Se hizo esperar pero finalmente el gobierno de Francisco Pérez debió admitir lo que se caía de maduro: la inseguridad en Mendoza es una realidad, no una “sensación”.
Desaprovechado el discurso del 1º de mayo,  en el cual se esperaba un sinceramiento en relación a la crisis que atraviesa la provincia en su desigual batalla contra el delito, fue el vicegobernador quien de un momento para otro salió a militar la  emergencia en seguridad pública.
Ante el fracaso de la actual política en esa materia, la propuesta de Carlos Ciurca plantea abrir el juego de lo que siempre debería haber funcionado como una verdadera política de Estado.
Para el vice, una ley de seguridad pública debe contener las mejores propuestas de cada legislador y de los distintos partidos políticos.
En realidad, hay que reconocer que esta apertura surge en forma tardía, cuando el incendio ya se ha consumido buena parte de la casa. 
Algo queda claro: no hay más tiempo que perder. Si de algo ha servido, valga la paradoja, la muerte del turista Nicholas Heyward es para marcar un antes y un después. 
La resonancia de ese crimen no la logró ninguno de los tantos mendocinos que fueron asesinados en situaciones similares. Sin embargo, para una provincia que se jacta de su constante crecimiento como destino turístico, lo del joven neozelandés fue determinante.
Esto, sumado a la fuerte presión social que a diario se manifiesta en reclamos, marchas y hasta en las redes sociales, llevaron al gobernador a hacer algo que nunca le ha gustado: reconocer los errores. 
“Los esfuerzos hechos no han alcanzado. Hay que trabajar más, no sólo en el aspecto policial”, se sinceró Pérez.
De esta manera, el mandatario provincial buscaba recuperar el protagonismo frente al rimbombante anuncio de Ciurca. 
Por su parte, la oposición tampoco puede jactarse de haber realizado grandes esfuerzos en avanzar en una política clara contra el delito. Hasta ahora se limitó a la crítica coyuntural como si fuera un mero espectador y no un actor clave.
Por ahora, los referentes legislativos acompañan la propuesta de una ley ómnibus con más reparos que ideas. 
La situación actual es de tal gravedad que lo esperable es que se dejen de lado las consabidas chicanas para unirse en la búsqueda de soluciones.
Los mendocinos merecemos volver a sentirnos seguros en nuestra propia casa. Los turistas, también.

(Diario UNO, 6 de mayo de 2014)

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