Por Rubén Valle

“La elección es en octubre”, había relativizado hace unos días Francisco Pérez. De esta forma el gobernador empezaba a abrir el paraguas ante unas primarias que venían de nalgas para el Frente para la Victoria.    
Por más que se sabía de antemano que estas PASO no despertarían pasiones, eran estratégicas para mostrar la radiografía de lo que se (nos) viene. En ellas habríamos de encontrar las pistas del futuro mapa político. 
La victoria del radical Julio Cobos no sorprendió ni a propios ni a extraños. Hasta la encuesta menos “tuneada” lo daba primero, lejos del peronista Alejandro Abraham.  La incógnita era cuán amplia sería la brecha entre uno y otro.  
Al cascoteado ex vicepresidente este triunfo lo posiciona muy fuerte para octubre, en un capítulo clave para su aspiración mayor: la presidencia en el 2015. Al cacique de Guaymallén, en cambio, lo obliga a trabajar desde hoy mismo para revertir este resultado y, tal vez lo más difícil, disipar la sensación generalizada de que el proceso kirchnerista está llegando a su fin.
De ahí que todas las luces apuntaran hacia Buenos Aires, donde la puja entre Sergio Massa, a la cabeza del Frente Renovador, y Martín Insaurralde, el candidato de Cristina, era la foto clave para visualizar la Argentina post K. 
Allá ganó Massa, aquí Cobos. El  escenario para el Frente para la Victoria no es el mejor, pero el peronismo sabe lamerse a tiempo las heridas para volver a dar batalla. 
Raras estas PASO. Y si no que lo diga el referente de la Izquierda Nicolás Del Caño, ese “tapado” que se les coló a veteranos como Iglesias, Montbrun o Cassia. 
Raras pero tranquilas. El clima relajado camino al cuarto oscuro sintetizó lo que representaban para muchos: un trámite más. Que la consigna se limitara a votar a los candidatos a diputados nacionales  y no hubiera que recurrir a la tijerita para armar el rompecabezas de las listas sábana fue todo un alivio. 
Octubre, también en estos menesteres, será otra cosa.
(Diario UNO, 12 de agosto de 2013)