Rubén Valle comenzó su recorrido por la literatura, a la que apostó en un concubinato estrecho con el periodismo, en el mítico grupo de poesía "Las Malas Lenguas", que integró en los '90 junto con Luis Abrego, Patricia Rodón, Carlos Vallejo y Teny Alós.
Hoy se manifiesta optimista frente a las posibilidades de las nuevas tecnologías, dice que los escritores independientes también deben ser críticos consigo mismos e invita a salir a leer poesía, porque asegura que sin público no se cierra el círculo creativo.
-¿Qué opinión te merece la Feria del libro de Mendoza?
-Por poco que ofrezca la Feria del libro es un espacio que es necesario y tiene que existir, como la de Buenos Aires, salvando las distancias. Son lugares donde participan muchísimos escritores pero generalmente las ferias están en función del mercado, aunque acá ese mercado no exista y termine siendo un espacio nulo para los escritores mendocinos. El problema es que, más allá de que Ediciones Culturales de Mendoza puede vender las producciones de los escritores locales, no se establece un puente sólido con los lectores. La feria es algo que se tiene que hacer una vez al año, que se cumple como un mandato y hay que hacerlo.
-Parece una contradicción con la gran cantidad de producciones independientes locales…
-Sí, el tema es si a esta gente le interesa estar ahí. Creo que hay que saber utilizar todos los espacios, mientras nos sirvan para llegar al lector, que es lo que nos debe importar para salir del ghetto de leernos entre amigos. También los escritores tenemos que hacer un mea culpa sobre lo que escribimos, porque si no genera ningún enganche en el lector no sirve de nada que tengamos una feria especial para nosotros.
- ¿Qué opinás del boom de los ciclos de lectura de textos?
- Hay mucha más producción que consumo en la poesía, de hecho los que leemos en estos ciclos somos los mismos que consumimos este tipo de propuestas. Pero es una discusión que excede a Mendoza, pasa en Buenos Aires, en Rosario o a nivel mundial. La poesía se ha manejado en circuitos acotados y es natural que eso ocurra, porque no es fácil ser lector de poesía. No requiere de una inteligencia superior, sino de cierta actitud y sensibilidad y no todos están dispuestos en estos tiempos a sentarse a escuchar.
- ¿En qué se diferencia un lector de novela con uno de poesía?
- Una novela no exige más que prestar atención y una historia, con mayor o menor enganche. La poesía en cambio exige cierta predisposición a la lectura, cierta sensibilidad, sin embargo es un género que hoy muestra una gran vitalidad.
- En tu vida se mezclan el periodismo y la literatura. ¿Cuál llegó primero?
- Crecieron paralelamente, me cuesta mucho disociar una de otra. más allá de que cada una de estas actividades requiere de una concentración distinta. Pero en un punto las disciplinas se tocan. No creo que estén en veredas opuestas, al menos en mi caso, y se retroalimentan bastante.
- Recordás una situación concreta en que una trajo a la otra…
- No pocas veces esa resonancia de estar abierto a las palabras me ha llevado a releer un hecho periodístico desde lo poético. Me acuerdo de una noticia policial donde la foto era un zapato, solo, que era mucho más terrible y explícito que ver un cuerpo mutilado. La soledad que rodeaba ese zapato pedía a gritos un poema, que escribí a partir de la foto hace algunos años. También me pasó con la guerra de Irak. Me parece que lo importante es que no sea una cuestión programática, que tengo que escribir una poesía periodística. Esto era mucho más común en los años 60 donde había una poesía más social. Siento que en estos últimos años he ganado en claridad y tender puentes hacia el lector y hacer más inteligible el mensaje poético.
- ¿Es una contradicción que el poeta tenga una rutina para escribir?
- El poeta es anárquico, en su método de creación, más que a la hora de plasmarlo. Uno escribe en los huecos que se genera, fuera o dentro del trabajo, y si a mí me sucede lo segundo, al menos bosquejo la idea en el momento.
- ¿Las imágenes poéticas tiene algo de explosivo, de urgente en la forma en que nacen?
- Totalmente. La inspiración como una musa que se aparece no existe, sino como una sensación casi física de necesidad de que esa palabra, una imagen que nos hizo ruido salga, se manifieste y tome forma. Después hay una parte que no es tan anárquica, al menos en mi caso, que pasa por trabajar los poemas que requieren una cierta maduración. Uno primero baja la información, pero después eso se ordena en libros, unos encajan, otros no. Cuando uno escribe no planifica de una manera estricta hacia donde va a ir, salvo que tenga un tema o un tono y construya en función de eso. En mi opinión la poesía no requiere menos trabajo que una novela, sino que ésta precisa de una construcción sistemática, lógica donde los personajes tienen que ir madurando. En cambio la poesía tiene otros tiempos, otra destilación. Hay veces que uno siente que el poema está listo y aparece otra palabra y es un lugar común que uno no termina sino que abandona el poema. Borges, por ejemplo, no dejaba de tocar los poemas, tenía miles de versiones desde la publicación original hasta las obras completas. Tocaba los títulos, hasta versos enteros, lo que me parece un recurso válido.
