Así como se suele decir que los políticos no salen de un repollo sino que provienen de vientres similares al de nuestras madres, también podemos otorgarles igual rango de humanidad a todos esos pibes que últimamente ganan espacio en los medios por protagonizar hechos de violencia o morir a una edad en que todo se espera de ellos. Nos guste o no, algo de responsabilidad tenemos los que ya peinamos una que otra cana.
¿Tendría que sorprendernos este estado de las cosas a quienes deberíamos ser -aunque suene demasiado pretencioso- una suerte de espejo de vida, una guía elemental para que después recorran solos un camino con más oportunidades que piedras?
Ver el grado de violencia que destila la pelea política -se llame ésta Ley de Medios, Promoción Industrial o Impuestazo tecnológico- no es lo que se dice una señal de convivencia ni de sano debate democrático como para convencer a los más chicos de que el intercambio de ideas es la base del crecimiento de un país.
Este crispado modelo de discusión presenta claros ejemplos en la calle, donde una simple frenada a destiempo desata los demonios de algún conductor o donde si no me dan respuesta a mi reclamo (sea válido o no) corto la vía pública sin importar a quién afecto.
Donde a cualquiera -desde un gobernador hasta un actor famoso- le basta con lanzar ideas alocadas para ganar su porción mediática. O, por qué no, en los medios mismos, donde cualquier argucia es válida para posicionarse sea cual fuere el podio que se ambicione.
En este desquiciado panorama no quedan fuera las batallas entre las distintas hinchadas del fútbol argentino, los cánticos xenófobos, el creciente negocio de la droga, el "peaje" en zonas aledañas a los estadios, el apoyo tarifado a ciertos jugadores. Salvo el esclarecido Maradona, difícilmente alguien coincida en que la pelota no se manchó.
Con este sucinto racconto del inefable "ser argentino", no es extraño que los chicos sean tristemente los que nos den a diario algunos de los títulos más resonantes: "Acuchillan a dos alumnos en una pelea cerca de un colegio"; "Detienen a un adolescente por abusar de una prima"; "Cuatro jóvenes muertos al caer en un lago de un country"; "Cada vez detienen a más jóvenes con marihuana"?
En mucho estamos fallando feo como sociedad para que no seamos los más grandes quienes evitemos ese vergonzante protagonismo. Y más preocupante aún es que no parece haber demasiada inquietud en quienes funcionalmente -la familia y las escuelas, sobre todo- tendrían que hacerse eco y actuar en consecuencia.
La necesaria cuota de esperanza la ofrecen, claro, aquellos pibes que no suelen ser noticia pero que desde su humilde y silencioso espacio de transformación llenan la otra mitad del vaso. Por ellos también estamos obligados a ser un mejor espejo.

