Todos dicen conocerlo. Y si no lo conocen, al menos han oído hablar de él. Lo cierto es que le tienen miedo. Todos.Tiene 14 años, le dicen El Tonga y anda armado hasta los dientes. Se le adjudican unos cuantos asaltos y hasta lo vinculan con un homicidio. 
Por ahora, su principal radio de acción es Guaymallén y aunque la policía lo tiene en la mira y ya lo ha detenido un par de veces, el adolescente se jacta de la impunidad que le garantiza su corta edad.
No es casualidad que muchas bandas delictivas recurran a chicos para usarlos en determinados golpes; saben que no son imputables y que, a lo sumo, después de unas horas serán liberados. En la mayoría de los casos, son sus propios padres los que van a buscarlos como si los retiraran de la escuela.
Como otros pibes de su generación, El Tonga no está ajeno a la tentación de exhibirse en las redes sociales. En su perfil de Facebook, este adolescente gusta alardear posando con armas de grueso calibre, de esas que meten miedo de solo verlas.
En lo que no difiere de antecesores famosos de la “talla” de El Morocha, el Caconi y El Perro Videla, entre otros, es en la autoconciencia de la creación de su mito. En su ámbito ilegal, un código básico indica que mientras más robos -e incluso muertes- cargue en su haber, más respetado será entre sus pares del hampa.
Dado que claramente el chico no tiene contención familiar, desde el Ministerio de Seguridad pretenden que se tome una medida tutelar para que un juez de Familia decida los pasos a seguir que garanticen que el menor esté protegido y no reincida. 
Esto significa que se disponga que pase a manos de otros familiares o bien de una institución sanitaria del Estado para monitorear su desarrollo emocional y físico y, en caso de que correspondiese, someterlo a un tratamiento psicológico.
Motivado por el fragor de la previa electoral, el debate para bajar la imputabilidad de los menores a los 14 años irrumpió en escena. Esto  no hizo más que confirmar que en nada cambia correr uno o dos años el corte legal si no se trabaja desde la base apuntando a la inclusión. No sólo la del chico sino la de toda su familia, a través de las posibilidades que otorga contar con trabajo, estudio y alimentación.