Entre los miles, tal vez millones, de videos que se viralizan por día a través de las redes sociales exaltando la estupidez y la frivolidad, vale detenerse en uno que se originó en Chile.
El hecho ocurrió en un transporte público que circula diariamente entre las ciudades de Concepción y Penco. 
En la grabación registrada por las cámaras de seguridad se puede ver cómo el chofer de un colectivo sorprende a todos con un gesto inhabitual: se para y le ofrece el asiento a una mujer que iba parada con un bebé en sus brazos.
El conductor, que tuvo esa reacción al ver que nadie le cedía un lugar a la joven madre, logró el efecto buscado ya que un par de personas se levantaron. Sólo dos. Incluso un hombre, al que ve muy cerca de la mujer, ni se dio por aludido.
Parece una anécdota y lo es, pero refleja algo que se ha naturalizado también por este lado de la cordillera.
Gestos elementales de convivencia, como los buenos modelos que nos enseñaban de niños en la casa y la escuela, se han perdido. 
Han pasado de moda como el hit de turno.
Subir al micro y saludar, ceder el paso o el asiento, son códigos de urbanidad que quedaron en el ayer.
Hasta en los lugares de trabajo es común observar que las nuevas generaciones ven en el saludo más elemental un gasto innecesario de energía.
Esto que puede parecer un tema irrelevante, para otros es fundamental en pos de un apropiado clima laboral. 
El caso del colectivero chileno tuvo mucho eco, sobre todo en aquellos que destacaron que lo elemental para educar es el ejemplo.
Qué lejos quedaron aquellos “por favor y gracias” que madres y maestras solían repetir cual mantras para que no los olvidáramos. 
La buena educación, aseguraban ellas, abre todas las puertas.
Sin dramatizar, hoy son más las puertas que se cierran, producto de un ensimismamiento al que abonan los adictivos celulares, las tablets y demás opciones tecnológicas que no hacen otra cosa que desconectarnos del mundo real. 
Lógicamente, no es un ítem de los que se debatió en el nuevo código de convivencia urbana que se aprobó ayer en Capital. 
Sin embargo, tiene muchos puntos en común. El más importante, sin dudas, el respeto por el otro. 

(Diario UNO, 22 de octubre de 2014)