(Publicado en Diario Los Andes, 23 de octubre de 2009)
Esperando a Herta. Mientras quedamos a la espera de que la maquinaria editorial que dispara cada año la entrega del Nobel de Literatura nos acerque buena parte de la obra de la última galardonada, la rumano-alemana Herta Müller, aquí va un fragmento de su novela “La bestia del corazón” como para degustarla lentamente: “Con las palabras en la boca aplastamos tantas cosas como con los pies sobre la hierba. Pero también con el silencio. Edgar guardó silencio. Aún no puedo imaginarme una tumba. Sólo un cinturón, una ventana, una nuez y una soga. Cada muerte es para mí como un saco. Si te oyen decir eso, dijo Edgar, te tomarían por loca. Y cuando pienso en ello, tengo la sensación de que cada muerto deja tras de sí un saco repleto de palabras. Siempre me acuden a la mente el peluquero y la tijera de manicura, porque los muertos ya no los necesitan. Y también se me ocurre que los muertos ya nunca más perderán un botón”.
Para inclinar el suelo
. En buena hora, la faena artesanal e independiente no se detiene en esta Mendoza tan poco lectora. Contra-Edición sigue dando zarpazos gráficos para despabilar a quien se le cruce. Esta vez Marcela Toré es quien sale a la palestra con su poemario “Otra vez mueren mis manos… ”. Sus versos sin título se van acopiando página tras página en una rara combinación de imágenes herméticas y las más sencillas expresiones de su sensibilidad femenina. La sensación de pérdida y desasosiego atraviesa buena parte de los poemas: “No hay cofres con tesoros perdidos/ Sólo perdidos tesoros”; “Otra vez mueren mis manos/ en el peligroso tránsito de las caricias”; “No alcanzaré paraísos”; “Atraso dos latidos cada día/ para llegar al olvido”; “Los pasos suenan quietos./ Los abrazos pertenecen a otros”. Sin embargo, ese fluir más bien desencantado que melanco-tanguero tal vez esté preanunciando una voz, una ronca voz, a la que habrá que escuchar/leer con atención en su próximo opus.
Las voces, todas
. No será la de Buenos Aires, la de Santiago, mucho menos la de Frankfurt, pero Mendoza sigue manteniendo -más por inercia que por convicción- su Feria del Libro. Desde el 30 de octubre hasta el 10 de noviembre en la Plaza San Martín, la Secretaría de Cultura y el ECA prometen multiplicar las presentaciones de libros, actos, lecturas y puestos de las librerías, ésas cuyas ofertas suelen ser las mismas que vemos a diario en sus locales. Este año el homenaje de rigor recaerá merecidamente en la figura del poeta Armando Tejada Gómez y entre las visitas confirmadas se cuentan Ana María Shúa, Washington Cucurto, Eduardo Sacheri, Eduardo Belgrano Rawson, Jorge Paolantonio y Vicente Battista. La extensa grilla de actividades incluye un generoso menú de música, teatro, documentales y performances.
Fans de película
. El rey Midas en versión brasileña, léase el popularísmo Paulo Coelho, sigue dándose gustos con esos mismos libros que a otros causan disgusto. Con la nada original idea de que cada uno de sus lectores hace su propia película con las historias que este ex saltimbanqui vende por millones, propuso a sus fans que enviaran -vía Internet- cortos basados en “La bruja de Portobello” para que, luego de pasar por el cedazo técnico y artístico, quedara el film recientemente estrenado en Roma bajo el título “The Experimental Witch”. Fueron 6.000 lectores los que aceptaron el convite del singular concurso on line y apenas 14 los que se ganaron su lugar en el podio visual. Con su éxito, Coelho confirma que las hay, las hay.

(Publicado en Diario Los Andes, 25 de octubre de 2009)
El gran impostor. Mario Bellatin, rara avis con carnet, ha hecho de sí mismo una marca registrada. Nacido en México en 1960, creó la Escuela Dinámica de Escritores, ámbito de estimulación donde lo único que está prohibido es escribir. Por su generosa imaginación y una prolífica producción (“Salón de belleza”, “Canon perpetuo”, “Lecciones para una liebre muerta”, “Jacobo el mutante”, “El gran vidrio”, entre otros títulos) es muy común que lo parangonen con la caudalosa verba del argentino César Aira. “Shiki Nagaoka: una nariz de ficción” es uno de los libros donde mejor están sintetizados algunos de los artificios de los que suele valerse Bellatin: la verosimilitud (falsa biografía de un falso escritor), el uso de otras artes (fotos, dibujos, mapas), la fragmentación (citas y autocitas), la apelación a la iconografía oriental y la investigación de aspectos nimios que en un nuevo contexto “lucen” claves. Narrar la vida de un personaje a partir de su exuberante nariz es, apenas, una muestra de la desbordante poética del absurdo que cultiva este hombre que perdió un brazo y a su vez ganó un fantasma presente en toda su obra.
Los mejores amigos. Alejandro Magno, Freud, Perón, Picasso, Hitler, Neruda, Trotsky, Virginia Woolf, Rodolfo Valentino, Simón Bolívar y Frida Kahlo tenían en común algo más que su talla de personajes históricos: todos poseían mascotas y en muchos casos cultivaron con ellas una relación tanto o más profunda que con algunos humanos. María Rita Figueira se dedicó a investigar y profundizar ese particular lazo para dar forma a un libro insólito: “Los ladridos de la historia. Retratos de personajes célebres a través de sus perros” (Sudamericana). Anécdotas, realidad y ficción, se combinan cálidamente para revelar el aspecto más doméstico de la biografía de estas figuras públicas.
Poeta en Nueva York. Desde aquellos lejanísimos y agitados comienzos en The Velvet Underground hasta este calmo y reflexivo presente como solista cuasi shakespearano, Lou Reed no ha hecho más que consolidar su perfil de poeta del rock; el mismo que caminó por el lado salvaje y vivió para contarlo. “Atraviesa el fuego/Todas las canciones” reúne una sustanciosa cantidad de letras en inglés y castellano con su correspondiente álbum, desde aquel seminal “The Velvet Underground & Nico” de 1967 hasta el aggiornado “Ecstasy” del 2000. Un diseño sobrio pero jugado hace aún más tentador sumergirse en la (re)lectura de clásicos como “Perfect day”, “Satellite of love”, “Venus in furs”, “Sad song”, “Rock and roll Heart”, “Ladies pay”, “City lights”, “Faces and names”, “Romeo had Juliette”, “Power and glory” y una lista más larga que la Quinta Avenida. Considerado el juglar de Nueva York, el también dramaturgo y fotógrafo prefiere escaparle a toda etiqueta: “No soy nada. No me gusta clasificarme, encasillarme. Tengo suficiente con levantarme cada mañana y caminar”.
Ese cross. Franz Kafka a su compañero de estudios, Oskar Pollak: “Sólo deberíamos leer aquellos libros que corroen y hieren en lo vivo. Si el libro que estamos leyendo no nos despierta de un puñetazo en la cabeza, ¿para qué lo leemos? Necesitamos los libros que nos afectan como un desastre, que nos duelan profundamente”.

