Relámpago de pétalos. Si la poesía ha de necesitar un escenario y un tiempo para cobijarse, nada mejor que una cantina y al alba, justo cuando la resaca de encuentros o adioses tienen un mismo destino: el poema. Bettina Ballarini retoma en “La cantina del alba” (Jagüel-Editores de Mendoza), o mejor dicho sostiene, las voces que habían quedado acalladas al cerrarse las tapas de “Espacios que los pájaros pierden” (2000). Lo amoroso sigue cantando aquí con un lirismo que construye lo suyo ahí donde el silencio dejó su (dolorosa) huella. “Las palabras nos pueden dejar solos./ Las palabras de amor nos han dejado solos./ Es la más terrible de las despedidas”, confiesa la autora dejando en evidencia el mayor “peligro” del escritor: quedarse en blanco, solo. Y peor: en silencio. Como el soldado caído que va por más, se levanta -con o sin inspiración- para desafiar: “Soy más que el barco/ que navega en mis palabras”. Y ese barco, como aquel de Pizarnik, aún arrastrándose sobre un río de piedras logra, como nosotros, llegar a la última página con la convicción de que “siempre será mejor/ que recuperemos la voz para cantar”.
Al pan, pan. Rico como es nuestro idioma, no estaría nada mal hacernos eco de la sugerencia que hace la Fundación del Español Urgente. Esta buena gente propone traducir al español el anglicismo e-book como libro electrónico, libro digital o ciberlibro. No es tan complicado, ¿no? Por ahí se nos hace costumbre y dejamos atrás esa tilinguería de usar Sale en lugar de “Liquidación” o container por “contenedor”. Si los viera el Manco de Lepanto, ¡las manos les cortaba!
Cucurucho en la frente. Un libro de marketing, cree uno, debe empezar con un título que sea lo suficientemente atractivo como para impulsar la compra. Intenten pasar frente a la vidriera de una librería y no detenerse ante un libro que se llame “Helado de albóndiga”. Una vez que frenen de golpe y lean el subtítulo “Cuidado con el nuevo marketing”, ya será demasiado tarde: habrán caído en las redes de los talentosos cazadores de lectores (clientes). Esta vez el anzuelo fue lanzado por Seth Godin, nombre que tal vez no nos diga demasiado a quienes no consumimos best sellers del rubro y que en este trabajo busca demostrar que apelar a un nuevo marketing basado sólo en YouTube, Twitter, Facebook, blogs y MySpace, entre otras variantes de la tecnología, será un arma de doble filo. “Si pone en la base una bola de helado, el resultado será delicioso si usted le agrega cerezas, chocolate caliente y crema batida, pero si comienza con unas albóndigas... ¡uggghhnh!”, ejemplifica el autor y a esta altura ya se nos fueron las ganas de comer y, sobre todo, de leer.
Se imprime. Con la tenacidad que caracteriza a los que hacen arte, y más si se lo cultiva en un desierto camuflado de oasis como nuestra malamada Mendoza, publicar un libro sigue teniendo su halo épico. Vayan pruebas al canto: “Corderoi” (Leo Pedra), “El llanto del Quehuar” y “Cuentos para leer en el baño” (Ramón Mayo), “Viñetas aleatorias” (Lêa), “Artistas del Secano lavallino” (Alumnos de la escuela albergue de San José, Lavalle), “Glasé” (Rocío Pochettino) y “Policromías II” (escritores y plásticos de Las Heras).

(Publicado en Diario Los Andes, 22 de noviembre de 2009)

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