En estos agitados días en que el billete estadounidense se lleva la atención de buena parte de los medios de comunicación y de toda charla de café, plantear que numerosos chicos mendocinos que practican skate no cuentan con un lugar específico para hacerlo, podría dar la falsa la impresión de que se da la espalda a los grandes temas. 
Nada más errado. ¿O acaso los adolescentes  no son el segmento más codiciado por los estrategas del consumo, como también el más sensible en relación al delito? 
Por lo tanto, escucharlos, entender sus necesidades, es parte de esa contención que los aisla de las peores enfermedades sociales y los aúna en algo tan sano y vital como el deporte.
La gente se queja, y con razón, de que los chicos suelen destruir las plazas con sus patinetas. Ellos lo reconocen, por eso mismo piden tener un lugar para desarrollar su pasión.
Hoy, estos espacios largamente reclamados simbolizan el lugar que en otras épocas ocupaban los “campitos” o “potreros”, donde los pibes se autoconvocaban para jugar al fútbol sin tener al alcohol y las drogas como una temible acechanza. 
Siempre que se diseña una plaza o un nuevo espacio verde, desde el vamos hay garantías de que allí niños y ancianos tendrán asegurado un lugar para la recreación y el esparcimiento.
Por eso, en función de lo que vienen planteando estos skaters, sería importante que las comunas que están remodelando o creando estos estratégicos pulmones citadinos contemplen generar espacios para ellos. 
No se valora que se trata de jóvenes que están realizando un deporte que exige destreza, concentración y mucha práctica, lo que a su vez implica que no estén como tantos de sus pares tomando cerveza en una esquina, peligrosamente propensos a caer en las garras del delito.
Consultados acerca de este tema, es común que políticos y funcionarios salgan del paso prometiendo la construcción de skate parks, pero una vez que se acallan los reclamos de los chicos o de quienes se sienten afectados por sus patinetas, la promesa se desvanece. 
La pregunta sería si queremos un espacio público que sólo se limite a ser un mero paseo para la exhibición de monumentos históricos y coquetos jardines o, acorde a los nuevos tiempos, abrir el juego a un ámbito vivo, dinámico, donde el deporte y la naturaleza convivan armónicamente.  

(Diario UNO, 28 de enero de 2014)

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