Justamente en y con el diario del lunes, podría decirse que no fue sorpresa. El contundente triunfo de Alfredo Cornejo confirmó que las PASO son lo más parecido a una encuesta fidedigna, de esas que no pagan los candidatos y están fuera de toda sospecha. 
Por pereza o convicción, una vez que el votante eligió, difícilmente cambie su voto en las generales. De esto puede dar fe el frente Cambia Mendoza. De aquellos 4 puntos que lo separaban del FPV en las primarias, la diferencia se amplió a X. 
Cornejo confirmó las bondades de la alternancia al recuperar para el radicalismo el manejo de la provincia, tras 8 años en manos del PJ, y se convirtió en el 9º mandatario desde la vuelta de la democracia en 1983.
En la campaña, el actual cacique de Godoy Cruz dio pistas de lo que pretende para Mendoza. Una de sus prioridades, además de la seguridad, será poner en caja el Estado. Una jugada no exenta de riesgo, dado que los gremios del sector público no resignarán las conquistas alcanzadas. Una cosa es querer marcar la cancha desde la oposición y otra muy distinta jugar el partido, armar el equipo y, sobre todo, acertarle al arco.
Antes de recibir la banda tendrá otro desafío: convivir pacíficamente con Paco Pérez los casi 6 meses que le quedan de gestión al peronista, quien aspira a un lugar en el Parlasur. 
Siendo ambos de pocas pulgas, no será una transición sin chispazos. 
Sin embargo, hoy darán la primera señal  de concordia. Se verán las caras a solas para empezar a desandar el camino hacia el 10 de diciembre. Es que las soluciones a los temas 
urgentes no pueden esperar la foto del recambio. Pérez y Cornejo están compelidos a pasar del diagnóstico a la acción. O en criollo: de las palabras a los hechos. 

(Diario UNO, 22 de junio de 2015)

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