(Publicado en Diario Los Andes, 18 de octubre de 2009)
Elizabeth Costello (J. M. Coetzee. Mondadori. 2004. 238 páginas)

Elizabeth Costello es una novelista australiana reconocida especialmente por uno de sus libros. Esa módica fama es la que le abre la puerta para que, en su madurez, sea convocada para dar conferencias de los temas más variados.
Con este simple esquema, el premio Nobel 2003, J. M. Coetzee divide su novela en ocho partes, donde en boca de la desbocada Elizabeth puede abordar sus obsesiones de siempre: el (mal) trato a los animales, el mal y sus alcances,el sexo (o mejor dicho, lo divino en relación al sexo), la reflexión sobre las creencias más allá del corset de las religiones y como una especie de hilo conductor de estos capítulos aparentemente independientes, la continua meditación del rol del escritor.
Al igual que en el resto de sus obras, el autor de Desgracia parte de una premisa insobornable: entender las claves de una humanidad permanentemente saboteada por los propios humanos. Cualquier historia, por simple que resulte, en su pulida y certera prosa alcanza alturas únicas. Para comprobarlo basta bucear en cualquiera de sus libros.

(Publicado en suplemento Escenario, Diario UNO, 21 de agosto de 2005)
Un fantasma imprescindible. En el supuesto caso de creer en los talleres literarios, un libro que no debería faltar a la hora de ejemplificar lo que es un buen cuento es, precisamente, “Nueve cuentos”, del siempre misterioso J.D. Salinger (Nueva York, 1919). Joyas como “Un día perfecto para el pez banana”, “Para Esmé, con amor y sordidez”, “El hombre que ríe” y “El período azul de Daumier-Smith” (donde escribe: “Siempre nos damos cuenta demasiado tarde, pero la mayor diferencia entre la felicidad y la alegría es que la felicidad es un sólido y la alegría un líquido”), son contundentes muestras de que al autor de “El guardián en el centeno” (o su traducción más conocida, “El cazador oculto”) le bastaron un puñado de libros para convertirse en un escritor imprescindible, de esos que no importa en lo más mínimo si aún vive o si ya desembarcó en alguno de los temidos infiernos del Dante.
La voz multiplicada. Con “Denuncia”, obra escrita a cuatro manos por Juan de la Maza y Rubén Vigo, la editorial Tortitas Caseras pone un pie en el inexistente mercado mendocino con la firme convicción de que cuando hay algo para decir se justifica la apuesta de editar un libro a pulmón. El concepto de “Denuncia” es tan claro como directo: “traducir” la América de la maldecida conquista para releerla desde un presente no menos condicionado. Los autores han licuado sus personalidades en pos de un discurso único que, a su vez, pretende ser “todas las voces, todas” a las que arengaba Tejada Gómez. En este trayecto, el dúo autoral es acompañado visualmente por las pinturas de Damián Vigo, también responsable del arte de tapa.
Va de nuevo
. “Lo que quedó es lo más lindo que escribí en la vida y fue sin querer”. Así de orgulloso está Hernán Casciari al referirse a su flamante hijo literario, la novela autobiográfica “El pibe que arruinaba las fotos”. Argentino radicado en España, este autor se hizo conocido en nuestro país por “Más respeto que soy tu madre”, libro que Antonio Gasalla adaptó al teatro con notable éxito de taquilla. Casciari, quien ya cargaba con el sayo de ser el blogger más popular de la madre patria, también destila una fina mirada de la realidad en sus columnas domingueras en Los Andes y La Nación. A su manera, la comedia y el drama son el pasto del que rumia su estilo costumbrista; ese que tanto le debe a la instantaneidad de la web.
Leer para que se abra el mundo.
Y un día volvió. Y quienes lo extrañamos, ahora celebramos su retorno casi tanto como la vuelta de Palermo tras una larga lesión o el astronauta que subió a hacer lo suyo. Volvió “Ver para leer”, la propuesta televisiva del escritor, periodista y director de la revista Fierro, Juan Sasturain. La mala noticia es que este ciclo será más corto que el anterior: apenas seis capítulos, grabados en distintos puntos del interior del país. Acerca del placer de leer, el histriónico conductor le dijo a La Nación: “Uno lee o empezó a leer porque descubrió algo placentero al hacerlo. Y esa es la única razón valedera. Ni obligación ni necesidad de instruirse ni ninguna otra cosa. Leyendo buena literatura se abre el mundo, se enriquece la experiencia”. Leer para ver.

