De Chile, pródiga tierra de poetas, salió tal vez su mayor narrador, Roberto Bolaño (1953-2003). Sin embargo, autor de poderosas novelas como Los detectives salvajes y 2666, también fue poeta y no siempre a la sombra de su prosa. Es más, decía sentirse más poeta que narrador. Su poesía, no obstante, no logró el mismo impacto en los lectores, a pesar de transitar un estilo narrativo antes que lírico.
Publicado tras su muerte, La universidad desconocida reúne toda su producción poética, en un minucioso trabajo que arranca a mediados de los ‘80 recopilando lo escrito desde 1977, año en que se instala en España. Ante una muerte que avizoraba inevitable, terminó de revisitar, corregir y fechar todo el material, hasta dejarlo listo para cuando llegara su momento.
Los perros románticos tal vez sea su poemario más redondo. El resto son destellos de su indiscutible talento, pero nunca alcanzan la contundencia de los cuentos de Estrella distante, Llamadas telefónicas o El gaucho insufrible. “La muerte es un automóvil con dos o tres amigos lejanos”, avisó alguna vez. Ahí va.

(En suplemento Escenario, 14 de enero de 2012)

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