Acerca de las novelas primerizas, Ricardo Piglia decía en una reciente entrevista en la revista “Ñ”: “Yo siempre leo con mucho interés las primeras novelas: uno puede identificar ahí los estilos, los tonos, eso es lo que cambia”.
“Bajo este sol tremendo”, del chaqueño-cordobés Carlos Busqued (1970), es una de esas primeras novelas en las cuales uno intuye de inmediato lo singular del estilo y el tono de los que hablaba el experimentado Piglia.
Finalista del premio Anagrama, la calidad de “Bajo este sol...” motivó la entusiasta recomendación del jurado para que se publicara; gesto que debería agradecerse entre tanto libro sobrevaluado que gana -al menos por unas semanas- un lugar en los mesones de las librerías de shoppings y reductos por el estilo.
Este casi policial unplugged, donde las muertes no sorprenden de tan “humanas”, hace cierta la teoría enunciada en una vieja canción de La Sobrecarga, oscura banda de los '80: “Donde nada pasa todo puede pasar”. Y ese lugar es el soporífero Lapachito, minúsculo pueblo del Chaco a donde debe viajar el protagonista Cetarti al enterarse de que la pareja de su madre la mató a ella y a su hermano para luego suicidarse con la misma arma.
A partir de ahí, el impresentable abogado Duarte y el bueno para nada Danielito completarán un triángulo nada amoroso, donde los negocios sucios, la marihuana y la falta de rumbo unirán sus sinuosos caminos.
Con un estilo pulido, trabajado al punto de parecer que editor alguno pasó por allí, Busqued deja que sus personajes fluyan con sus miserias y su humor involuntario, siempre detrás de algo que nunca llega a percibirse con claridad.
Con el trasfondo de pérdidas que en apariencia no lo afectan, Cetarti llena el hueco de estar desempleado -y sin planes a la vista- mirando innúmeros documentales de animales (su único interés, el que aún lo muestra con signos de humanidad, es mantener un pez deforme rescatado de la pecera de su finado hermano) y fumando porros a toda hora. En tanto que Duarte y Danielito, tan parecidos a Cetarti en eso de no ver más allá del aquí y ahora, juegan al margen de la ley con una impunidad pueril, al límite del grotesco.
Una historia simple, una trama sólida y pocos personajes pero hábilmente delineados en apenas 182 páginas, le alcanzan a Busqued para darle forma a una novela iniciática de esas que abren crédito por atributos propios y no por tracción de influencias.

(Publicado en suplemento Estilo, Diario Los Andes, 6 de noviembre de 2010)