EI escándalo mundial que significó la detención en Suiza de siete altos integrantes de la FIFA por presuntos casos de corrupción es quizás el capítulo más relevante de la triste degradación que padece el fútbol actual.
A las muertes de hinchas, la agresión a jugadores y la connivencia entre barrabravas, dirigentes, policías y referentes de la política, ahora se suma, como la peor síntesis de su crisis, la corrupción a escala global.
Lo que durante tantos años fue un secreto a voces, en cuanto a los turbios manejos en la máxima organización del fútbol, finalmente estalló ayer en una suerte de thriller de suspenso.
El disparador fue el pedido del Departamento de Justicia de Estados Unidos, que reclamó la extradición de los siete dirigentes a los que se acusa de lavado de dinero, fraude y asociación ilícita.
Como era de esperar, la noticia se viralizó en cuestión de segundos y los ecos no tardaron en llegar.
Desde presidentes de clubes hasta jugadores cuya opinión pesa fuerte, como por ejemplo la de Diego Maradona, se han manifestado en términos muy críticos.
En nuestro país, la AFA también viene seriamente cuestionada desde hace largo tiempo.
Manejada durante más de tres décadas por el despótico Julio Grondona, la entidad madre del fútbol argentino reprodujo esa conducción oscurantista que es el sello de la poderosísima FIFA.
Tras la muerte del histórico mandamás, se caía de maduro empezar a hablar de un tema impostergable: la democratización del ente máximo del fútbol nacional.
Un proceso que, si bien sigue demorado, más temprano que tarde terminará de cuajar porque peor no se puede estar. 
El lamentable final que tuvo el frustrado partido entre Boca y River en la Bombonera no hizo más que echar otra palada de tierra sobre el cadáver del deporte más popular.
La investigación a las cabezas de la FIFA, que salpica a tres ejecutivos argentinos, debe llegar sí o sí al fondo, con la justicia actuando sin prebendas ni presiones de ningún tipo.
Todo aquel que ama este juego maravilloso, seguramente piensa que sanear la entidad del fútbol mundial contribuiría a frenar el avance de los malos de la película.
Mientras el Muñeco Gallardo considera que “están matando al fútbol”, El Diego insiste con su memorable frase de que “la pelota no se mancha”.  Uno de los dos está equivocado.
En la cancha de la justicia, el partido ya empezó.

(Diario UNO, 28 de mayo de 2015)

El archivo