Como penosa contracara del optimismo que destila por estas horas el presidente electo, Mauricio Macri, en Mendoza como en otras tantas provincias, la mayoría de los municipios está en pie de guerra.
La falta de fondos frescos para pagar los sueldos del sector público demuestra por los menos dos cosas: una mala administración de los recursos y la falacia de que un Estado presente sólo es posible abarrotándolo de empleados, hagan o no falta.
Que comunas de peso como Guaymallén y Luján hoy estén con las arcas en rojo, pero además con sus jefes políticos bajo la lupa de la justicia, confirma que no supieron cumplir con su rol de conductores. 
La respuesta en las urnas a ambas gestiones fue más que contundente: en territorio de Luis Lobos, Cambiemos obtuvo el 62% contra 38 del FPV.
En tanto que en la comuna del lujanino, Macri se alzó con el 61% frente al 39% de Scioli.
Números que encierran más respuestas que cualquier discurso o justificación de los involucrados.
Lo cierto es no pasa un día en que el gobernador Francisco Pérez no reciba un reclamo de parte de los intendentes de bolsillos flacos. 
A los que se suman, con igual sed de dinero contante y sonante, los proveedores. 
El clamor va de abajo hacia arriba, por lo que al castigado Paco no le queda otra que seguir apuntando a la Nación en procura de ese vital auxilio financiero que evite que el incendio provincial se propague.
Este escenario lo visualizó rápidamente su sucesor, Alfredo Cornejo, cuando desde el vamos planteó la necesidad de una transición que permitiera ordenar los números para no arrancar un nuevo ciclo con las manos vacías.
El objetivo no pudo cumplirse, pese a que ambos acordaron un endeudamiento por $5.800 millones, luego de una ardua negociación en Diputados y un tratamiento exprés en el Senado.
En ese contexto se celebraba el encarrilamiento de las cuentas para que los caciques comunales contaran con los recursos necesarios para continuar con la gestión.
La consigna no dicha era patear la pelota hacia adelante. El problema es que hoy ya ni pelota queda y el partido igual hay que jugarlo. 
Mochilas como esta deberán cargar en sus espaldas las próximas gestiones. 

(Diario UNO, 25 de noviembre de 2015)