En su esperado disco, Los fantasmas del amor, el cantautor Jorge Benegas mixtura con la misma química algunos de sus clásicos y unos cuantos temas nuevos.

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o existen pero que los hay, los hay. Y no hablamos de brujas. Hablamos de los fantasmas, más precisamente los del amor. Quien da prueba de haberlos avistado es el siempre alerta Jorge Benegas. Capturados por el radar de su voz y su guitarra, terminaron atrapados en su nuevo disco. Los fantasmas del amor marca un importante capítulo en la extensa trayectoria de Benegas, uno de los pioneros del rock vernáculo pero sobre todo un cantautor que escapa a rótulos, épocas, modas, tendencias. Lo suyo son las canciones y estas no tienen fecha ni vencimiento. En este trabajo las hay históricas, cercanas, remozadas, recuperadas, atemporales, por qué no visionarias.
Y para que el disco no se reduzca a un mero acopio de palabras y acordes, Benegas no descuidó detalles y para eso contó con un talentoso y experimentado coequiper como Mario Mátar. Su trabajo en la producción lleva su marca inconfundible pero con el tacto suficiente para no desdibujar al autor de las canciones. Todo lo contrario, realza las virtudes de cada composición, las lleva a su exacto punto de ebullición sonora.
Para evitar más detalles y no contar la película, que sea el propio Jorge Benegas quien hable un poco de sus fantasmas, de su amor y, sobre todo, de porque seguir grabando discos en un mundo cada vez más mp3 y con disquerías como piezas de museo.
Currículum sound. “Siento que este disco marca el cierre de un ciclo. Por eso hay canciones de diferentes épocas, los ’70,’80, ’90, y algunas bien recientes. Si existiera la posibilidad de mostrarlo fuera de Mendoza, este trabajo sería como una suerte de currículum musical. Un cantautor se muestra a través de sus canciones y este, creo, es una buena síntesis de mi producción”.
El talento del capitán. “El aporte de Mario Mátar fue fundamental. El logra que la canción suene como yo me la imagino. Discutimos juntos qué músicos convocar, qué temas incluir. Por lo general no estamos de acuerdo pero eso lo bueno ya que de esa manera nos acercamos a lo que ambos pretendemos. Lo bueno de trabajar con un productor talentoso y encima gran músico es que descubre en la canción lo que vos tal vez no viste. Por ejemplo, Final de historia, que toda la vida la hice con guitarra, en el disco la hacemos con piano y a dúo con una voz femenina y parece otro tema”.
De rock (pero ecléctico). “El disco es ecléctico a propósito. Me pasa que hay cantautores que admiro y por ahí escucho tres o cuatro temas seguidos de un disco y me aburro. La mezcla en Los fantasmas… apunta que refleje la variedad que puede ofrecer un cancionista. Yo lo defino básicamente como un disco de rock, pero que tiene balada, blues, tango, un poco de todo. Jamás renegué de mis orígenes hippies, pero esa sensibilidad que incorporé desde la adolescencia se va adaptando a medida que uno crece y evoluciona. Uno aprende de los grandes y yo crecí escuchando al Flaco Spinetta, a los Beatles, a Zeppelín, a Piazzolla. Todos ellos grandes maestros”.
Impronta tanguera. “Soy un rockero que ama al tango. Grandes poetas del tango parecen auténticos rockeros si leés bien algunas de sus letras, por ejemplo Discépolo, que es tremendo. Aún no me le animo a un disco entero de tangos pero tengo compuestos varios. El más reciente se llama De penas su collar y creo que es el mejor que compuse. Tango al fango y Se pasó la moda, son muestras de esa línea. Siento que tengo una impronta tanguera en mi vida cotidiana que ya es parte de mi personalidad. Me crié en Buenos Aires y mi viejo escuchaba mucho tango, era como mi banda sonora. Siento que el rock y el tango van de la mano. Nunca me parecieron dos veredas diferentes. Para mí escuchar a Piazzolla y Emerson Lake & Palmer era casi lo mismo”.
Arte & parte. “En la gráfica del disco pusimos un énfasis especial. Me gusta mucho cómo quedó ya que redondea un producto muy cuidado en el sonido y la imagen. Refleja mis diferentes etapas y mi música. Un resumen de lo que hice durante muchos años. Uno quiere que a cierta etapa de su vida lo que genera suene y se perciba con calidad. Esa autoexigencia es básica para el disfrute y para alimentarse el alma”.
Lo que viene. “Al revés de lo que se hace habitualmente, es decir grabar un disco y salir a presentarlo, esta vez prefiero que la gente lo vaya conociendo, escuchando, degustando, y recién después salir y presentarlo bien. No sólo en la provincia. Si es posible lo hará con los músicos que participaron en el disco. Quisiera que la presentación fuera algo diferente, que acompañe a todo el trabajo estético que le pusimos al disco tanto en la música como en la gráfica”.

(En suplemento Escenario, Diario UNO, 3 de abril de 2012)

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