Entre creer o reventar, todavía la mayoría seguimos optando por creer. Ahora bien, la cuestión es en qué, en quién.
Es frecuente escuchar que vivimos en una época marcada por un crisis de fe. En esto bastante colaboran las instituciones religiosas que atraviesan sus propias crisis. 
Conducidas por falibles humanos, enormes esfuerzos les cuesta sostener su propio dogma. Los líderes que se han salido del redil no han quedado en el anonimato porque la amplia oferta de medios y redes sociales impiden que ciertos desatinos no trasciendan.
El descrédito de esos conductores que ya no dan el ejemplo es tan grande que los distintos cultos ven cómo sus fieles empiezan a migrar en busca de otros espacios más confiables que los contengan. 
La irrupción de un personaje como el papa Francisco, con llegada a escala planetaria, ha servido para revertir -al menos en el catolicismo- una vertiginosa caída de imagen y de feligreses.
La respuesta positiva conseguida tras la designación del pontífice argentino se vio claramente plasmada en la Jornada Mundial de la Juventud, realizada recientemente en Brasil. Allí se vivenció un clima de armonía como hacía mucho que no se veía.
Con un mensaje simple y mano firme para tomar decisiones largamente postergadas en el seno de lo más rancio de la cúpula esclesiástica, Francisco logró una reacción concreta: la reactivación de un sueño colectivo basado en la fe.
Reflejar este tipo de vaivenes en un rubro por demás sensible en las personas es uno de los objetivos que se trazaron los investigadores del Conicet para darle forma al singular Atlas de las creencias religiosas en la Argentina.    
Allí se revela, por ejemplo, que en Cuyo la creencia en Dios es más alta que en el resto del país. O que también por estos lares se cree más en los ángeles que en las vírgenes. O que se reza más en la casa que en una iglesia.
Se adore a un dios determinado o a un santo pagano, lo que prima en los encuestados para este trabajo es la necesidad imperiosa de creer. ¿En qué o en quién?, es la pregunta que puede llevar la vida entera responder.

(Diario UNO , 29 de agosto de 2013)