Un clásico consejo que suelen recibir los candidatos de parte de sus asesores de campaña es que “no explique”. 
Lo que es lo mismo que instarlo a que hable del sexo de los ángeles o del clima antes que dar detalles de cómo enfrentar la inseguridad o de qué manera mejorar la calidad educativa.
De esta manera se entiende por qué tanta resistencia a mostrar y defender planes de gobierno, proyectos sólidos para enfrentar los principales desafíos de gestión, ideas que estimulen la participación. 
Lo que hubo previo a las PASO fueron meros esbozos de lo que habría que esperar en caso de que accedan a los puestos ejecutivos. No más.
Se puede generalizar sin temor a que tal o cual candidato se ofenda porque todos, nobleza obliga, opinaron sobre cualquier tema (dólar, empleo, seguridad, educación, salud, etcétera) pero lo hicieron como lo haría un habitué de café bien informado. 
No se profundizó en el análisis, como si tuvieran temor de que el competidor capitalizara una idea valiosa y la vaya a poner en práctica en caso de ganar la contienda.
Como será que existe tan escasa práctica del debate entre candidatos, que la noticia de que el 4 de octubre se daría la primera discusión en público de cara a las elecciones generales repercutió fuertemente en los medios y redes sociales. 
Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa  fueron invitados por la plataforma Argentina Debate para debatir durante dos horas en el ámbito de la Facultad de Derecho de la UBA. 
Con los periodistas Luis Novaresio, Rodolfo Barili y Marcelo Bonelli como moderadores, los tres presidenciables con mayores chances deberían -según los organizadores- poner a consideración del electorado sus programas de gobierno. 
El ex gobernador José Octavio Bordón, miembro de la entidad que propicia la iniciativa, propuso que “además de las propuestas, la gente sepa acerca de la calidad y la capacidad de organización de los equipos que tienen los candidatos”.
Por lo general, los políticos les rehuyen a estas iniciativas porque se sienten -y están- demasiado expuestos. Saben que dar un paso en falso “en vivo y en directo” tendrá sus costos. 
Quien esté dispuesto a gobernar un país requiere, además de carisma y respaldo, de valentía para defender un proyecto y, sobre todo, para hacerlo realidad.

(Diario UNO, 12 de agosto de 2015)