(Publicado en Diario Los Andes, 11 de octubre de 2009)
Lo que más de un periodista alguna vez fantaseó y los lectores suelen reclamar (a veces en silencio y otras tantas a viva voz), lo concretó sin tanto aspaviento un niño de 12 años: dar sólo buenas noticias.
Max Jones, un pibe norteamericano con un natural talento para la tecnología, creó su propio sitio en Internet (www.hnheadlines.com) donde todo aquello que ocurre en el mundo y esté signado por la buena onda merece ocupar un espacio en su "Weekend News Today".
El chico de Orlando, Florida, no está solo en esta patriada positiva ya que en su camino virtual fue sumando colaboradores que no son otros que adolescentes de distintas partes del planeta. Ellos le aportan a diario noticias, fotos y videos, además de multiplicar su proyecto en las redes de Twitter y Facebook.
Esta rara avis que tiene clarísimo que su futuro profesional será el periodismo, está convencido de que "una persona puede hacer la diferencia en el mundo poco a poco". Por eso, a fines de 2008 transformó en un mini estudio de televisión su atiborrado placard y ahora pasa allí sólo un puñado de horas por semana haciendo lo suyo ya que, asegura, con su mejor cara de Domingo Faustino yanqui, que "la escuela es mi prioridad".
En ese ámbito casero, es decir entre pósters, bates de béisbol, CDs y revistas, graba videos con paciencia zen y escribe los textos que luego colgará en su hoy famoso sitio.
La avidez o curiosidad que despierta su filantrópico proyecto cuenta con la complicidad de unos 5.000 visitantes por día y la perspectiva es de un crecimiento constante que, por ahora, dice no asustarle al también estudiante de violoncelo.
Según el bonachón de Max, su web no tiene fines de lucro. En todo caso, el beneficio es para quien recibe gratuitamente su porción misericordiosa de la realidad mundial.
En medio del inacabable debate de diarios de papel versus periódicos on line, este adolescente nos baja un poco a tierra y pone negro sobre blanco que lo importante es el qué y no el cómo. A la vez, confirma la presunción de que para desarrollar este tipo de proyectos no hace falta un gran capital sino más bien contar con ideas y desa-rrollarlas.
La Dirección General de Escuelas, para tomar una referencia en la que se podría potenciar iniciativas como las de Max, aún tiene mucho, muchísimo para trabajar en ese sentido en los colegios. Ojalá no pase mucho tiempo para que las escuelas mendocinas compartan con la comunidad -a través de la web- sus actividades, inquietudes, planes y noticias aunque éstas no siempre sean tan buenas como las de "Weekend News Today".

