A un año de las elecciones generales del 2015, los candidatos se multiplican como los peces bíblicos. 
Todo el tiempo, un nombre se suma a otro, pero lo que no se incrementa es el caudal 
de ideas para lograr que Argentina de una vez por todas juegue en primera.
El que está en el gobierno -sea éste nacional, provincial o comunal- está convencido de que su rumbo es el correcto. 
Y quien está en la oposición, o se anota para ser quien suceda a Cristina Fernández de Kirchner, asegura a los cuatros vientos que está todo mal y ya oteamos el precipicio.
Un clásico de la política argentina desde años ha.
Con más razón entonces, urge que afloren las ideas, las propuestas, la búsqueda compartida de una visión integradora de país.
En ese sentido, Brasil nos saca varios cuerpos. Por ejemplo, en debates presidenciales.
En una reciente columna de opinión, el periodista y empresario Daniel Hadad plantea un dato que debería alarmar: “Pasaron treinta años desde el ansiado retorno a la democracia y aún no pudimos presenciar una discusión intelectual entre aquellos que se postulan para liderar la Argentina”.
En cambio, en los pagos de Neymar y Caetano Veloso está práctica juega un papel estratégico.
A tal punto, que en esta campaña que culmina hoy con la definitoria segunda vuelta, no han sido uno o dos esos debates sino que fueron ¡ocho!
¿Y por qué son tan importantes y ningún candidato les rehúye ? Porque en ellos se pone en juego un anticipo de las líneas directrices que cada candidato seguirá en caso de acceder al cargo mayor.
Que Dilma Rousseff haya debido explicar (o al menos intentarlo) las denuncias de corrupción que pesan sobre su gestión, es una situación impensada para un país como el nuestro. 
En la cuenta regresiva hacia las Paso y las presidenciales del año próximo, lo que se ve y lo que se escucha hasta aquí es más de lo mismo. Es como el famoso “caset” que se les critica a los futbolistas.
La percepción de la calle es que se opina demasiado y con escasos datos reales.
Estudiar, prepararse y luego animarse a un debate a fondo, son pasos que hasta ahora los principales candidatos no parecen dispuestos a dar.
Hacer  valer nuestro voto debería ser el mejor mensaje. Pero no siempre alcanza.

(Diario UNO, 26 de octubre de 2015)