Hay que reconocerlo, la coliflor nunca tuvo buena prensa. Su inconfundible olor no es precisamente una invitación a consumirla.
Si bien presenta bondades nutricionales como bajo contenido de hidratos de carbono, proteínas y grasas, además de aportar un buen número de vitaminas y minerales, cuenta con peor marketing que la sopa o el hígado.  
¿A qué viene tanto interés en este menospreciado vegetal? 
Quien puede arrogarse el mérito de haberlo (re)instalado en el habla popular es el ministro de Turismo de San Juan, Daniel Elizondo.
El funcionario de Gioja se valió de esta variedad de la especie Brassica oleracea para graficar qué sensación le produce a su paladar estético la Fiesta Nacional de la Vendimia.
“No me gusta. Es como si usted me invita a su casa y me da de comer coliflor. Yo le diría: ‘No como coliflor. Le agradezco la invitación, pero no voy a comer haciendo arcadas”.
No hay que ser un semiólogo de la talla de Roland Barthes para entender que a Elizondo más que no gustarle la fiesta vendimial, le da asco.
Las redes sociales, siempre tan sensibles a detonar en segundos fortísimas disputas verbales, registraron la reacción de quien ocupa en Mendoza el mismo cargo que el sanjuanino. 
Javier Espina se lo tomó con humor, pero lamentó las declaraciones de Elizondo, porque -según él- no podría hablar mal de la fiesta de una provincia hermana.
Lo que puso en evidencia el coliflorgate fue la histórica puja que existe entre vecinos, la cual se activa ante la menor insinuación de uno u otro bando. 
Una rivalidad que, sobre todo en el fútbol, adquiere en cada ocasión ribetes policiales que han llevado a replantear cómo se debe organizar y controlar un evento deportivo para no lamentarlo después.
En San Juan, la Fiesta del Sol fue ganando en los últimos años un fuerte protagonismo. 
Con invitados de la farándula nacional, como Mirtha Legrand y Susana Giménez, quienes oficiaron de madrinas vip, el festejo se hizo un lugarcito en la vidriera nacional. 
En el contexto de un espectáculo artístico, con guión y cuadros de baile, finalmente se elige a la reina, quien representó a algunos de los departamentos en que se divide la provincia de Sarmiento.
Cualquier comparación, aunque sea tangencial, con la fiesta de los mendocinos, corre por su cuenta amigo lector. Eso sí, evite las arcadas. 

(Diario UNO, 14 de diciembre de 2014)

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