Todo libro oculta dentro de sí sus propias matrioskas. Historias dentro de historias. Mínimas algunas, otras, embriones fallidos de una trama mayor.
Suele ser ese puñado de párrafos que se recortan claramente del resto y, resaltador mediante, quedan en el papel como estigmas que habrán de recordarnos un valioso hato de palabras.
Eduardo Berti (periodista, escritor, editor) es de los que considera que los libros no son un cuerpo incorruptible al que no se puede alterar con estratégicos subrayados. Una activa marginalia es un plus, casi un premio, para el texto en cuestión.
Ese algo más es lo que el autor de La mujer de Wakefield busca dar cobijo en Historias encontradas (Eterna cadencia). Novelas, cuentos y ensayos son la cornucopia en la que el compilador halla (o reinventa) minirrelatos, metaficciones, cuentos breves y brevísimos de autores de ayer y hoy como Balzac, Poe, Melville, Rilke, Chéjov, Calvino, Freud, Novalis, Sarmiento,Cheever, Mulisch, De Santis, Auster, Bolaño, Di Benedetto.
En una suerte de efecto secundario, Berti logra que a lo Hansel y Gretel estas migas provoquen una generosa migración de lectores hacia los libros “completos”. Algo así como un pasaporte a esos mismos autores a los que disfrutaron en las minúsculas cuotas de esta atractiva antología.

(En suplemento Escenario, Diario UNO, 5 de noviembre de 2011)