En los lejanos '60, esa filósofa del sentido común que es María Elena Walsh fundaba el reino del Revés, un territorio donde nada es lo que parece y todo es posible. Incluso que vuele un pez. Desde entonces, esa metáfora pasó a cobrar otro sentido, a representar para muchos lo que ha sido y es este país, donde siempre las cosas se dan de la manera contraria a lo que la lógica indica. Argentina del revés. Lo mismo un burro que un buen profesor. Biblia y calefón.
La idea, arbitraria, caprichosa, es habitarlo por un rato para otear (soñar) cómo serían ciertas situaciones de la realidad si las observáramos en su anverso. Un ejercicio con más de justicia poética que de realización concreta, pero que pretende dejar el sayo a la vista para que al que le quepa se lo calce lo antes posible.
Manos limpias. Domingo por la mañana. Buena parte de los candidatos de las últimas elecciones (Biffi, Jaque, García, Abraham, Miranda, Puga, Fugazzotto, De Marchi, Mancinelli) se juntan en el kilómetro cero, se saludan afectuosamente y parten -junto con sus partidarios- a limpiar el enchastre que dejaron en paredes, postes, árboles y puentes. A la vuelta, y tras hacer una vaquita, comparten un asado. Un brindis por la convivencia democrática sella la jornada multipartidaria.
El premio. Hasta el lunes pasado, Eugenia (22), una estudiante y empleada de un local del Shopping, tenía ahorrados apenas U$S100 dólares para comprarse un auto. Ese mismo día, un hombre olvida una bolsa con $40 mil donde trabaja la chica. Ella los encuentra y sin dudar los devuelve. De la emoción, el desmemoriado la premia con la mitad de lo recobrado. Eugenia, por fin, dejará de viajar en micro. Al otro día se compra un usado impecable.
Comprometidos. Sin que mediaran piquetes ni puebladas, ediles de todas las comunas deciden -por mayoría absoluta- trabajar incluso los sábados. Como parte de la buena nueva incorporan un revolucionario método para sondear los problemas de la comunidad: una vez por mes van a los barrios a escuchar a los vecinos. Allí son recibidos con los brazos abiertos y no pocas veces vuelven a sus casas con dulces caseros, vinos, aceitunas o empanadas.
Aseguradas. Marisa y Claudia son maestras que dan clases en Godoy Cruz. El año pasado dejaron de ir a la escuela en sus autos, hartas de encontrarlos con las ruedas pinchadas, sin estéreo, los vidrios rotos o el capot rayado. Por iniciativa propia, los alumnos se turnan para controlar que nadie se acerque. Las "seño" -y sus autos- ahora son intocables.
Manejar la vida. Antes, la noticia trágica más mediática eran los muertos de cada día en calles y rutas. Desde hace un tiempo, los medios reflejan que el 98% usa cinturón, los alcoholímetros dan negativo en 9 de cada 10 controles y gracias a los numerosos radares que incorporó la Policía Vial se redujo notablemente el exceso de velocidad. Y con ella, los muertos.
Llegó el día. José (75) es uno de los miles de mendocinos que figuran en lista de espera para ser operados. Su largo penar terminará hoy. Una decisión del ministro de Salud, bajada en carácter de urgente a todos los hospitales, puso en lista de prioridades saldar tamaña deuda. Antes se enviaron los insumos necesarios y los quirófanos fueron puestos a punto. Por un rato, la familia de Pepe deja de rezar y respira con alivio.
Allá vamos. Años atrás, encontrar un taxi en la noche era más complicado que ser feliz. Por temor, los tacheros aguzaban el ojo y sólo levantaban a clientes que no despertaran sospechas. Ahora, además de subir pasajeros en cualquier calle de la ciudad, aceptan ingresar a cualquier barrio sin poner objeciones. No temen asaltos (hay policías a la vista) y el moderno sistema de seguimiento les garantiza asistencia inmediata.
De cajón. Después de cuatro años, el ministro de Seguridad termina su gestión sin sobresaltos. Junto al gobernador cierra un ciclo donde capitalizó los aportes de la oposición y de los distintos sectores para plasmar su plan de seguridad. Plan que, asuma quien asuma en el próximo gobierno, tendrá su continuidad (como corresponde a toda política de Estado).
Dulces sueños. También en ese país del revés donde ocurren todos los casos citados, los diarios sólo incluyen buenas noticias, sus periodistas ganan más que las bailarinas de Tinelli y los lectores agradecen a los cuatro vientos esa inyección de optimismo que les permite afrontar la jornada de trabajo con una sonrisa de oreja a oreja. Gracias, María Elena. Y que nadie nos despierte.

El archivo