Tanto cultivó el gobierno de Cristina Fernández el “nosotros y ellos”, que la marcha de silencio convocada para homenajear al fiscal Alberto Nisman y reclamar justicia logró que en un solo día “ellos” expresaran masivamente cuán desoídos se sienten.
El objetivo de la convocatoria fue discutido antes, durante y después de la manifestación en todas las provincias del país. 
El principal cuestionamiento, sobre todo del kirchnerismo y sus adherentes en varios rubros (políticos, escritores, militantes, periodistas) era el uso político que se le daría al 18F. 
Llamativo esto ya que desde la Presidenta hasta el último de sus seguidores han hecho un culto de la defensa de las manifestaciones populares. Incluso, defendiendo los polémicos piquetes. 
El día que esos piquetes fueron contra algunas de las medidas tomadas por el gobierno nacional, ya no fueron bien vistos y fue la propia mandataria quien planteó que era hora de regularlos en beneficio de toda la ciudadanía. 
El actor y ex legislador radical Luis Brandoni fue uno de los que intentó traducir eso que se percibía en el ambiente: “¿Cuál es el problema de que la marcha sea política? ¿Por qué le tienen tanto miedo a la palabra política? ¿O acaso sólo los políticos pueden hacer política?”.
Si la política es el arte de lo posible, por ende un puerta abierta a la transformación, ¿por qué no respetar a todos aquellos que realmente se sintieron convocados a expresar, con su presencia y su silencio, que tienen otra visión de país?
De la misma manera que sin dudas ni tibieza ellos deben respetar y sostener a un gobierno democrático que está donde está porque fue votado genuinamente.
Sumarse a una marcha no es ser destituyente ni golpista. Y la única forma válida de cambiar el rumbo, si no se está de acuerdo con el actual, siempre será a través de las bienvenidas urnas. 
Después de 30 años de democracia no es ni remotamente aceptable apelar a otro camino.
Lo interesante una vez concluida la marcha de ayer es qué lectura hará Cristina Fernández. 
Su forma elíptica de referirse al tema en los días previos no dan lugar a ilusionarse con una reflexión a fondo o un mea culpa si fuera el caso. 
Entre muchas frases para el resaltador, dijo que no le marcarán la cancha, que le deja “a ellos” el silencio y que aprendió “a aguantar de todo”. 
Dar la espalda sigue siendo la peor respuesta. En lo político, pero también en lo humano.

(Diario UNO, 19 de febrero de 2015)

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