Menos mal que los legisladores mendocinos no deben rendir un examen para pasar de año porque si no varios de ellos se la llevarían “a marzo”.
Un informe de Diario UNO (págs. 4 y 5) revela que unas cien iniciativas vinculadas a salud, educación, discapacidad y ambiente, entre muchas otras, han quedado en una suerte de limbo legislativo del que difícilmente salgan en breve.
El punto en común es que no alcanzan el consenso para convertirse el ley. Es más, la mayoría no cuenta ni siquiera con la media sanción. 
Estos proyectos apuntan a resolver problemas específicos, pero al no ser parte del lote estríctamente político-coyuntural, como por ejemplo el meneado Presupuesto, se van acumulando en el cajón de las deudas a futuro.
 Los principales responsables, léase los propios legisladores, tienen varias respuestas para explicar porque estas propuestas ni siquiera salen de comisiones.
Para algunos, al no tratarse de iniciativas que garanticen impacto mediático, desde el vamos están condenadas al fracaso.
Otro sostienen que falta coordinación entre las cámaras de Diputados y Senadores. “Trabajamos con una agenda de urgencias. Cuando hacemos un balance, siempre salimos perdiendo en esto de no planificar”, admitió una diputada del oficialismo.
He aquí precisamente uno de los puntos flacos del trabajo legislativo: la alarmante falta de planificación. 
Cualquier ciudadano cree -o espera- que sea la labor en comisiones la que vaya trazando un orden de prioridades en función de lo que la sociedad les demanda. Para eso y no para otra cosa han sido votados.  
Esa falla organizacional es la que delata que existen numerosos proyectos que apuntan a lo mismo y que, al no realizarse una minucioso seguimiento de archivo, terminan acumulándose sin que prospere ni la primera ni la última iniciativa. O sea, la nada misma.
Tampoco faltan quienes directamente reconocen que en la solemne Casa de las Leyes priman cuestiones de celos y mezquindad política. 
Para este punto abundan las chicanas que justificarían que el nombre o el peso de determinado legislador tracciona en los momentos claves de una votación.
Lo cierto es que llegado el momento de los balances, éstos muestran un rojo peor que el de las arcas provinciales.

(Diario UNO, 20 de julio de 2014)