Tan sensible es el tema de la inseguridad que la menor chispa inicia un incendio cuyas proporciones es muy difícil de precisar.
Y no es sólo el caso de Mendoza. En casi todo el país la seguridad es motivo de debate y preocupación.
En Buenos Aires recientemente hubo cambios en la cúpula de esa área, la Nación trasladó gendarmes desde las provincias y hasta el candidado kirchnerista habló de bajar la edad de imputabilidad de los menores.
Desde sectores de la oposición adjudican este súbito interés en la materia a los malos resultados de las PASO. Pero si así fuera, cuál sería el problema si en realidad se hacen eco de un clamor popular, no de una chicana propia de una previa electoral.
Muchas encuestas sitúan a la inflación a la cabeza de las preocupaciones de los argentinos, sin embargo lo que a diario palpan en la calle los periodistas es un miedo creciente ante un delito  que no mengua. 
Por eso cuando ocurre un asesinato como el del médico Sebastián Prado la sensación de desprotección y temor es aún mayor. Sobre todo al darse en una acción tan común y cotidiana como salir a la calle y subirse a un auto con la familia. 
Rápidamente uno piensa que podría haber estado en su lugar, que esa bala podría haber recalado en el propio cuerpo o en el de un familiar. 
Al manifestar su preocupación, el ministro de Seguridad, Carlos Aranda, reconoce que la problemática de la inseguridad es multicausal. No se puede ni se debe abordarla desde un solo aspecto.  En ese sentido, la reunión de ayer entre el Gobernador y el procurador de la Corte es un paso importante que no debe quedar sólo en la mesa de trabajo que se prometieron. 
La marcha de ayer para pedir justicia y seguridad, motorizada a través de las redes sociales, tenía una consigna de esas que movilizan hasta a los más apáticos: “Hoy fue Sebastián, mañana podés ser vos”. 
Vislumbrar que nos puede tocar a cualquiera está despertando un sentimiento colectivo muy particular. Una señal que los tres poderes deben leer inteligentemente para no dejar pasar un minuto más sin trabajar en conjunto en busca de soluciones reales. 
Ya no alcanza con un voto castigo. Al delito no le importan los colores políticos.