Las dos caras de la realidad. No de cualquier realidad; de la mendocina, para ser precisos.
Mientras una maestra lavallina contaba en Noticiero Siete que todos los días debe hacer 81 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, siempre a dedo, para llegar a dar clases en pleno desierto, en la Legislatura aún resonaban los ecos de cómo dar marcha atrás con el “dietazo”.
La vinculación, para nada caprichosa, resume sin medias tintas la distorsión de lo que significa hacer política hoy en este país.
Esa maestra que a duras penas llega cada día para cumplir con su rol de educadora es apenas una parte de un panorama más complejo.
Los alumnos están igual o peor que ella. Por falta de pago, esta semana se quedaron sin transporte escolar y muchos no pudieron asistir a clases.
Ayer hubo un principio de solución, pero es apenas un parche hasta que se venza un nuevo contrato y una vez más deban penar para ir a la escuela.
Su derecho a la educación está en riesgo permanente. Con el agravante de que toman clases en lugares improvisados, a la espera de un edificio propio que les permita estudiar en mejores condiciones.
Están olvidados y demasiado lejos del radar político. 
Ellos no suman. No traccionan ni en las PASO ni en las generales. 
Por eso irrita escuchar a los legisladores justificar un aumento que si bien es legal está fuera de todo contexto. 
Que en forma tardía, y sólo como reacción frente al rechazo ciudadano, se jacten de que  van a donar parte de su salario, como si se tratase de un esfuerzo fenomenal, reafirma que siguen pensando más en defender su imagen pública que en cumplir una verdadera tarea social.
Entre los beneficiados por el plus non sancto, se mencionaron desde instituciones civiles y escolares hasta un fondo especial para discapacidad en la Osep.
A esta altura, ya resulta anecdótico lo que hagan con esa suba culposa. Lo que preocupa es que no fue así desde el vamos sino cuando el tema alcanzó una repercusión que no esperaban.
Vale recordar lo que decíamos en este mismo espacio el domingo: si su productividad no estuviera también en cuestionamiento, nadie estaría hablando de dietazo si no de merecimiento. 
Lamentablemente, no fue así. 

(Diario UNO, 5 de agosto de 2015)