Hubo un tiempo en que la palabra que definía al prototipo del argentino de a pie era “chanta”.
Hoy, a caballo del vértigo de un presente que corre a la velocidad de las redes sociales, esa categoría sociológica se ha ido corriendo para ser remplazada por otro término no menos doloroso y preciso: “caótico”. 
Los comicios de ayer mostraron con contundencia todas y cada una de las facetas del caos. Palabra que, por lo general, solemos asociar al tránsito (caos vehicular) o a las guerras intestinas entre barrabravas (caos en el fútbol).
Por extensión, ese estado de desorden y confusión bien se puede aplicar a la desorganización que hubo en el armado de cada mesa. A la caótica disposición de las boletas dentro
del cuarto oscuro. A la abrumadora la cantidad de boletas, nombres y cargos.  
La confusión fue lo que primó en todas las escuelas de la provincia. 
Información poco clara o escasa para indicar dónde se votaba, según cada letra. 
Nadie a disposición para orientar al votante, salvo policías que oficiaban más como organizadores de las filas que como garantes de la seguridad.
En ese contexto, las quejas se multiplicaban por lo demoroso del trámite. 
La lentitud no era sólo adjudicable a la amplia oferta de candidatos para elegir sino también a que las urnas no llegaban a tiempo o que defeccionaban los presidentes y vicepresidentes de mesa. 
Estos últimos dieron la nota. No sólo las PASO fueron históricas, también lo fue la cantidad de estas personas que tenían una carga pública y que faltaron argumentando razones de salud. 
Lo llamativo fue que la mayoría de quienes no cumplieron con su función justificaron la ausencia con la presentación de certificados con supuestas gastroenteritis.
Tan extraño resultó el “faltazo” que desde la Junta Electoral de Mendoza confirmaron que citarán a los médicos que emitieron y firmaron esos dudosos certificados.
Con poco más de tres décadas de recuperado el ejercicio de sufragar en la Argentina, es inconcebible que sea el caos lo que signe a una elección. 
No es que falte tiempo para organizarse. Lo que falta es orden y compromiso para hacer bien las cosas. Junio está a la vuelta de la esquina. Lo esperable es que se tome nota de cada falla y en las generales la noticia vuelva a ser los ganadores, no el caos previo. 

(Diario UNO, 20 de abril de 2015)