Lo breve posible. Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964) irrumpió como periodista de rock en los años 80 y en ese territorio fue uno de los mejores. Después de poner su firma a “Crónicas e iluminaciones”, un sobrio tête-à-tête con Luis Alberto Spinetta, en 1994 se lanzó de lleno -y sin retorno- a la literatura con el libro de cuentos “Los pájaros”. Luego llegó el turno de las novelas: “Agua”, “La mujer de Wakefield”, “Todos los Funes” y “La sombra del púgil”. Su crecimiento autoral le valió reconocimientos internacionales y la traducción de su obra al francés, inglés y japonés. “La vida imposible” (2002) es un libro que puede pasar por menor en su valiosa producción, tal vez porque lo muestra transitando otra cuerda, la de los cuentos breves y microcuentos, hoy tan en boga. Vale entrarles sin prejuicios para saber de qué va la cosa. Con indisimulados ecos de sus admirados Cortázar y Wilcock, su prosa brevísima (nos) devuelve el placer de la lectura por la lectura misma.
Pingüino pero no K. Nunca fue un misterio como la fórmula de la Coca Cola o el supuesto talento de Nicole Neuman. Siempre supimos que “El libro gordo de Petete” no existía como tal y que sólo eran atractivos e instructivos fascículos en los que allá por los '70 aprendíamos desde quién fue Sarmiento hasta las bondades de la fotosíntesis. Ante todo, el pingüino bonachón creado por García Ferré (alma pater de Hijitus) era un microprograma que se emitía por Canal 13 y al cual se seguía con cierto interés. Pues bien, el 3 de noviembre el mentado Petete revivió gráficamente y esta vez como un libro de verdad, editado por V&R. No es un libro más: las letras y el dibujo de tapa impresos en stamping oro, textura símil cuero, papel ilustración y un precio acorde a tal despliegue estético: 129 pesos. Un auténtico libro-objeto como para atrapar a las nuevas generaciones con ingredientes “de antes”.
¡Tiemble Simenon! Por estas cosas de la tecnología, a través de ella encontré el dato y él las posibilidades para ser todo un Guinness y un verdadero winner. Philip M. Parker es un estadounidense, doctor en Matemáticas, que se convirtió, gracias a su habilidad informática, en el autor más prolífico del mundo por sus ¡85.891 libros! A no desesperar estimado autor que aún acopias inéditos cual boletas sin pagar. En realidad míster Parker craneó unos programas que funcionan en red a partir de un puñado de datos. Estos, por medio de un software, rastrean información en Internet y con el resultado de esa búsqueda se “crea” un libro de 300 páginas. ¡Y encima lo vende! Un capo. El tal Felipe cuenta que le lleva de 20 minutos a 2 horas, y que los imprime a pedido. Para no quedar como un chanta (faltaba más), aclara que tiene publicados seis libros “de verdad”, donde abunda en la relación entre las leyes físicas y los comportamientos económicos.
Para no verla cuadrada. Y sí, como país futbolero que somos, todos creemos que podríamos dirigir Boca mejor que el Coco o hacer sonar cual violín a la sufrida Selección. Pero en lo fáctico, si paramos la pelota, más de uno -y no sólo Sebrelli- quedará en evidencia de que no la tiene tan clara. Pensando en esos especímenes, en los más pequeños y hasta en la patrona que pregunta a cada rato que es el offside, Daniel Talio y Guillermo de Lucca se tomaron el trabajito de recopilar en “Diccionario del fútbol” (Ed. Claridad) todos aquellos términos que describen y expresan la realidad futbolística. “Es un vocabulario altamente variable en el tiempo y en la geografía, que no intentamos fijar ni reglar, sino tan sólo describir. Esperamos que sea un instrumento para el mayor disfrute de esa absurda forma de la felicidad, el fútbol”, explican sobre esta pasión inexplicable los autores.

(Publicado en Diario Los Andes, 8 de noviembre de 2009)

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