(Publicado en Diario Los Andes, 26 de setiembre de 2009)
Un libro ya pronto serás. ¿Quién dijo que libros son sólo aquellos que nos seducen en librerías o bibliotecas? Hay numerosos autores mendocinos, algunos éditos y otros tantos inéditos, que están fogoneando en soledad (y no pocas veces en público) una obra con un poder de fuego que ya encontrará el momento justo de dar con el combustible del estallido. Uno de ellos es Leandro Hidalgo, el hiperkinético performer mendocino que logró instalar en el calendario literario local su más que recomendable ciclo Elefante. Cultor y militante del microrrelato, este flamante sociólogo cuenta con dos libros que transitan ese popular género -“Instantáneas” (2005) y “Capacho” (2008)- y que acumulan méritos suficientes para ingresar a los boxes de cualquier imprenta. De su microficción, una minimuestra: “Todas las ciudades tienen su zoológico. A menudo los hombres necesitan recordarse lo que no son” (Lo que somos). Al mismo precio, otro: “Las jirafas hacen silencio allá en lo alto. Dios les creó esos cuellos extensos para vigilar los discursos agnósticos y materialistas de esas descreídas” (Las agnósticas).
Oficio de explorador. Jorge Accame es el típico porteño que se hartó de Buenos Aires y optó por anclar en el interior. Previo año de estadía en Italia, en 1982 se instaló en Jujuy. Desde allí no ha parado de producir poemas, novelas, cuentos y obras de teatro, además de ganar no pocos galardones (el año pasado obtuvo el Premio La Nación-Sudamericana con “Forastero”). Algunos de sus libros son “Concierto de jazz”, “Segovia o de la poesía”, “Punk y Circo”, “Suriman ataca” y “Venecia”. La reedición de “Diario de un explorador” permitió al profesor de Letras agregarle nuevos cuentos y transformarlo en “Cumbia”; un puñado de historias que van del realismo a lo fantástico sin sobresaltos y donde lo que en un pueblo se reduce a simples anécdotas, en la pluma de Accame devienen en atrapantes relatos. Con la misma facilidad con que ellas y ellos se mueven al ritmo de Los Mirlos del Perú, así de sencillo es echarle mano a estas páginas como si de cinturas se tratara.
La crítica, también una mercancía
. Daniel Link es uno de los pensadores y ensayistas argentinos más renovadores en cuanto a abordaje y temáticas. A su libro “Leyenda. Literatura argentina: cuatro cortes” (Entropía, 2006) lo define como un “conjunto de intervenciones” acerca de la literatura argentina. Lo que sigue es un aperitivo para acercarse a su obra. “Los libros, se sabe, circulan como mercancía. Existe un mercado, constituido por el público, los autores, los editores y diversos agentes de mediación entre los que la crítica es una institución decisiva. La crítica descubre, dictamina, sanciona, premia o condena. Los críticos ponen en circulación textos, deciden (no unilateralmente) el valor de una mercancía. Pero la crítica también puede ser pensada ella misma como una mercancía: se integra en el circuito de producción-consumo de los libros en general y allí compite con otros géneros discursivos por los favores del público (en los últimos años, la hemos visto perder terreno respecto de otros géneros: la biografía, el testimonio, la entrevista)".
El eco de Umberto. El semiólogo y escritor italiano Umberto Eco sostiene en su libro “Lector in fábula” que “cualquier texto está incompleto porque le falta la biblioteca del lector”. Como siempre, esta columna habrá de completarse con todas esas bibliotecas, pequeñas, medianas o XL, que cada lector esté dispuesto a poner en juego en ésta u otras lecturas.

(Publicado en Diario Los Andes, 4 de octubre de 2009)

Si alguien pensaba dedicarse a escribir y buscaba un lugar donde aprender, ese lugar no es, a pesar de su equívoco nombre, la Escuela Dinámica de Escritores (EDDE). Allí, a lo único que no se va es a escribir. Según su creador y director, esa auténtica rara avis de la literatura latinoamericana llamada Mario Bellatin, “no se debe, no se puede enseñar a ser escritor”.
De ahí que esa institución tan sui generis, que arrancó en el 2000 con un pequeño capital de $5.000 y un entusiasta grupo de profesionales de distintas ramas del arte, proponga a sus alumnos un “diálogo de expresiones artísticas” con docentes que pueden provenir de la pintura, la fotografía, el psicoanálisis, la filosofía, la crítica, el teatro, la música, la escultura, la danza, la cocina, o el cine. A esta altura ya han egresado tres camadas, para lo cual se contó con la colaboración de más de cien profesores de distintas disciplinas.
Nada más alejado entonces de un taller literario tradicional que la EDDE. Aquí no hay textos que se sometan al filtro, la tala o la mirada escrutadora de un escritor profesional. Quien desee ser uno de ellos deberá hacerlo fuera de la escuela, en ese ámbito propicio que sólo ofrece la soledad. En buena hora, el clásico ritual del escritor frente a la hoja en blanco aún no ha podido ser remplazado por ningún programa de computación ni plan de estudios que pretenda enseñar el oficio.

