En su libro “La comprensión de los medios como extensiones del hombre” (1964), Marshall McLuhan apuntaba: “El hombre, recolector de alimento, reaparece incongruentemente como recolector de información. En este rol, el hombre electrónico es no menos nómade que sus ancestros paleolíticos”. Pero esa información, vaya novedad, suele perderse por caminos misteriosos, atajos que pocos saben dilucidar. Por las venas abiertas de la aldea global, todo el tiempo fluyen, como imprevisibles botellas al mar, mensajes que pueden cambiar una vida, una ciudad, un mundo. Mensajes simples como los de un pájaro carpintero o complejos como un expediente X. La clave, ayer u hoy, está en que la paloma del emisor -o el punto y la raya o la señal de humo o el láser...- llegue a manos del receptor.
El anillo salvador. La rumana Herta Müller, Nobel 2009, muestra a través de la non fiction cómo la creatividad (o la desesperación) es la mejor llave para que un mensaje arribe a buen puerto. En su libro “Hoy hubiera preferido no encontrarme a mí misma”, una joven operaria que trabaja en una fábrica de ropa durante la dictadura de Ceaucescu es sometida a un duro interrogatorio. ¿Su delito?: haber cosido una nota, la misma nota, en los forros de los trajes de hombre que luego habrán de venderse en las tiendas de Italia. Cual mantra, el suplicante mensaje siempre es el mismo: “Cásate conmigo” (por supuesto, incluyendo su nombre y su dirección). Con tal de huir del país, ella está dispuesta a todo. Un hombre, un superhéroe de carne y hueso, como salvoconducto hacia la libertad.
No me asusta el acertijo. A Ricky McCornick lo mataron en 1999 y con él se llevó a la tumba la clave para descifrar una carta oculta en su campera. Desde entonces, el FBI trató por todos los medios de resolver el código con resultado negativo. Tan negativo que ahora, como si se tratara de un juego de Julián Weich, el Buró Federal de Investigación pide ayuda a gente “común y corriente” para descifrarlo. Ni siquiera especializados cultores de la criptología (krypto: oculto, escondido; logos: estudio) han podido sortear el misterio del malogrado McCornick. Según la web del FBI, son dos páginas con letras, números y símbolos tal vez escritos poco antes de que su cadáver de 41 años fuera encontrado en un maizal de Misuri. Quienes acepten el desafío deben ingresar en http://1.usa.gov/evCb2i. Amantes de crucigramas, enigmas y problemas de ingenio, si quieren ir practicando, aquí va una de las tantas líneas a descifrar: “Alponte glse - se erte”. Suerte! (Xpiopp!).
P@lom@, p@lom@. Aunque ambas sean parte de la transmisión de un mensaje, poco pareciera haber en común entre una paloma y la banda ancha. Sin embargo, el año pasado en la zona rural de Gran Bretaña se propusieron un singular desafío: determinar quién de ellas era más veloz. Una pulseada entre pasado y presente en tiempo real.
La crónica de entonces lo cuenta así: “Diez palomas portadoras de dispositivos de memoria USB emprendieron vuelo desde una granja en el condado de Yorkshire, en el mismo instante en que comenzó la descarga de un video de cinco minutos de duración. Una hora y cuarto más tarde, las palomas habían alcanzado su destino en Skegness, a unos 120 kilómetros, pero sólo el 24% del archivo de 300 MB había sido descargado”. Más que ratificar la velocidad y confiabilidad de las aves admiradas por Sarmiento, la experiencia puso en evidencia la lentitud de internet en esa olvidada zona. Y de paso, arrojaba un merecido palo para el rancho de los proveedores.

(En suplemento Cultura, Diario Los Andes, 14 de mayo de 2011)