Libros de piedra infinita acaba de lanzar un nuevo título: “Tupé”, de Rubén Valle, es el poemario que brillará hoy en la Feria del Libro.

“Cada libro supone el desesperado intento por registrar el estado de una obsesión. Búsqueda que, intuyo -como muestra gratis de un fracaso inevitable-, no culminará con el final de estas páginas. El poema, entonces, como un simulacro de esa imposibilidad. Botella al mar, sin mar”. Suerte de confesión de náufrago, leemos esas palabras desde la contratapa del nuevo poemario de Rubén Valle.
“Tupé” es, de algún modo, un escenario para la exploración de las almas. La apuesta del libro es la de quien se está preparando para descubrir algo amedrentador. No sólo eso. Coraje para verse, en vez de imaginarse. Y, sin darse cuenta, encontrar algún plan cuyo objetivo secreto sea llegar a ser lo imaginado.

Mensajes al agua
Rubén Valle escribe: “Maten al mensajero, al palomo malherido, al desbocado juglar de las tabernas que apestan de solos. Pónganle hartas piedras, ciérrenle el camino, háganle un pozo de silencio hasta que caiga. Niéguenle la soga: el salmo, la rosa, el orgasmo, sobre todo la mirada. Maten al mensajero: la luz que dice traer es la luz que ya encendimos”.
Entre esa ley y esa trampa, Valle decreta su derecho de autor sin dar nada por sentado, dejándose llevar por una hipersensibilidad que implica un extrañamiento, constante signo de interrogación sobre el sentido de las cosas.
Placer, soledad, extrañamiento. Pero también la pregunta al interior de esas palabras. Eso es "Tupé", sin alarde.
Por eso es que el papel se hace mapa (mapa líquido) para balbucear los sentimientos. “No describiré tu cuerpo/ como un atlas generoso/Ni tus ojos como coartadas /de un espejo innombrable/En el abecedario de la carne/con mi lengua intraducible/te deletrearé impune/hasta la z de la belleza”.

(Publicado en suplemento Estilo, Diario Los Andes, 3 de octubre de 2010)