Con su tira diaria en “La Nación” y su participación en la mítica “Fierro”, el inefable Liniers dejó atrás el mote de artista de culto para jugar en la liga mayor.

Nadie que diga como primeras palabras –¡a los dos años!– “Mirá mamá, ahí viene un colectivo” o lleve como segundo nombre el apellido de un virrey puede terminar dedicándose a una profesión “normal”. Tal es el caso de Ricardo Liniers Siri (33), un dibujante que ya dejó de ser “de culto” para sumarse a la primera A de los lápices argentinos.
Sus inimitables pingüinos (creados antes de K), conejos (sus alter ego visuales) y demás inclasificables personajes vienen ganando espacio en los medios gráficos desde el ’99, cuando debutó en el suplemento NO de Página/12 con su deforme viñeta Bonjour. Allí estuvo hasta el 2002, año en que pegó el salto a la contratapa de La Nación con su celebrado Macanudo. Hasta el centenario diario de los Mitre llegó de la mano de su colega, la inefable Maitena. En ese acotado espacio todos los días conjuga un humor entre absurdo, naïf e inteligente que algunos simplifican –sin medias tintas– como “tonto” o “genial”. Ergo: a Liniers se lo ama o se lo odia.
El eco de su trabajo también se ve reflejado en su visitadísimo blog Cosas que te pasan si estás vivo, con observaciones desopilantes y comentarios que no le van en zaga. Y para redondear su espiral en ascenso, el regreso de la mítica Fierro lo cuenta entre sus animadores, junto a grandes como Nine, El Tomi, Rep, Chichoni y Enrique Breccia.

Eclipse de sombrero
En el universo de Liniers todo puede pasar. No hay tema que este músico frustrado –y ¡uno de los personajes del año de Gente en el 2006!– no se anime a a abordar con su plumín (lo suyo es ciento por ciento artesanal, nada de computadoras). No obstante, algunos de sus personajes suelen reaparecer: el oso Madariaga, Oliverio La Aceituna, Enriqueta, el gato Fellini, el Robot sensible, el misterioso hombre de negro, el Maní Punk y la Vaca cinéfila.
Entre sus emblemáticas historietas, que tuvieron el merecido paso al formato libro, aparecen Bonjour, Macanudo y Cosas que te pasan si estás vivo. El exiguo espacio de una viñeta de Liniers puede contener el monumento al político que no es millonario, la niña que disfruta de un lindo día feo, el búho al que le gusta en las noches ver pasar a los fantasmas, la chica que disfruta del olor del libro nuevo o el policía que estudió Bellas Artes, entre tantas situaciones que pueden ir desde lo más tierno u onírico hasta el humor más ácido o surrealista.
“A mí me gusta mucho el chiste tonto”, se escuda Liniers, pero si se posa la lupa en su trabajo no es difícil percibir esa particular mirada de éste y otros mundos.
Dibujante desde muy chico, recién a los 20 se le animó a un taller; el resto fue una combinación de talento natural, dedicación y oficio. En el camino dejó dos carreras inconclusas (Abogacía y Publicidad) ara apostar todas las fichas al dibujo. A su debido tiempo, nutrió su imaginario personal con mucha Mafalda, películas de los Monty Python, el cine de Chaplin, novelas de Twain y Salinger, y sobre todo La guerra de las galaxias.
A la hora de dar las claves de su métier, arriesga: “Siempre me interesó la historieta como género, esa posibilidad de ser un pequeño dios con una libertad total para imponer y transgredir sus propias reglas y hasta castigar a sus propios personajes”.
Buena parte de su producción viene de la infancia, del rescate de aquello que el artista se niega a abandonar. Recordar, por caso, los olores de ciertos medicamentos, la picadura de una hormiga o la primera fotocopia que cayó en sus manos. “Me encanta acordarme de esos años en los que descubrías cosas. Eso es lo que busco recuperar en las historietas”.

Algo está cambiando

Valgan las palabras del maestro Fontanarrosa para cerrar esta invitación a visitar el planeta del antihéroe Siri: “Admito que cuando apruebo algo diciendo ‘macanudo’ me siento irremediablemente antiguo. Los jóvenes me miran perplejos, como si les comentara la visita del Graf Zeppelin o les recordara la Bidú. Pero algo está cambiando, camaradas... Es que Liniers desconcierta... No obstante, sólo tengo agradecimiento para este visceral dibujante. Gracias a su escandaloso éxito, ahora, cuando sus imberbes admiradores me escuchan decir ‘macanudo’, me aceptan como si yo fuera un componente más de esa juventud casquivana y dicharachera”.

(Publicado en Diario UNO, 3 de junio de 2007)

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