezaron a buscar a sus abuelos. 
Por eso, cuando una emocionada Estela de Carlotto habló de su nieto Guido, quien había sido hallado por la justicia en tiempos de democracia, lo sintetizaba así: “Se cumplió lo que dijimos las abuelas: ellos nos van a buscar”.
Ignacio Hurban, un músico residente en Olavarría, es quien había buscado y finalmente encontrado a su verdadera familia. 
Terminaba así una larga busqueda de 36 años, en los que la titular de Abuelas de Plaza de Mayo soñaba abrazar al hijo de Laura, su hija desaparecida en noviembre de 1977. 
La lógica y emotiva repercusión que tuvo la noticia del nieto recuperado 114, alienta aún más a muchos jóvenes que tienen dudas acerca de su identidad a que se acerquen a los locales de las Abuelas en todo el país. 
Esto fue lo que un día hizo lgnacio, a quien desde el martes todos empezaron a llamar Guido. Y es también lo que otros tantos hacen a diario sin que sea noticia.
Por eso emociona cuando se lee que fue el nieto de Estela quien compuso la canción Para la memoria. En ella proféticamente dice: “El ejercicio de no olvidar nos dará la posibilidad de no repetir”.
Es en ese evitar la repetición de ciertos hechos trágicos donde adquieren tanta trascendencia historias como la del recuperado Guido. 
Todo lo que se viene luchando desde 1983 a la fecha en materia de derechos humanos está perfectamente sintetizado en la consigna de  “memoria, verdad y justicia”.
Con esa premisa, y contra una parte de la sociedad que todavía sostiene el tristemente célebre “por algo será”, siguen firmes los Juicios por delitos de lesa humanidad. Con ellos se garantiza el derecho de defensa de aquellos genocidas que no hicieron lo propio con sus víctimas.
Que estén sentados en el banquillo de los acusados no es un acto de revanchismo. Es un acto de justicia que sólo es posible en el contexto de las garantías que ofrece una democracia.
Hay en cada uno de estos capítulos de vida y muerte, de desapariciones y encuentros, una lección que este país -con todos sus defectos- parece haber aprendido para no repetirlos. Como pedía Guido en su canción.

(Diario UNO, 7 de agosto de 2014)

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