- ¿Qué pasaría en tu vida si sólo te dedicaras a la poesía?
- Sería una situación idílica poder dedicarse tiempo completo a la poesía, está íntimamente relacionado con la posibilidad de subsistencia ya no están dadas las condiciones en ningún lugar del mundo, para que un poeta pueda vivir de su producción. Pensemos en (Juan) Gelman, que es uno de los grandes de la poesía argentina, no creo que él viva de la producción poética. Quizá a esta altura puede cobrar determinados derechos, pero él escribe en (el diario) Página 12. El periodismo siempre ha sido un pariente cercano de la literatura que permite subsistir en algo afín, que es el mismo amor por la palabra y la confianza en que tiene eco en los demás.
- ¿Hoy está devaluada la palabra escrita en competencia con la imagen?
- No, a la tecnología sacale la palabra y se cae todo. ¿Quién puede sostener un diario, digital o de papel, sin la palabra? En definitiva ésta sigue siendo el eje, aunque sí salta a la vista un empobrecimiento del idioma que es algo en que los periodistas podemos tener un gran compromiso. Hay que leer mucho más, lo que se traduce en escribir mejor, un paso que lleva al otro.
- ¿Como te imaginás a la nueva generación de chicos que crece con Internet y las computadoras?
- Se decía que se iba a escribir cada vez menos y sin embargo los blogs en Internet son un boom. Podemos decir que lo que se escribe es una porquería pero hoy se recuperó el género epistolar, gracias a los correos electrónicos, por ejemplo. Los códigos actuales cambiaron pero igual precisan de la escritura, igual es muy difícil estimar cómo sigue esto. Vamos a ver en 10 o 20 años qué decanta de estos cambios tecnológicos, incluso a nivel poético donde hoy día existe un gran eclecticismo. Un Blog es una gran excusa para escribir todos los días un capítulo de una novela, cuentos, poemas…en un punto me parece positivo. ¿Calidad? Dejo abierto un signo de pregunta.
- ¿Te gustan los libros de poesía asociados, por ejemplo, a la fotografía?
- Tal vez sea muy clásico, pero me gusta nada más que como un soporte en la tapa. Las fotos adentro tienen que ver, para mí, con no confiar del todo en las imágenes propias; como si los poemas no tuvieran suficiente música que hace falta tener que apoyarlos. Inclusive he hecho lecturas con músicos, pero tengo mis reparos porque creo que los poetas teníamos el prejuicio de que aburríamos y necesitábamos música para que la gente no se durmiera (risas). Ahora ya hay muchos ciclos donde no han habido músicos porque a veces la gente se queda con ganas de escuchar más poesía. Participé el año pasado en el encuentro de poesía de Rosario, que lleva 15 años y es el más importante después del de Medellín (Colombia) y ninguna lectura tenía menos de 100 personas. Fue una experiencia fantástica, donde simplemente hay lecturas de poetas, que duran de 10 a 15 minutos, que son presentados por un locutor. Van desde las típicas profesoras de letras, hasta alumnos de secundario pasando por periodistas. No hay que tenerle miedo a la simple lectura. Claro que es importante elegir los textos, saber leerlos y buscar establecer contacto con el lector. A mí, por ejemplo, me gusta contar la trastienda en que nació el poema.
-El poeta era un trovador y vivía una vida bohemia...
- Claro, en otros tiempos era alguien que viajaba de pueblo en pueblo y ofrecía su performance, un espectáculo en las tabernas a la gente común, como un músico de gira. Esta figura cambió con el tiempo, pero subsiste de alguna manera. Yo detesto a quiénes toman la poesía como algo terapéutico y prefiero hablar de una tarea profesional, que es una palabra que puede asustar. La poesía es mucho más que catarsis, y para que el círculo se complete tiene que llegar al lector. No es una cuestión de ego, sino que el hecho creativo necesita de la repercusión que tiene en el otro y las múltiples lecturas que nacen de un mismo poema en los cada uno de los lectores. Dentro de los escritores argentinos considero que Osvaldo Soriano es quién mejor logró ese ida y vuelta que genera la escritura clara, sin palabras de más.

(En Mdz, 12 de octubre de 2007)