La violencia en el fútbol suma cada fin de semana un nuevo y repudiable capítulo. A esta altura del partido, la saga ya es demasiado sangrienta como para no reparar en ella y hacer algo a efectos de darle un corte final.
Sin ir más lejos, el domingo pasado un proyectil arrojado desde la hinchada de Godoy Cruz lastimó al masajista de Lanús. 
Por esta razón, la AFA castigó al equipo tombino, quien no podrá jugar con público su próximo partido como local.
Como siempre, los principales afectados serán aquellos que van a la cancha simplemente a disfrutar de su equipo y la institución, que paga el precio de un desubicado que cree que una derrota por goleada es pasible de vengar con una piedra. 
En pocos días, la provincia será testigo de dos de sus principales duelos futbolísticos: Independiente Rivadavia y Gimnasia y Esgrima, por la B Nacional, y Gutiérrez y Maipú, por el Federal A.
Dos choques esperados por años y que concitan una lógica expectativa en ambas hinchadas.
Pero también despiertan fundados temores de lo que pueda ocurrir fuera de los estadios.
En la cancha, los partidos se dirimen con las nobles armas del deporte, pero afuera los delincuentes que se disfrazan de simpatizantes son los que detonan una violencia inexplicable, incluso para quien creen entender los códigos del fútbol.
En febrero, luego de que Gutiérrez Sport Club derrotara por penales a Huracán Las Heras y lograra su pase al Torneo Federal A, sus hinchas se unieron en una celebración que terminó en una auténtica catástrofe.
Disparos efectuados desde una moto terminaron con la vida de un joven de 23 años, mientras  que una mujer murió al quedar en medio del fuego cruzado entre hinchas de Huracán Las Heras que debatían a los tiros su propia interna.
Con todos estos antecedentes surcando los clubes como una temible nube negra, ayer jugadores de la Lepra y del Lobo dieron un ejemplo de convivencia y sentido común.
Conscientes de que el clásico más importante del fútbol local movilizará la pasión de ambas hinchadas, los voceros de los equipos instaron a que el domingo se viva una verdadera fiesta, dentro y fuera de las canchas.
La pelota ahora cayó en la tribuna. Ojalá allí se entienda el mensaje. De ser así, no habrá un solo ganador. Habremos ganado todos.

(Diario UNO, 19 de marzo de 2015)

El archivo