Lucas era de esas personas que, aunque un tanto pasivo, creía
tener su vida relativamente bajo control. Claro, hasta que un día aparece una
adolescente y le dice que es su hija, y esa vida acusa un cimbronazo que obliga
a repensar todo.
A la manera de una computadora, Lucas se tiene que
reiniciar y reprogramar su nueva vida en función de esa quinceañera que llegó
de Gesell donde su madre, único miembro familiar, acaba de morir.
Lucas vive en Morón junto a su esposa Fabiana, quien
siente que la irrupción de Sofía cambiará de vuelta y media a su pareja. Y está
en lo cierto. Nunca hubiera pensado que aquel amor juvenil nacido bajo el
influjo del mar, del que sabía por boca de él, se sostendría en el tiempo por
una hija que no estaba en los planes de nadie.
El devenido papá es un escritor que logró cierta fama y
dinero con su primer libro, El desierto
de los fantasmas, y que si bien escribió un segundo, El veneno del sol, no quiere saber nada con ser un autor
“profesional”. Siente que se está mintiendo a sí mismo y a los demás. En
realidad, sueña con instalar un invernáculo, cultivar plantas y dejar que
afuera el mundo ajuste sus cuentas.
El núcleo de Ser
feliz era esto es el complicado aprendizaje de padre e hija; el cómo
cumplir justicieramente con esos roles, con reacciones tan humanas como el
temor, la desconfianza, los celos, la protección. En definitiva, cómo dar y
recibir amor entre dos desconocidos, dos solitarios que portan la misma sangre.
Sofía no es una adolescente más. Es una chica más madura
que el promedio y eso tiene una razón bastante obvia: haber crecido sin papá y con
una madre bastante especial, la armó para moverse con soltura entre los
inconsistentes adultos.
Eduardo Sacheri (La
pregunta de sus ojos, Araoz y la verdad, Papeles en el viento) tiene un gran talento para trabajar en esa
zona de los vínculos donde lo que parece cosa de todos los días gana un primer
plano desde una mirada profundamente humana.
Ser
feliz era esto no es uno de los puntos más altos de su
obra, pero tiene un mérito para destacar y es que sostiene esa poética de las
historias mínimas que en cada uno de sus libros nos revela una de las tantas
caras que tenemos los complejos y maravillosos seres humanos. (Suplemento Escenario, Diario UNO, 26 de mayo de 2014)