No a las recetas
A la EDDE se va básicamente a escuchar y conversar. Toda experiencia artística y de vida se transmite y retransmite de tal manera que el futuro escritor sume experiencia, no teoría, no decálogos de plumas mayores. El objetivo es ampliar su mundo sensible, no darle recetas; simplemente ayudar al alumno a abrir sus propias puertas, comunicar experiencias y absorber todo lo que se pueda. Importa el proceso, no el resultado. Tan simple o complejo como eso.
Bellatin, que no es precisamente un escritor convencional, se propone colocar al alumno en las fronteras de la literatura, en ese espacio en el que puede emerger una creación más original, más arriesgada. Por eso no se sorprende que titule El arte de enseñar a escribir (Alfaguara, 2006) donde, claro, no se cumple tal misión pero donde sí da –junto con un gran número de profesores– testimonios de la experiencia de la Escuela Dinámica de Escritores, “un lugar donde sólo existe una prohibición: escribir. Es decir, que los alumnos, tal vez deba decir los discípulos de un número grande de maestros, no pueden llevar a ese espacio sus propios trabajos de creación. Ellos deben, en lugar de cotejar sus textos, tener la mayor cantidad posible de experiencias con creadores en plena producción”.

Una gran instalación
La también llamada “escuela vacía” o “especie de clínica de rehabilitación para los que tienen la necesidad de escribir” es, según Bellatin, “una gran instalación que empezó y sigue fluyendo en el tiempo y el espacio. Y donde las fronteras, quiero creerlo, quedan abolidas”. Tanto fluye que ya está en marcha el proyecto de crear sedes en varios países; Chile, Perú y Colombia, serán las primeras sucursales. Actualmente funciona en la Casa Refugio Citlaltépetl, en el Distrito Federal de México.
Aunque carece de un programa formal de estudio, cuenta con tres líneas de trabajo para los dos años de cursado y las seis horas académicas con cada profesor: Composición, Contenidos y Formas de construcción.
Los títulos de los cursos dan pistas de la exótica propuesta de Bellatin y los suyos, entre ellos figuran Taller de plagio y disección, Jazz para escritores, El jardín japonés, Drama, melodrama y pastiche; Reconstrucción sensorial y El discurso fotográfico.

Para espíritus libres

Por más informal que parezca, no ingresa cualquiera. Los requisitos para los escasos treinta afortunados que pueden entrar por año son: tener entre 16 y 35 años, un fuerte compromiso con la escritura, disponer del tiempo suficiente para cumplir con la asistencia a clases, lecturas y actividades que propone la escuela y someterse a una entrevista personal.
La EDDE no es la primera acción imprevisible del autor de Jacobo el mutante. Deudor espiritual del grupo francés de “literatura potencial” OuLiPo y del músico norteamericano John Cage (especialmente de su obra 4’33”), Bellatin nació sin su brazo derecho completo. Hasta el 2005 usaba una prótesis que decidió arrojar al Ganges, en la India.
Durante años, su temible garfio (decorado por un alemán con piedras de fantasía) le generó no pocas historias que luego fueron a parar a sus no menos inclasificables libros (ver Lecciones de una liebre muerta, Salón de belleza, Poeta ciego, Perros héroes).
De regreso a México, empezó a experimentar una sensación de vacío tal que le pidió al artista plástico Aldo Chaparro un brazo “artístico”. Finalmente, el miembro artificial en cuestión terminó siendo parte de una muestra en el MOMA de Nueva York.

Antes las ideas que los cuerpos

Otro proyecto de este activista del absurdo, y que confirma en la práctica el concepto experimental de la EDDE, fue el Congreso de Dobles que realizó en una sala de arte en París. Un encuentro donde los escritores originales –los mexicanos Margo Glantz, Sergio Pitol, Salvador Elizondo y José Agustín– no estuvieron presentes y fueron remplazados por cuatro personas comunes que durante seis meses fueron entrenadas para aprender la vida de los “originales” y poder memorizar una serie de textos que luego repitieron frente al desconcertado público francés. Es decir que allí estuvieron “en vivo” las ideas pero no los cuerpos de los escritores verdaderos.
Como era de esperar, esto causó no pocas quejas de periodistas, gente del público, profesores universitarios y autores que se sintieron timados por el siempre provocador Bellatin. Algo que, tratándose del biógrafo del apócrifo Shiki Nagaoka, es de esperar que no haya sido su última travesura.

(Publicado en suplemento Señales, Diario UNO, 2 de setiembre de 2007)

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