“Digresiones”, nuevo libro del prolífico escritor Luis Benítez, refleja cabalmente el amplio abanico de intereses de un creador en su sentido más amplio. No es sólo su mirada; es también su opinión, su interpretación del mundo (no sólo el literario) lo que pone en juego al abordar temas, autores y libros.
Consciente de que en estos tiempos la palabra digresión tiene una connotación más bien despectiva, el reconocido poeta y narrador nacido en Buenos Aires resignifica este término al adjudicarle ser aquí “la madre del ensayo y el terreno de una libertad de expresión que no tiene menor paralelo que nuestro habitual pensamiento respecto de las diferentes partes de la realidad. libertad es una palabra-eje en este trabajo: ya sea para elegir temas tan disímiles como la gauchesca, el por qué escribir poesía en este siglo, incursionar en la vida y obra de un imprescindible como Juan L. Ortiz o abordar la relación entre el cine y la literatura, ese idilio que devino “matrimonio a la fuerza”.
En todos estos ensayos bonsai (como denomina a los suyos el poeta Fabián Casas) Benítez no sólo se vale de su mirada de lector lúcido y apasionado sino que va más allá y busca o encuentra conexiones con el contexto del autor y su obra o bien establece un diálogo con un marco cultural más vasto que, a todas luces, enriquece la mera opinión.
El autor de “Manhattan song” también deja un buen margen para biógrafos y lectores al dar pistas en el capítulo “Los libros y yo” de cómo lo marcaron clásicos como “La Odisea”, “Hojas de hierba” o “Poeta en Nueva York” y especialmente las plumas de Jorge Luis Borges, Dylan Thomas y la poesía norteamericana (Pound, Eliot, Tate). Para el editor Pablo Dema, “las digresiones de Benítez son (parte de su) obra, pero son también algo que está por fuera o en el marco de la obra; algo así como el umbral de su obra poética central o las bambalinas del teatro mental del poeta”. Corrido el telón de su pensamiento, un guión sin nudos ciegos habrá de guiarnos hasta la última página.

(En suplemento Cultura, Diario Los Andes, 11 de junio de 2011)