Si algo hay que reconocerles a ciertos delincuentes es su incesante creatividad para sacarles provecho a los incautos.
No conformes con haber mostrado efectividad a la hora de embaucar a unos cuantos mendocinos con los secuestros virtuales, renuevan su repertorio una vez que se activa el alerta y va perdiendo efecto su estrategia.
Así es como ahora surge una nueva modalidad que consiste en una aggiornada versión del “cuento del tío”. La clásica artimaña devino en “el cuento del nieto”.
Los primeros casos se registraron en Capital y con un modus operandi similar: llaman a personas de avanzada edad haciéndose pasar por sus nietos. 
Lo sorprendente es que apelan incluso a los fondos buitres para justificar que han perdido plata o invocan una urgencia económica que amerita pedir una considerable suma de dinero.
Para esto es obvio que previamente han realizado un importante trabajo de inteligencia. 
Este abarca desde el conocimiento exhaustivo de horarios, movimientos, nombres, lugares de cobro y hasta detalles  suficientemente sutiles como para sortear cualquier duda o reacción de desconfianza de las víctimas.
Que sean los ancianos los mayores damnificados no es casualidad.
Por lo general, son ellos los que aún confían en que no van a ser presas de los estafadores y no dudan en abrir sus puertas a los extraños.
Esta confianza propia de otros tiempos, hoy se torna un arma de doble filo para los crédulos abuelos.
Apuntarle a la cobranza de las jubilaciones suele ser otra forma de sacar tajada de los castigados integrantes de la tercera edad. 
Los falsos acomedidos les hacen pisar el palito en situaciones que requieren de los abusadores poner en escena actuaciones dignas de una obra de teatro. 
Por esa razón, es de gran importancia difundir estos hechos para que se comenten en todos los ámbitos y se tomen acciones preventivas, sobre todo en los hogares de nuestros mayores.
Quizás la modalidad del “cuento del nieto” a esta hora ya haya sido superada por otro ardid. 
En tal caso, aportar información personal a desconocidos, cortar comunicaciones dudosas, y pedir ayuda a un familiar o al 911, pueden ser el mejor reaseguro para evitar caer en la trampa. 

(Diario UNO, 5 de junio de 2015)

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