
A la uruguaya Juana de Ibarbourou (1892-1979) le bastaba una simple mancha de humedad para crear todo un mundo. Algo similar podría decirse que le ocurrió al dibujante todo terreno Diego Bianki, pero en su caso el disparador de la “conciencia imaginante” (como nos enseñaron alguna vez en Comunicación Visual) fueron las nubes. De ahí que el nombre de su proyecto no podía ser más directo y preciso: “Con la cabeza en las nubes”.
Publicado por su propia editorial Pequeño Editor, el libro de Bianki (La Plata, 1963) es una bella obra artesanal que nació, como suele pasar con las buenas ideas, de casualidad: panza arriba en la playa, viendo pasar las nubes y jugando a buscarles una forma reconocible.
Ahí, dice el también ilustrador de la revista Ñ, “vio” el libro al que luego sumaría artistas y fotógrafos invitados. Ral Veroni, Maitena, Elenio Pico, Isol, M. Delia Lozupone, Gusti y Cristian Turdera fueron algunos de los convocados para “intervenir” las imágenes captadas en el inagotable cielo.
Camarita en mano, Bianki arrancó y lo que fue una simpática idea se transformó en obsesión: hoy cuenta con unas 4.000 instantáneas y va por más.
Una niña dormida, un muñeco de nieve, pájaros, elefantes e insectos son algunas de las cincuenta nubes “encontradas” e incluidas en el libro objeto de este diseñador y dibujante que, entre sus múltiples facetas, acredita la de autor de libros para niños y jóvenes, además de haber fundado la recordada revista de arte cómix “Lápiz Japonés”.
En una suerte de obra en -permanente- construcción, el proyecto de Bianki lejos de terminar en la publicación deja abierta la puerta para sumar imaginantes a su causa. En el blog www.libroconlacabezaenlasnubes.blogspot.com la invitación es más que tentadora: “Subí tu foto de nube dibujada o bajate una nube en blanco de este blog, dibujala y luego subila”. Lo que sigue es mucho más simple: dejar volar la imaginación.
(Publicado en suplemento Estilo, Diario Los Andes, 15 de agosto de 2010)