No es ningún misterio que, a falta de vanguardias como las de antaño o esos bienvenidos volantazos que se dan de tanto en tanto en el establishment literario, las mayores innovaciones, las principales acciones en pos de patear el tablero, se encuentren ahí en la web.
Vaya cual botón de muestra el proyecto argentino Spiral Jetty, encabezado por los hermanos Ezequiel y Manuel Alemian. Este par de periodistas, escritores y editores ha publicado casi una treintena de libros en poco más de un año en esta editorial de factura artesanal y miras globales. Su variopinto catálogo incluye desde nombres reconocidos como César Aira, Pablo Katchadjian y Ricardo Strafacce, hasta ignotos plumíferos que se sumergen en las mismas luces y sombras de la palabra, echando mano de diferentes estrategias formales.
En Spiral Jetty todo vale. Wachiturros, por caso, es un libro de Alejandro Rubio que, según su autor, “está escrito en menos de diez días, pero detrás hay años de pensar y abandonar el pensamiento por la experiencia”.
En contrapartida, el diseño de estos libros es, por fuera, de lo más convencional: tapas de un solo color, sin ilustraciones ni lomo, título de la obra en mayúsculas y nombre del autor apenas sugerido. Aquí también el misterio (o no) se encuentra (o debiera) una vez atravesadas las tapas. Juegos tipográficos, páginas en blanco que “dicen”, gráficos, dibujos, confirman que Spiral Jetty es, antes que nada, un espacio para la experiencia. Lo que quede en pie cual estatua viviente o lo que no logre atrapar el cedazo del lector es aquí parte del mismo juego.

(En suplemento Escenario, Diario UNO, 21 de abril de 2011)

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